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Mis amigos los de Torrevieja
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Leopoldo Abadía

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Mis amigos los de Torrevieja

Doy una conferencia en Torrevieja. Muchos empresarios. Conchi, la organizadora, me habla de alguien. Dice que es una persona muy válida, pero que

Doy una conferencia en Torrevieja. Muchos empresarios.

Conchi, la organizadora, me habla de alguien. Dice que es una persona muy válida, pero que "le falta un hervor". Como la veo tan lanzada, pienso que ella se quedó con el hervor que le falta a esa persona.

Se les ha ocurrido pegar carteles con el título de la conferencia: "La economía va sobre ruedas". Supongo que el título se le ha ocurrido a ella, concesionaria de coches de Skoda, y a los de Abat, fabricantes de bicis y motos eléctricas. Lo malo es que lo han puesto debajo de mi foto.

Viene a buscarme a Alicante y me lleva a Torrevieja. En el camino, me explica por qué ha puesto ese título. Dice que pretende "animar al público", que allí hay gente muy buena y no quiere que, con esto de la crisis, se queden acurrucados en su casa, llorando por lo mal que está todo.

Me habla de su negocio, de sus ilusiones... hasta del niño que ella y su marido han adoptado, convirtiéndose de paso en familia numerosa, porque ya tenían dos suyos (no me gusta llamarles biológicos, que me suena raro, porque los padres son los padres, simplemente).

Pienso que, en estos momentos, hacen falta muchas personas:

1. Que quieran ser empresarias (he decidido no volver a utilizar eso de los 'emprendedores' y, mucho menos, lo de la 'emprendeduría', palabro extraño que no quiere decir nada y que no sé si lo ha aceptado la Real Academia, pero si lo han hecho, allá ellos).

2. Personas que estén dispuestas a jugarse su dinero o firmar una póliza de crédito, que ahora, según los anuncios del grifo que ha puesto el FROB, parece que va a ser pan comido (¡?).

3. Personas que admitan -que exijan, que se exijan a sí mismas- que la responsabilidad de cómo vaya su negocio es suya y sólo suya, y no de todos los señores encuadrados en diversas organizaciones que son todos muy malos y no nos dejan vivir y a quienes siempre es cómodo echar la culpa de lo que nos pasa.

4. Personas que exijan a los que trabajan en su empresa que se enteren de que a todos les interesa que aquello vaya bien y que, con su esfuerzo, aquello irá mejor y todos comeremos (uno de los asistentes cuenta que, cuando contrata a una persona, le dice que, si trabaja duro y bien, alimentará a la vaca y la podrá ordeñar, pero sin olvidarse de que la vaca es suya, porque fue él que la descubrió, la compró y la engordó).

5. Personas como el señor que me ha dicho que, gracias a una política austera (o sea, llevada con la cabeza) de reparto de dividendos, se ha permitido el lujo de no depender de los bancos y -más lujo aún- de financiar a sus clientes ("a los buenos, claro", añade).

Total, que no sé para qué he ido a Torrevieja, porque se lo saben perfectamente.

Pero ya que he ido, he intentado aprovechar el viaje y aprender cosas y reafirmarme en otras.

Como sucede siempre, me preguntan por el futuro de los chicos jóvenes. Contesto lo de siempre, que si estamos en la aldea global hay que buscar empleo o crear empresas en la aldea global, o sea, en Polonia, por ejemplo, como ha hecho un chico del Máster del IESE a quien le di clase hace unos años.

También pienso lo de siempre: que no se puede generalizar y que cada persona es cada persona.

Que hay chavales en paro que un día dejaron los estudios para trabajar en la construcción y ahora se han quedado sin empleo y tienen poca formación. Esos me preocupan. Este es el momento de volver a estudiar mientras, hora tras hora, se busca trabajo. O sea, el momento de trabajar como nunca, no de dedicar sus horas a fabricar una pancarta pidiendo empleo.

Otros están bien formados, saben inglés y tienen ganas de trabajar o de montar una empresa. La aldea global les espera.

Hay otros que me preocupan más que los anteriores: las personas de 40-50 años bien formadas que se han ido a la calle porque tuvieron la mala suerte de trabajar en una organización en la que, por cosas que pasan o por burradas que algunos hicieron, de repente sobraron no sé cuántos.

Me preocupan más porque pueden tener el complejo de que "nadie me quiere". Y quizá, hasta es verdad. A estos hay que animarlos, porque por su madurez, sus conocimientos y su saber trabajar, no pueden quedarse arrinconados. Tendrán que 'reinventarse', otro palabro que no me gusta, pero que dice mucho. Y como tienen potencial, se darán cuenta de que valen para muchas más cosas de las que creían. No serán los primeros que, a su edad, sea la que sea, montan algo y tienen éxito.

Para todos: no perder el tiempo hablando de Merkel, Obama, Abe y Rajoy. Eso no sirve para nada; solo para desfogarse. Pero mientras nos desfogamos, suceden tres cosas:

1. Que no hacemos nada.

2. Que aun no haciendo nada, perdemos energías.

3. Que como consecuencia, cuando se trata de trabajar con alguien que tenga una vaca, lo primero que decimos es que tenemos derecho a ordeñarla, en vez de plantearnos cómo podemos ayudar a que esté más gorda y más lustrosa y produzca más leche.

P.S.

1. Llamo 'chicos del Máster' a todos los que he tenido en clase. Como me fui del IESE hace años, algunos ya son talluditos. El de Polonia, concretamente, volvía a Barcelona después de estar con sus nietos en Madrid.

2. Los organizadores de la conferencia me hacen montar en una bici eléctrica, porque, en frase muy gráfica, se dedican a todo lo que lleve ruedas. Gracias a Dios, es sólo para hacerme fotos, porque estaba en el escenario y si la pongo en marcha, igual acabo mi excursión en el Hospital de Torrevieja, que, a juzgar por lo que he visto allí, seguro que es fenomenal, pero al que no me apetece ir en este viaje.

Doy una conferencia en Torrevieja. Muchos empresarios.