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Vectores del 26-J: 'sorpasso', debates y polarización
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Antonio Casado

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Vectores del 26-J: 'sorpasso', debates y polarización

Cambian los personajes y las coyunturas, pero no el fondo de la cuestión. Iglesias, que en abril bloqueó a Sánchez y apostó por la continuidad de Rajoy, ahora perdona la vida al PSOE

Foto: El líder del PSOE, Pedro Sánchez (d), y el el secretario general de Podemos, Pablo Iglesias. (EFE)
El líder del PSOE, Pedro Sánchez (d), y el el secretario general de Podemos, Pablo Iglesias. (EFE)

Los vectores de la inminente campaña electoral van dando la cara. El más vistoso nos remite a la posibilidad de que el emergente Podemos acabe rebasando al histórico PSOE. Su manufactura verbal es el 'sorpasso', de estirpe italiana, lo cual encajará bien en el léxico de Pablo Manuel Iglesias, que se formó en Génova, antes de militar en las Juventudes Comunistas y de apuntarse a la histórica aversión del PCE a los socialistas españoles (desde Besteiro a Felipe), cuyo más reciente brote fue la famosa 'pinza' Aznar-Anguita (PP-IU), que alfombró el camino de Aznar hacia La Moncloa en marzo de 1996, con la impagable complicidad del juez Garzón y el periodista Ramírez.

Cambian los personajes y las coyunturas, pero no el fondo de la cuestión. Iglesias, que en abril bloqueó a Sánchez y apostó por la continuidad de Rajoy en La Moncloa, ahora perdona la vida al PSOE. Con impostada largueza de ganador, promete ser generoso con el PSOE, mientras los del PP (“A las elecciones no se va a hacer amigos”) anuncian que en campaña no atacarán a Podemos porque el partido morado no les quita votos.

Mientras se los quite al PSOE, miel sobre hojuelas. Eso dicen en Moncloa. Pero Rajoy y sus ministros pregonan el 'sorpasso' como una malísima noticia para la estabilidad de España y dicen estar aterrados ante la posibilidad de que Podemos llegase a gobernar en su vigente factura de partido invertebrado, voluble, populista y en manos de un líder con enorme “capacidad de mutación”, que diría Ignacio Varela.

Dejen a Rajoy en su derecho a decidir lo que le conviene. O a correr el riesgo de ser castigado en las urnas por negarse a este tipo de exposición pública

Desde el PSOE se defienden como pueden del peligro inminente: quedarse entre dos fuegos. Otro de los vectores de la campaña que se avecina: la polarización. Puede dejar a los socialistas en tierra de nadie. Mientras, en su sala de máquinas, se elabora la estrategia para evitarlo. De momento, se limitan a contrarrestar el efecto 'sorpasso' como siempre hicieron frente a su fraternal enemigo. El número tres del partido, Antonio Hernando, habla de la “vetusta izquierda comunista” que siempre odió al PSOE.

El tercero de los vectores que se abre paso en el seguimiento de la precampaña es el referido a los debates electorales. Mucho ruido a la sombra de un principio tan viejo como la tos en la dinámica política. Me refiero al principio de oportunidad, que no de legalidad. Por no hablar lisa y llanamente de un principio de conveniencia. El único que cabe invocar si queremos entender la cansina disputa que suele desencadenarse en torno a la proverbial aversión de Mariano Rajoy a este tipo de cruces directos con sus competidores.

Es verdad que ha caducado su argumento de la pasada campaña respecto al carácter extraparlamentario de Albert Rivera y Pablo Manuel Iglesias, como excusa para justificar la inhibición del candidato del PP. Ya no le sirve. Pero tiene derecho a aceptar o rechazar los cruces en función de que le interesen o no. Es decir, a la luz del mentado principio de conveniencia. Todos lo utilizan, puesto que en España la práctica de los debates electorales carece de regulación legal al no ser obligatorios.

Por supuesto que responden a una sana costumbre democrática y a la pura lógica comercial de que cualquier usuario (votante en este caso) tiene derecho a conocer el producto (opción electoral) antes de comprarlo. Pero dejen a Rajoy en su derecho a decidir lo que le conviene. O a correr el riesgo de ser castigado en las urnas por negarse a este tipo de exposición pública. Vale. Cada uno se equivoca como le da la gana. O no. Los adversarios de don Mariano incurren en el absurdo ejercicio de dictarle la decisión. Si son adversarios, seguro que no lo harán pensando en su bien.

Los vectores de la inminente campaña electoral van dando la cara. El más vistoso nos remite a la posibilidad de que el emergente Podemos acabe rebasando al histórico PSOE. Su manufactura verbal es el 'sorpasso', de estirpe italiana, lo cual encajará bien en el léxico de Pablo Manuel Iglesias, que se formó en Génova, antes de militar en las Juventudes Comunistas y de apuntarse a la histórica aversión del PCE a los socialistas españoles (desde Besteiro a Felipe), cuyo más reciente brote fue la famosa 'pinza' Aznar-Anguita (PP-IU), que alfombró el camino de Aznar hacia La Moncloa en marzo de 1996, con la impagable complicidad del juez Garzón y el periodista Ramírez.