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Los bancos, de metáfora en metáfora, hasta su desaparición
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Leopoldo Abadía

Desde San Quirico

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Los bancos, de metáfora en metáfora, hasta su desaparición

La cosa está muy clara. Los bancos se han convertido en unas entidades cuyo fin está en sí mismos. Es como si yo tuviera una tienda,

La cosa está muy clara. Los bancos se han convertido en unas entidades cuyo fin está en sí mismos. Es como si yo tuviera una tienda, cerrada al público, con anuncios en la prensa y en la tele, pero que no vende nada por si acaso los clientes no le pagan. La gente normal se preguntaría cómo sobrevivía aquella tienda. Cuando a esa gente normal le dijeran que lo hacía gracias al dinero que le llegaba del extranjero y que con ese dinero cubría las pérdidas debidas a mi mala gestión o a alguna estafa que yo había hecho a mis clientes, o a que yo me di a mí mismo unos incentivos muy bonitos, esa gente, digo, dejaría de venir a mi tienda. En primer lugar, porque estaría cerrada y, en segundo lugar, porque no se fiarían de mí.

Después de este preámbulo metafórico-enrevesado, copio de Expansión: “…como admiten la Comisión Europea y el BCE, no habrá recuperación económica sin un acceso 'adecuado' a nuevos préstamos por parte del sector privado…”, cosa que no hacía falta que la dijera la Comisión Europea ni el BCE, porque me la dijeron ayer en una librería, en un puesto de 'chuches' en la Rambla y un taxista.

Vuelvo a la metáfora, imaginando que todas las tiendas de mi calle y de las calles adyacentes y de la ciudad entera están como la mía, todas con la persiana bajada, la luz de dentro encendida y el aire acondicionado puesto. La gente de mi calle, de las calles adyacentes y de la ciudad entera no podrá comprar ropa. Al principio lo pasarán mal, pero después buscarán otros procedimientos: una señora se pondrá a hacer vestidos en casa para venderlos a sus amigas. Otra se arreglará unas cosas viejas y, como tiene buen gusto, irá hecha un figurín, y otra, como ha adelgazado, recuperará y volverá a poner de moda trajes de hace unos años… Y mi tienda, y las otras y las otras seguirán cerradas, con menos empleados, porque habrán despedido a bastantes, con la excusa de que para no hacer nada, no sé por qué se les tiene que dar cobijo.

Se acabó la metáfora, porque me estoy perdiendo y luego dicen que me lío de mala manera. Traducido a la cruda realidad, lo que quiero decir es que:

1.- Para el buen desarrollo de la economía, es necesaria la financiación.

2.- No he dicho que son necesarios los bancos. He dicho la financiación.

3.- Los bancos son incapaces de dar financiación.

4.- Serán incapaces durante mucho tiempo, porque, debido a sus recientes locuras, nadie se fía de ellos.

5.- Que no me fíe yo, no tiene ninguna importancia.

6.- Que no se fíen unos bancos de otros, tiene más importancia.

7.- Que no se fíe el Banco de España es peor.

8.- Que no se fíe el BCE es todavía peor.

Lo del Banco de España y el BCE se deduce de que:

1.- Les mandan que limiten el reparto de dividendos, lo cual me molesta, porque tengo 122 acciones del Santander, 109 del BBVA y 111 del Popular y contaba con los dividendos para irme a cenar con mi mujer. Y nos hemos quedado sin cena.

2.- La troika quiere mitrar todas las refinanciaciones, que, en algunos casos, no son más que una manera de cerrar los ojos y decir: "Esto que me debe, ya me lo pagará dentro de 10 años. Mientras tanto, lo mantengo en el Activo, porque hace más bonito". Y si la troika mira todas las refinanciaciones, puede encontrar maravillas. Y como esas maravillas reducen el Activo, que es lo de la izquierda, automáticamente bajan el Capital, que, como decía un amigo mío, "por alguna extraña razón, está en el Pasivo". Y entonces, la troika, que desde que son cinco están hechos unos tiquismiquis, les hace poner dinero en el Activo para que suba y para que el Capital, al otro lado, quede más presentable. Pero ese dinero no se puede utilizar para préstamos, porque como la troika no se fía de que los créditos sean sanos, les pegarán un tajo (los entendidos le llamamos haircut) y vuelta a empezar.

