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Leopoldo Abadía

Desde San Quirico

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Mis preocupaciones

Leo los periódicos, veo la tele, oigo la radio. Y me achanto, palabra que en Aragón se usa para decir que me siento pequeñico, pero muy

Leo los periódicos, veo la tele, oigo la radio.Y me achanto, palabra que en Aragón se usa para decir que me siento pequeñico, pero muy pequeñico, y que tenía que haber puesto admiraciones en el primer capítulo de mi último libro. El capítulo se titula "Cómo está el mundo". Tenía que haber puesto "¡Cómo está el mundo!", porque, de verdad, da la impresión de que está mal.

Además de achantarme, me lleno de una sensación de soledad. ¡Todo tan mal y yo aquí, solo!

Y, además, sin poder alguno para cambiar nada.

Fuera de España, da la impresión de que ha habido conjunción planetaria (aunque no es el momento, aún me río de la patochada que dijo aquella moza que me parece que ahora está en la Organización Panamericana de la Salud). La citada conjunción empieza por Ucrania, sigue por Francia, donde un señor con pinta respetable grababa las conversaciones de Sarkozy, continúa con la tensión de Pekín con Tokio, que le hace subir su presupuesto militar, pasa por Israel, que intercepta un buque con misiles rumbo a Gaza y acaba (porque yo decido que acabe) con las maduradas del presidente Maduro, que, como ya dije otra vez, en mí tierra dirían que "cada vez que abre la boca, pasa un carro".

Dentro de España, seguimos con nuestras cosas. Ahora, el presidente de la nacioncita de Extremadura se queja de que a la nacioncita de Cataluña le dan más dinero, afirmación que la nacioncita de Cataluña rebate inmediatamente. El PP quiere más poder en el PPE, y el PSC, que, como bien dijo Pirandello, es un personaje en busca de autor, o, como diría yo, no sabe por dónde anda, se preocupa de las elecciones europeas.

Fuera de España, da la impresión de que ha habido una conjunción planetaria que empieza en Ucrania, sigue por Francia y Pekín, pasa por Israel y acaba con las 'maduradas' del presidente Maduro

Para colmo, se me caen los palos del sombrajo cuando veo que la policía ha registrado la sede del Consejo del Jamón de Teruel y ha requisado documentos y ordenadores. Se me caen los palos porque fui dos o tres años a la Fiesta del Jamón en Teruel y aquello era una maravilla. Y supongo que lo sigue siendo.

Mientras tanto, el Barça, atento a la creación de puestos de trabajo, quiere dedicar 600 millones de euros (lo que hace cuatro días se llamaban 100.000 millones de pesetas, o sea, prácticamente un regalo) a reformar el estadio, porque, en frase de un pensador, "el actual estadio sigue siendo un icono, pero se ha quedado obsoleto". Como puede verse, con ese argumento, cualquier consejo de administración serio invertiría 100.000 millones de pesetas en la reforma del icono y, en el caso improbable de no tenerlos en caja, cualquier entidad financiera se los prestaría, a devolver en cómodos plazos y con un interés normal.

Sigo leyendo y veo una noticia que me da una pista: Valdés, un gran portero, y Puyol, un gran defensa, se van.

Digo que me da una pista, no por seguir los pasos de estos dos grandes del fútbol. Valdés fichará por un equipo top y Puyol, por uno no top, como algún norteamericano o algún catarí, donde se le exigirá menos, hará unas perricas y redondeará una carrera brillantísima sin exponer más la rodilla, que la tiene un poco averiada.

No voy a seguir los pasos de estos señores por varias razones. En primer lugar, porque no puedo. Si me ofrezco a un equipo de Estados Unidos o de Qatar, cuando vean mí historial deportivo, igual no me contratan. Y, en segundo lugar, quizá condicionado por ese historial, porque no me da la gana irme y dejar todo en manos de estos chicos a los que quiero echar, pero todavía no encuentro cómo, aunque no desespero de encontrar el procedimiento. Me costará, pero lo encontraré.

Me ayuda la opinión pública. Cuando veo que el inefable Strauss-Kahn es el preferido de los franceses para sustituir a Hollande, me parece que es más por ganas de echar a Hollande que por elegir al inefable, entendiendo por inefable "algo o alguien que no se puede explicar con palabras".

Leo a Fernando Ónega, un periodista periodista, que se plantea en un artículo en La Vanguardia "la duda de si queremos ser una nación de camareros o una nación en la que triunfe el I+D".

Y pienso que, hasta hace muy poco, fuimos una nación de albañiles. Pienso que ahora tenemos 5.896.300 personas sin empleo, según la EPA de 31 de diciembre. Pienso que me encantaría que todas ellas se emplearan en puestos de I+D y, mejor aún, de I+D+E+i+e (Investigación + Desarrollo + Educación + innovación + emprendimiento), pero como por ahora eso no es posible, me interesa que trabajen en los puestos mejor pagados y de mayor nivel que puedan. Si son de I+D+ etc…, bien. Y si son de camarero, bien. Porque pienso que es mejor un empleo que un no empleo.

Pienso que me encantaría que todos los parados se emplearan en puestos de I+D, pero como por ahora eso no es posible, me interesa que trabajen en los puestos mejor pagados y de mayor nivel que puedan. Si son de I+D, bien. Y si son de camarero, bien. Porque pienso que es mejor un empleo que un no empleo.

Veo la encuesta del CIS de Febrero y tengo una cierta sensación de no estar solo. A los españoles les preocupan, por este orden, el paro, la corrupción, los problemas económicos y esos mozos que se dedican a la política (curiosamente, los nacionalismos y la ley del aborto no le preocupan prácticamente a nadie).

Y las relaciono con lo que a mí me preocupaba "cuando estaba solo", o sea, al principio del artículo. Y me siento más acompañado, porque pienso –quiero pensar– que, a partir de ahora, todo político que se precie, en España, en Francia o en Symferopol (Ucrania) intentará ganarse el sueldo en función de sus objetivos.

Yo, a los políticos españoles, ahora, sólo les pondría un objetivo: reducir el paro. Los obligaría a hablar sólo de eso en las entrevistas individuales y en las convenciones de su partido. Los obligaría a reunirse día sí día también con los bancos, por mi vieja manía de que ahí está el problema, y les pondría una remuneración simple, formada por una parte fija, que les permitiese vivir con un cierta dignidad, más una variable, en función del número de parados que encontrasen empleo durante el año. Esta segunda parte les permitiría multiplicar por cuatro el sueldo fijo, y, como su mismo nombre indica, sería variable. O sea, este año te lo has ganado. Te la pago. Este año no te lo has ganado. No te la pago.

P.S.: Releo el artículo y pienso que, quizá, he dado un pasito en mis propuestas para echar a los indeseables y quedarnos, y atraer, a los deseables.

Seguiré pensando.

Leo los periódicos, veo la tele, oigo la radio.Y me achanto, palabra que en Aragón se usa para decir que me siento pequeñico, pero muy pequeñico, y que tenía que haber puesto admiraciones en el primer capítulo de mi último libro. El capítulo se titula "Cómo está el mundo". Tenía que haber puesto "¡Cómo está el mundo!", porque, de verdad, da la impresión de que está mal.

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