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Encuentra las siete diferencias: Artur Mas y Rocío Jurado
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Juan Soto Ivars

Un murciano en la corte del rey Artur

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Encuentra las siete diferencias: Artur Mas y Rocío Jurado

Aquí todo cuelga de un hilo onírico y todo depende de que los ganadores y los perdedores de las elecciones sueñen lo mismo al mismo tiempo

Foto: Mas abandona el Tribunal Superior de Justicia de Cataluña (TSJC) tras declarar por el 9-N. (Reuters)
Mas abandona el Tribunal Superior de Justicia de Cataluña (TSJC) tras declarar por el 9-N. (Reuters)

El día 21 por la mañana, mientras la Guardia Civil olisqueaba los bajos del ayuntamiento de Olot en busca de trapos sucios con aroma a 3%, un agente de la policía municipal se puso a repartir multas entre los coches patrulla de la benemérita aparcados en la puerta del consistorio. Sus movimientos fueron ágiles y calculados: primero un coche, luego el otro y después una retirada táctica a toda velocidad. Disparó papelitos como un crupier y, con la habilidad asombrosa de los magos, hizo el mutis. Sus tácticas 'ninja' dejaron estupefacto al guardia civil que observaba la escena, se supone que vigilando los vehículos, pero vulnerable a una amenaza tan inesperada.

Sin saberlo, hemos asistido al primer combate entre las fuerzas del orden españolas y las catalanas. Algunos agoreros decían que el soberanismo nos conducía a este choque de locomotoras: la policía municipal del Olot versus la Guardia Civil. ¡La primera escaramuza de la batalla! ¡La violencia!

En realidad no fue para tanto, pues el guardia civil se comportó con la parsimonia de Rocky en los primeros compases de un combate, y se quedó de brazos cruzados mientras el municipal aquinielaba los limpiaparabrisas. Si esto es el arranque de las hostilidades bélicas, el primer 'round' ha dejado a toda España con dos palmos de narices.

El municipal me pareció un agente demasiado cumplidor, de esos a los que se les bajan las persianas y ya no responden a los estímulos externos, solo multar, multar y multar, como el de esa novelita de Jardiel Poncela que besaba la placa en vez del crucifijo antes de irse a dormir, y a la mañana siguiente se despertaba con el uniforme puesto.

Las multas resbalarán sobre los coches de la benemérita como la declaración de independencia sobre la Constitución española

Todo hubiera quedado en una anécdota del Mortadelo, pero en corte del Rey Artur siempre hay doble lectura, o lectura bilingüe. Hay dos explicaciones y en las dos aparece el nombre de Ignasi López. La más aburrida, que López, jefe de la Policía Municipal de Olot, ayudante del obispo de Gerona y candidato de Junts Pel Sí, envió al agente para castigar a los que intentan demostrar que los libertadores de la patria catalana son en realidad chorizos a la española. La otra, más descacharrante todavía, que López en persona, de cuerpo presente y con atuendo policial, fue el héroe que empapeló aquella mañana a la Guardia Civil.

Las multas carecen de fundamento y se perderán como lágrimas en la lluvia. De hecho, es posible que el municipal haya prevaricado, que es lo que pasa si pones escuchas en los teléfonos de una manada de bucaneros protegidos por el PP. Así que las multas resbalarán sobre los coches de la benemérita como la declaración de independencia sobre la Constitución española, pero yo no quiero que nos apartemos del valor simbólico de estas acciones irreconciliables con la ley, porque ahí radica su importancia.

Pese a que el tesorero de Convergencia ya se aburre en una celda, parece que al rey Artur le están funcionando los espectáculos de folclórica. Si Cataluña fuera Marbella, Artur Mas sería Rocío Jurado, que tenía siempre a los palmeros a su favor. De hecho, parece que CDC ha alcanzado un acuerdo con la CUP y habrá una declaración de independencia en un “acto solemne” en la primera sesión del nuevo Parlament. No sé si ese acto tendrá a Mas en la tribuna o en el banquillo, y tampoco sé si Ignasi López aparecerá vestido de paisano, de policía o de monaguillo, pero no importa.

Aquí todo cuelga de un hilo onírico y todo depende de que los ganadores y los perdedores de las elecciones sueñen lo mismo al mismo tiempo. De gobernar no se preocupa nadie, que es mucho más aburrido que soñar. No pasa un día sin que nos recuerden los políticos separatistas que el primer paso para solucionar todos los problemas de los catalanes es convertir Cataluña en una República, pero es evidente que, como no se pongan serios, va a acabar transformada en 'sitcom'.

Cataluña no tiene ahora mejor financiación ni mejores condiciones para negociar con el Gobierno de las que tenía, pero los niños pueden soñar con helados gratis

Resulta difícil despertarlos. Es como si las 'esteladas' hubieran devorado al pragmatismo más elemental. Advertía Miquel Iceta en la campaña de que los años de reinado de Artur Mas han pasado sin pena ni gloria, pero se equivocaba, porque a nivel onírico se ha avanzado mucho. Cataluña no tiene ahora mejor financiación ni mejores condiciones para negociar con el Gobierno de las que tenía, pero los niños pueden soñar con helados gratis todo el año si les da la gana. Y hemos visto una colección de Diadas con mucho color y muy vistosas, y han caído varias copas para el Barça, y se celebró una consulta que no tenía validez legal pero quedó muy emotiva, y ahora, tras el 'vot de la meva vida', posiblemente tendremos una declaración unilateral de independencia digna de figurar en la sección de 'fricadas' del Reader's Digest.

El problema es que va a llegar un momento en que Cataluña se despierte, y entonces se dará cuenta de que un policía municipal de Olot puede poner una multa a la Guardia Civil, pero no puede multarla; y de que el presidente de una autonomía puede escenificar una declaración de independencia, pero no puede hacerla efectiva; y de que solo queda la negociación con el Gobierno central si el objetivo es desbloquear este Cristo mediático, pero ya resulta imposible.

Dijo Goya que el sueño de la razón produce monstruos, y yo creo que estaba haciendo una metáfora anticipada del 'procés'.

El día 21 por la mañana, mientras la Guardia Civil olisqueaba los bajos del ayuntamiento de Olot en busca de trapos sucios con aroma a 3%, un agente de la policía municipal se puso a repartir multas entre los coches patrulla de la benemérita aparcados en la puerta del consistorio. Sus movimientos fueron ágiles y calculados: primero un coche, luego el otro y después una retirada táctica a toda velocidad. Disparó papelitos como un crupier y, con la habilidad asombrosa de los magos, hizo el mutis. Sus tácticas 'ninja' dejaron estupefacto al guardia civil que observaba la escena, se supone que vigilando los vehículos, pero vulnerable a una amenaza tan inesperada.

Artur Mas Convergència Democràtica de Catalunya (CDC) Operación Petrum Guardia Civil
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