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Mr. Wert y la mala educación
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Nacho Cardero

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Mr. Wert y la mala educación

Sus maledicentes compañeros de partido comentan por ahí que los mejores días de Wert como ministro han sido los quince últimos. No por sus ingeniosas alocuciones,

Sus maledicentes compañeros de partido comentan por ahí que los mejores días de Wert como ministro han sido los quince últimos. No por sus ingeniosas alocuciones, sino más bien por lo contrario. “Durante las elecciones catalanas lo hemos tenido encerrado. Le pedimos que no abriese la boca en el tiempo que durase la campaña, que no nos podíamos permitir otra sugerencia como aquélla de que había que españolizar a los niños catalanes. Y lo ha cumplido”.

El ministro sólo tuvo que saltarse el encierro voluntario para rendir honores al director de cine José Luis Borau, cuya capilla ardiente se encontraba instalada en el tanatorio de la M-30 de Madrid. Allí, rodeado de guionistas, actores, claque y demás gente del mundo del espectáculo, Wert fue víctima de una audible pitada. La protesta aconteció en presencia del cuerpo exangüe del cineasta aragonés.

¿Qué ha hecho el ministro para ser vilipendiado tanto por el lobby de la industria cultural como por los usuarios de Internet, por profesores e iletrados, por socialistas y populares? ¿Qué ha hecho para que, según el último sondeo de Metroscopia y los barómetros trimestrales del CIS, sea el ministro peor valorado de todo el Gobierno Rajoy? Básicamente, cometer dos pecados capitales. En primer lugar, Wert se dejó doblar la cerviz por las tesis de Montoro y permitió una subida en el IVA de la cultura del 8 al 21%; y segundo, hizo oídos sordos a los expertos y planteó una reforma educativa únicamente consensuada consigo mismo.

José Ignacio Wert (Madrid, 1950) pasa por ser un tipo brillante, de verbo fluido y cabeza amueblada. Estudió en Colegio del Pilar, se licenció en Derecho por la Universidad Complutense con premio extraordinario y realizó un máster en Sociología Política por el Instituto de Estudios Políticos. Ha ocupado cargos de relevancia en RTVE, CIS, Demoscopia, Sofres, Prisa y BBVA por obra y gracia de Francisco González. Entre sus amistades figura Pedro Arriola, el sociólogo del PP, del que no parece haya adoptado su extraordinaria habilidad para medir las palabras antes de expresarse en público.

Al igual que le ocurría a Zapatero, a Wert sólo le funcionan los Deportes. Los otros dos flancos de su cartera hacen agua. En el primero de ellos, el de Educación, choca de lleno con la secretaria general del partido, María Dolores de Cospedal, mientras que en el segundo, el de Cultura, está enfrentado a su número dos, el secretario de Estado de José María Lasalle, que no se esfuerza en disimular la animosidad hacia el jefe. Es como si los suyos le hubieran hecho un sándwich.

Pero hete aquí que ayer Wert se revolvió como gato panza arriba. Bien porque quiere dar continuidad a sus quince días gloriosos, bien porque nota cómo le están moviendo la poltrona, el ministro revolucionó el patio de colegio de las comunidades autónomas con una reforma educativa que apenas se asemeja a la pergeñada un mes antes. El cambio es radical e interpreta la partitura de Génova.

¿Qué ha hecho para que sea el ministro peor valorado de todo el Gobierno Rajoy? Básicamente cometer dos pecados capitales. En primer lugar, Wert se dejó doblar la cerviz por las tesis de Montoro y permitió una subida en el IVA de la cultura del 8 al 21%; y segundo, hizo oídos sordos a los expertos y planteó una reforma educativa únicamente consensuada consigo mismo

Tras el conato de rebelión de los consejeros del PP, del que dio cuenta El Confidencial, Wert llega a la conferencia sectorial de hoy martes con una la Ley Orgánica de Mejora de la Calidad de la Educación (LOMCE) que cuenta con el visto bueno de Cospedal y el Partido Popular, pero que levanta ronchas en las ‘comunidades enemigas’. Especialmente, en la Cataluña gobernada por Artur Mas.

