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Leopoldo Abadía

Desde San Quirico

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Este Papa es una mina

Cuando sale al balcón de San Pedro el día de su elección, alguien le dice que se ponga la muceta roja porque hace frío, y, muy

Cuando sale al balcón de San Pedro el día de su elección, alguien le dice que se ponga la muceta roja porque hace frío, y, muy amable, le contesta: "Póngasela usted".

Decide vivir en un hotel en lugar de hacerlo en los aposentos papales, cosa que supongo que no les habrá gustado a los responsables de su seguridad.

En una homilía casera (una de las que pronuncia en su Misa diaria en ese hotel), dice algo así como que no ve claro el Banco Vaticano y luego se ríe, al advertir que están presentes unos cuantos del Banco. (Que sonríen por educación.)

A los pocos días se reúne con las Superioras Generales de Órdenes Religiosas y anima a las monjas a que se consideren madres y no solteronas.

Va a Santa María la Mayor, se encuentra con un cardenal que no tenía que estar allí y le dice que se vaya.

Le invita a cenar a un amigo mío que está unos días en Roma trabajando.

Me cuentan que se sorprendió al enterarse de que un guardia suizo se había pasado la noche vigilando en la puerta de su habitación y que le hizo sentarse "porque yo soy el Papa" y le trajo un bocadillo.

Gestos. Estilo. Cercanía. Soplo de aire fresco, en un momento en que el aire fresco se agradece.

Porque el aire está un poco sucio. Porque lo que se lee y se respira no anima.

Iba a decir "porque la gente está como acurrucada en su casa, esperando que escampe, y no escampa".

Yo creo que sí está escampando y que, poco a poco, vamos saliendo del túnel. Veo que hay gestos. Cuando Mariano dice que habla con Alfredo más de lo que parece, me lleno de alegría, porque no acabo de entender por qué hay que estar siempre con cara de que te has tragado una escoba. Cuando se muere alguien y los adversarios políticos van a su entierro y dicen cosas buenas de él, pienso que estamos en el buen camino.

Cuando veo que el Banco de los Alimentos sobrepasa sus objetivos, me parece una maravilla. 

Necesitamos soplos de aire fresco. Necesitamos gente que sonría. Que sonría y que haga más cosas, por supuesto, que hay que ver lo que sonreía José Luis cuando estaba en la Moncloa y hasta esta tarde no había yo conseguido descubrir que hubiera hecho algo bueno. Pues estaba equivocado, porque hoy, en la estación de tren de Toledo, he visto una placa en la que dice que presidió la inauguración de la línea de alta velocidad Madrid-Toledo. Algo es algo. Se llega en media hora.

Todos hacemos cosas buenas. Me parece que he contado alguna vez lo que me dijo un exministro socialista: "Mira, Leopoldo, mal no lo quiere hacer nadie". Pues es verdad. Lo que pasa es que, queriendo hacer las cosas bien, a veces patinamos. Todos.

Escribo esto en el AVE de Madrid a Barcelona. Se me acerca un chaval al que no conozco. Me saluda muy cariñoso. Lo de salir en la tele hace que la gente se te acerque y te sonría. Me explica a qué se dedica y, en voz baja, me dice que nunca había tenido un año tan bueno como este y que está "currando" como nunca. Y que, además, se divierte como nunca.

Otro soplo de aire fresco. No sé si es que hoy tengo un día bueno o es que lo del Papa me ha animado.

Por si acaso, le doy las gracias.

Cuando sale al balcón de San Pedro el día de su elección, alguien le dice que se ponga la muceta roja porque hace frío, y, muy amable, le contesta: "Póngasela usted".