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Acudió, testificó, fuese y no hubo nada
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Antonio Casado

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Acudió, testificó, fuese y no hubo nada

Palabras de Rajoy a su más activo interrogador, el letrado Benítez de Lugo: "Las cosas son como son y no como a uno le gustaría que fueran”

Como en el famoso soneto cervantino, el presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, citado por el tribunal de la Audiencia Nacional, acudió, caló el chapeo, miró al soslayo, testificó, fuese y no hubo nada. Nada que no supiéramos ya. Nada que aportar al proceso indagatorio por la financiación ilegal del PP, a pesar de su cargo de secretario general cuando ocurrieron los hechos investigados (campaña electoral de 2003). Y, puesto que la comparecencia judicial se retransmitió en directo y fue de libre acceso a los medios de comunicación, nada con lo que alimentar el morbo con filtraciones y fuentes interesadas.

Las cosas son como son y no como a uno le gustaría que fueran”. Palabras de Rajoy a su más activo interrogador, el letrado Benítez de Lugo. También es su forma de consolar a quienes esperaban herirle políticamente con pena de banquillo. No hubo caso. Por increíble que resultase su aireada ignorancia sobre la financiación del PP: “Jamás me he ocupado de la contabilidad”. Pero decir en sede judicial que como secretario general del PP no se ocupa de las cuentas del partido es como si dijera en sede parlamentaria que como presidente del Gobierno no se ocupa de los Presupuestos Generales del Estado.

El resultado de la colaboración de Mariano Rajoy con la Justicia, en calidad de testigo, ha sido igual a cero

No es creíble que el jefe del Gobierno no pregunte al ministro de Hacienda por las cuentas del Estado. Ni que el secretario general deje manos libres al tesorero sin ser informado o sin preguntarle por la economía del partido. Otra cosa es que no quiera saberlo, por la misma razón que la gente no quiere saber cómo se hacen las salchichas que se come.

Que el relato del presidente del Gobierno ante el tribunal no sea creíble, que no haya aportado nada y que aún se permita presumir de colaborar con la Justicia nos remite de nuevo a la doctrina marianista. Las cosas son como son: la fiscal tuvo un perfil bajo, el tribunal asumió la tesis del testigo (no entiende de números) y el abogado de Bárcenas parecía el defensor de Rajoy. Y no como a cada uno de nosotros nos gustaría que fuera.

No es creíble que no pregunte al tesorero por las cuentas. Otra cosa es que no quiera saberlo como la gente no quiere saber cómo se hacen las salchichas

El resultado de la colaboración de Mariano Rajoy con la Justicia, en calidad de testigo, ha sido igual a cero. No niega los hechos pero los desconoce. Nada nuevo sobre la contabilidad B, los sobresueldos (sí, pero declarados al fisco), la trama Gürtel o sus relaciones personales con Bárcenas, Correa, Pérez y compañía. Y se acabó lo que se daba cuando el presidente del tribunal, Ángel Hurtado, dio por bueno el argumento central de Rajoy (política sí, números no). Fue el momento culminante de su paso por la Audiencia Nacional. Ahí caducó la posibilidad de que el entonces máximo responsable del PP arrojase luz sobre su financiación o el comportamiento de los tesoreros.

Esa lógica desarboló al representante de la acusación particular, Benítez de Lugo. Quedó bloqueado al no poder preguntar nada relacionado con la tesorería del PP. Por si había dudas, las despejó el presidente del tribunal: “Sus preguntas no conducen a nada. Si el testigo le dice que no sabe nada de las cuentas del partido, no siga usted preguntando por las cuentas del partido”. Con réplica inmediata del letrado :”Si no puedo hacer preguntas sobre los aspectos económicos, que es lo que se está enjuiciando, la comparecencia del testigo no tiene ningún sentido”.

La fiscal tuvo un perfil bajo, el tribunal asumió la tesis del testigo (no entiende de números) y el abogado de Bárcenas parecía el defensor de Rajoy

Hasta 23 preguntas fueron declaradas improcedentes. Así que el interés salió de la sala y se centró en los ecos políticos. Sánchez exige la inmediata dimisión de Rajoy ("por dignidad”) e Iglesias (“No merecemos esta vergüenza”) se conforma con reclamar su comparecencia en un pleno del Congreso. Por boca de Villegas (“Rajoy ha sido poco creíble”), Ciudadanos prefiere que la comparecencia sea en la comisión parlamentaria que investiga la corrupción del PP.

Muy aparatosas las reacciones del PSOE y de Podemos. Pero de mecha corta, me temo, porque no ha ocurrido nada que realmente modifique el tablero político o desestabilice al Gobierno.

Como en el famoso soneto cervantino, el presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, citado por el tribunal de la Audiencia Nacional, acudió, caló el chapeo, miró al soslayo, testificó, fuese y no hubo nada. Nada que no supiéramos ya. Nada que aportar al proceso indagatorio por la financiación ilegal del PP, a pesar de su cargo de secretario general cuando ocurrieron los hechos investigados (campaña electoral de 2003). Y, puesto que la comparecencia judicial se retransmitió en directo y fue de libre acceso a los medios de comunicación, nada con lo que alimentar el morbo con filtraciones y fuentes interesadas.

Mariano Rajoy Caso Gürtel Luis Bárcenas