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Santiago Vidal: torpe, pero no traidor
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Antonio Casado

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Santiago Vidal: torpe, pero no traidor

¿A quién se le ocurre explicar al adversario con pelos y señales por dónde le va a meter el gol?

Foto: El exsenador de ERC Santiago Vidal en una foto de archivo previa a su renuncia. (EFE)
El exsenador de ERC Santiago Vidal en una foto de archivo previa a su renuncia. (EFE)

El exjuez Santiago Vidal, hasta hace unos días senador de ERC (Esquerra Republicana de Cataluña), es como el trilero tonto que te explica el truco antes de hacerlo. En política, nunca pasará por mago sino por tramposo. Y entre los suyos, por torpe. ¿A quién se le ocurre explicar al adversario con pelos y señales por dónde le va a meter el gol?

Esa es la esencia del extraño caso Vidal, un padre de la furtiva Constitución de la hipotética república catalana. Por su incontinencia verbal, hemos sabido que la Generalitat habría obtenido ilegalmente datos fiscales de los ciudadanos y contaría ya con un listado de jueces adictos a la causa de la Cataluña independentista. Lo cual nos remite a claros supuestos delictivos que han provocado la inmediata apertura de diligencias por parte de la Fiscalía General del Estado.

Foto: El presidente de la Generalitat, Carles Puigdemont junto a Oriol Junqueras, Neus Munté y Raül Romeva. (EFE)

Algunos medios informativos presentan las declaraciones de Santiago Vidal como “acusación” a la Generalitat (“El exjuez acusa…”). De ahí la fulminante exigencia de sus irritados jefes políticos para que renunciara a su escaño de senador. De eso, nada. Le echan por torpe, no por traidor. Es otra de las esquinas del sainete.

No traiciona a quienes le han obligado a dimitir. Al revés, los aplaude, por ir perpetrando microrrupturas en vísperas de la gran desconexión con la legalidad española

Vidal no acusa ¿Cómo va a acusar de nada a su propia familia política? Bien al contrario, a su familia política la ensalza por hacer cosas ilegales en lógica coherencia con su objetivo político último. A saber: reventar la legalidad. Así que no traiciona a quienes le han obligado a dimitir. Al revés, los aplaude o los aplaudía— por ir perpetrando microrrupturas en vísperas de la gran desconexión con la legalidad española.

En la Generalitat y en el partido de Vidal han negado las prácticas ilegales desveladas por el exjuez. Es palmaria la contradicción, la casi cómica contradicción, de quien aspira a reventar esa legalidad mientras se escandaliza porque uno de los suyos lo acredita ante sus seguidores. Para hacerles ver que sus dirigentes son cumplidores y van en serio.

Foto: El senador de ERC Santiago Vidal. (EFE)

Por tanto, no se entiende que expulsen a Vidal y nieguen que están cometiendo ilegalidades, cuando hasta las flores de las Ramblas saben que su misión en la vida (la de los dirigentes, no la de las flores) es retirar la legalidad española e implantar la catalana.

No se entiende que expulsen a Vidal y nieguen que están cometiendo ilegalidades, cuando se sabe que su misión en la vida es retirar la legalidad española e implantar la catalana

Lo que ha contado Vidal a quien quisiera oírle es simplemente un anticipo de la estrategia independentista para superar el periodo de transición en el que chocarían o coexistirían dos legitimidades y dos ilegalidades. De eso va lo de pasar “de la ley a la ley”. Y de eso va el fundamento y secreto contenido de la llamada ley de transitoriedad.

Vidal es reincidente. No lo ha hecho una sola vez, sino muchas y en distintos foros. No solo él. El propio secretario de Hacienda de la Generalitat, Lluís Salvadò, venía explicando en reuniones con las asociaciones civiles proindependentistas que se estaba ultimando la elaboración de una base de datos fiscales “para afrontar la independencia desde el minuto uno”. Unos datos que, tal y como también dice Vidal, las autoridades españolas no van a dar de buen grado. Lógico.

El exjuez Santiago Vidal, hasta hace unos días senador de ERC (Esquerra Republicana de Cataluña), es como el trilero tonto que te explica el truco antes de hacerlo. En política, nunca pasará por mago sino por tramposo. Y entre los suyos, por torpe. ¿A quién se le ocurre explicar al adversario con pelos y señales por dónde le va a meter el gol?

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