3.- Las preferentes fueron otro invento de estos chicos, que, cuando se ponen a tener ideas, son imparables. Ahora los preferentistas, que aunque suene a broma es un nombre serio, han perdido la tira y muchos quieren ir a arbitraje. Y eso del arbitraje puede ser duro, y más Capital que necesitarán.

4.- Mientras tanto, los bancos que han pasado sus activos sucios a la Sareb venden esos activos en nombre de dicho organismo, cobrando comisión, como no podía ser menos.

Para no seguir y repetir todo lo ya sabido, vuelvo a copiar, esta  vez de El Economista: "La Comisión y el BCE ven 'clave' perseverar en la vigilancia de los activos de la banca".

Pues venga, señores, a perseverar.

Y los demás, o sea, nosotros, a darnos cuenta de una vez por todas de que lo de la banca no se arregla por ahora. Que Goirigolzarri ha comprado no sé cuántas acciones de Bankia, allá él (no podrá salir a cenar con su mujer.) Que La Caixa hace una labor social preciosa, fenomenal. Que el Santander patrocina la Fórmula 1, una maravilla. Que los equipos españoles juegan la liga BBVA, sensacional.

Pero hay que buscar una solución para que el dinero que presta el BCE a los bancos llegue a los que trabajan -eso que llaman 'la economía productiva'- y no se quede convertido en Deuda del Estado o guardado en un rinconcico de la Facilidad de depósito. O gastado en indemnizaciones majas, como la que está reclamando ahora Adolf Todó, expresidente de CatalunyaCaixa, que quiere 3 millones y pico de euros por su buena gestión, después de afirmar que el anterior director general fue el culpable del 95% de los problemas y él, sólo del 5 %, que total no es nada.

He llegado a la conclusión de que los bancos me sobran. Yo, tranquilo con mi Caja de Ingenieros, que le echa sentido común a su gestión y no patrocina ni la carrera de bicicletas nocturna, campo a través, en la Fiesta Mayor del pueblo al lado de San Quirico.

No sé cuál es el procedimiento. Pero seguro que en Europa hay gente que lo inventaría. Igual, el dinero del BCE podría ir al ICO, y el ICO podría alquilar unas oficinas de las que los bancos cierren, contratar a unos empleados de los que sobren en los bancos y empezar a dar créditos, por supuesto 'adecuados', a la gente 'adecuada'.

Pero habrá más soluciones, y mejores. Estoy seguro. Y este mes de agosto es un momento bueno para que el BCE haga un concurso europeo de ideas con la pregunta: "¿Qué hay que hacer para saltarse a los bancos?".

Yo creo que habría bastantes propuestas. Quizá ninguna mía, porque no se me ocurriría nada. Pero algo hay que hacer. Algo revolucionario. Pacíficamente revolucionario. No se trata de abuchear a los presidentes de las entidades financieras (puestos a abuchear, se lo merecen muchísimo más que la Reina). Algo que haga que nos planteemos por qué seguir con un sistema en el que todo gira alrededor de estas entidades que ya vemos para qué sirven.

Veo que me he vuelto antisistema. Lo que me faltaba, acabar en una tienda de campaña en la Puerta del Sol.

La cosa está muy clara. Los bancos se han convertido en unas entidades cuyo fin está en sí mismos. Es como si yo tuviera una tienda, cerrada al público, con anuncios en la prensa y en la tele, pero que no vende nada por si acaso los clientes no le pagan. La gente normal se preguntaría cómo sobrevivía aquella tienda. Cuando a esa gente normal le dijeran que lo hacía gracias al dinero que le llegaba del extranjero y que con ese dinero cubría las pérdidas debidas a mi mala gestión o a alguna estafa que yo había hecho a mis clientes, o a que yo me di a mí mismo unos incentivos muy bonitos, esa gente, digo, dejaría de venir a mi tienda. En primer lugar, porque estaría cerrada y, en segundo lugar, porque no se fiarían de mí.