En concreto, el borrador de la LOMCE obliga a las autonomías a pagar una plaza en un centro privado a aquellos padres que soliciten la educación en castellano cuando la comunidad no pueda ofrecerles esta posibilidad en un centro público o concertado. Este punto, que no es más que el reflejo de la reciente sentencia del Supremo, que establece el castellano como lengua vehicular en la enseñanza en Cataluña, supone un torpedo en la línea de flotación de las comunidades con gobiernos nacionalistas.

Además, el anteproyecto de la reforma educativa otorga una mayor autonomía a las CC.AA. y centros de educación de la prevista inicialmente; tumba la asignatura de Educación para la Ciudadanía, que sólo podrá impartirse dentro del margen de maniobra concedido a las autonomías; permite que la religión o su asignatura alternativa computen para la evaluación del alumno; recula en la desaparición del bachillerato de la música, y recupera el latín y el griego.

En un principio, la Cultura Clásica había sido desterrada de la LOMCE, lo que provocó que insignes académicos remitieran una carta a Rajoy en la que señalaban al ministro como responsable directo de “la muerte real de la enseñanza clásica” en España. Misiva a la que se adhirieron institucionalmente, entre otros, la Real Academia Española de la Lengua, la de la Historia, la Sociedad Española de Estudios Clásicos y, a título individual, multitud de firmantes como Mario Vargas Llosa, Luis María Anson, Carmen Iglesias y Juan Luis Cebrián.

Luego, el Ministerio de Educación trató de hacerse querer por los ‘clásicos’ otorgando el Premio Nacional de las Letras Españolas 2012 al helenista Francisco Rodríguez Adrados. Sin embargo, el prestigioso filólogo, lejos de cohibirse con el galardón, aprovechó el premio como altavoz de su incansable lucha por el mantenimiento de las lenguas y cultura clásicas en el sistema educativo español, y para suplicar una reunión con un ministro que le ha premiado… pero que aún no le ha recibido. Finalmente, Wert parece haber escuchado las súplicas de cátedros y académicos.

Internet, otro campo de minas

El otro campo de minas que ha de atravesar Wert es el de la ley de propiedad intelectual, cuyos primeros esbozos son de un intervencionismo tal que dejan a la Ley Sinde casi como una norma anarquista. Lo cierto es que la autoría del borrador hay que atribuírsela a su número dos, José María Lasalle, que ha contado para su redacción con un reducido grupo de fieles, descartando a su vez a los expertos propuestos por el ministro, caso del presidente de la Academia de las Artes y las Ciencias Cinematográficas de España, Enrique González Macho.

La nueva ley pretende que los derechos de autor corran a cargo de los Presupuestos Generales del Estado, esto es, de los contribuyentes; que exista una mayor supervisión de la SGAE y del resto de entidades de gestión, y que se puedan bloquear y multar con fuertes sanciones a las páginas web que tengan “como principal actividad” facilitar “listados ordenados y clasificados de enlaces” a contenidos sujetos a derechos de autor. En conclusión, el borrador bosquejado en el Ministerio quiere poner puertas a Internet y mantener los privilegios de un puñado de autores.

A pesar de que el texto no es en puridad obra del ministro, las críticas le asaetean como dardos. Blogueros, productores, majors americanas, entidades de gestión, Ministerio de Industria, todos, pero todos sin excepción, han vapuleado inmisericordes el proyecto de Mr. Wert. Solo cabe esperar que, como ha sucedido con la reforma educativa, que la ha modificado de arriba abajo y ahora va por buena dirección, rectifique y evite presentar una ley arcaica que no goza de consenso alguno. De no ser así, el próximo en caer será el propio Wert. No son pocos los que ya se están postulando para ocupar el sillón del ministro.

Sus maledicentes compañeros de partido comentan por ahí que los mejores días de Wert como ministro han sido los quince últimos. No por sus ingeniosas alocuciones, sino más bien por lo contrario. “Durante las elecciones catalanas lo hemos tenido encerrado. Le pedimos que no abriese la boca en el tiempo que durase la campaña, que no nos podíamos permitir otra sugerencia como aquélla de que había que españolizar a los niños catalanes. Y lo ha cumplido”.