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La innecesaria amenaza de Rivera
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Antonio Casado

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La innecesaria amenaza de Rivera

Que Rivera haya considerado necesario recordar por enésima vez la parte innegociable con terceros de ese pacto, invita a suponer que ha detectado algún titubeo en Sánchez sin dejar de mirar al PP

Foto: El secretario general del PSOE, Pedro Sánchez (i), y el presidente de Ciudadanos, Albert Rivera. (EFE)
El secretario general del PSOE, Pedro Sánchez (i), y el presidente de Ciudadanos, Albert Rivera. (EFE)

Sigue viva la endemoniada ecuación política y matemática salida de las urnas: el PP no puede hacer nada sin el PSOE y el PSOE no puede hacer nada sin Podemos. Los vectores parecen inalterables. Y sin embargo, se mueven. Todo cambia al paso de los días, o del agua, como en el río de Heráclito. En ese sentido, conviene estar atentos a la agenda política de hoy, porque agitará las coordenadas de la vigente ingobernabilidad. Agitarlas, sí, aunque no hasta el punto de alterarlas, de momento.

En el primer pleno del Congreso con un Gobierno en funciones, veremos ir juntos a PSOE y Podemos en el intento -inútil, por imperativos de calendario- de abolir algunas leyes debidas al rodillo popular durante la pasada legislatura. Los socialistas irán de la mano esta tarde con los chicos de Pablo Manuel a la hora de votar contra la reforma laboral, la ley mordaza o la ley Wert. Pasto fresco para la voracidad de los contertulios. Reavivará el quinielismo sobre la vía portuguesa inicialmente acariciada por Sánchez, o el más reciente descubrimiento podemita de Gobierno “a la valenciana”. Justo ahora que la soberbia está de rebajas en la cúpula de Podemos, enfrentada a la desconexión de sus versiones catalana y gallega, cuando las encuestas le desaconsejan el nuevo paso por las urnas y su socio fundador, Juan Carlos Monedero, va pregonando por ahí que el partido se ha desconectado de las bases y necesita reconstituirse.

Por otro lado, ojo a la cita del líder socialista y aspirante a La Moncloa, Pedro Sánchez, con el presidente de la Generalitat, este mediodía en Barcelona. Horas antes de que el PP y Ciudadanos puedan votar juntos en el Congreso una proposición no de ley por una defensa activa de la Constitución y contra cualquier consulta a la ciudadanía que ponga en cuestión la unidad de España. Si el signo del voto socialista no fuera inequívocamente favorable a esa iniciativa del PP y de Ciudadanos (cada uno ha presentado un texto distinto, pero se espera que pacten refundirlo en uno solo), tendríamos garantizado el culebrón.

Antes de topar con las advertencias de Rivera, los titubeos de Sánchez chocarían con su propio partido

Ayer, en vísperas del encuentro Sánchez-Puigdemont (el primero del nuevo presidente de la Generalitat con un líder nacional desde que fuera investido el 10 de enero), el líder de Ciudadanos, Albert Rivera, advirtió de que un eventual ablandamiento de Sánchez respecto al llamado derecho a decidir -referéndum sí o no- sería causa de ruptura del pacto PSOE-Ciudadanos por la gobernabilidad. Que Rivera haya considerado necesario recordar por enésima vez la parte innegociable con terceros de ese pacto invita a suponer que ha detectado algún titubeo en Sánchez sin dejar de mirar al PP. O que está aprovechando el premio de los electores por sus labores de mediación, según dicen los sondeos publicados después de la fallida investidura del único candidato oficial a la Presidencia del Gobierno que hasta ahora ha sido... O todo eso a la vez.

Sin embargo, procede volver a la boca del caballo respecto a las tentaciones que pudiera tener el líder del PSOE. Antes de topar con las advertencias de Albert Rivera, los hipotéticos titubeos de Sánchez chocarían con su propio partido. Conviene recordar que el secretario general trabaja bajo el imperativo enunciado por el comité federal del 28 de diciembre que rechaza tajantemente “la autodeterminación, el separatismo y las consultas que buscan el enfrentamiento”, así como “cualquier planteamiento que conduzca a romper nuestro ordenamiento constitucional”, de modo que “la renuncia a esos planteamientos es condición indispensable para que el PSOE inicie un diálogo con el resto de las formaciones”. He ahí la prueba documental de que la amenaza de Rivera a Sánchez es absolutamente innecesaria.

Sigue viva la endemoniada ecuación política y matemática salida de las urnas: el PP no puede hacer nada sin el PSOE y el PSOE no puede hacer nada sin Podemos. Los vectores parecen inalterables. Y sin embargo, se mueven. Todo cambia al paso de los días, o del agua, como en el río de Heráclito. En ese sentido, conviene estar atentos a la agenda política de hoy, porque agitará las coordenadas de la vigente ingobernabilidad. Agitarlas, sí, aunque no hasta el punto de alterarlas, de momento.

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