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El haiku y sus consecuencias
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Leopoldo Abadía

Desde San Quirico

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El haiku y sus consecuencias

En confianza, nunca me había dedicado a leer haikus. Ni sabía que existieran. Ni sabía lo que eran. Y peor aún, resulta que me sabía haikus

En confianza, nunca me había dedicado a leer haikus. Ni sabía que existieran. Ni sabía lo que eran. Y peor aún, resulta que me sabía haikus de memoria y me pasaba lo que al personaje de Molière, que hablaba en prosa sin darse cuenta.

Digo todo esto porque me he enterado de que "Granada, Granada, de tu poderío, ya no queda nada" es un haiku que se me podía haber ocurrido a mí si me hubiera puesto.

Leo que los japoneses escriben todo el haiku en una línea, como he escrito yo lo de Granada, y que los occidentales lo ponen en versos porque les parece mejor.

De una manera u otra, el haiku es un poema breve, que se desprende de uno de más extensión. Podríamos decir que es un spin-off de un poema largo, aunque, dicho así, pierde todo su encanto.

En mis trabajos de investigación de los haikus me encuentro con un señor que, en 1465, se llamaba Yamasaki Sookan y se siguió llamando con ese nombre hasta que se murió en 1553. Era un sacerdote budista del que sólo sé que escribió un haiku que me ha gustado mucho: "Si a la luna llena le ponemos un mango, ¡qué buen abanico!".

  • 2012:  21.000  millones, para pasar de 91.000 a 70.000. Eso explica todos los sudores y malas ganas sufridos.
  • 2013:   5.000 millones, para pasar de 70.000 a 65.000.
  • 2014:  10.000 millones, para pasar de 65.000 a 55.000.
  • 2015:  14.000 millones, para pasar de 55.000 a 41.000.
  • 2016:  11.000 millones, para pasar de 41.000 a 30.000, y alcanzar la tranquilidad en 2017.


A finales de marzo se sabrá cuál ha sido el déficit de 2013. Si, como dicen algunos, ha sido del 6,7% del producto interior bruto (PIB), y considerando que el PIB es de un millón de millones para hacer con más facilidad los cálculos de memoria, nos habremos pasado en dos décimas, o sea, en 2.000 millones, que en el cuadro de arriba ya he añadido a los 8.000 previstos para este año 2014.

Esto, en una familia, se llama poner en orden la casa. En una empresa, poner en orden la empresa. En una nación, poner en orden la nación.

Y la familia que hace eso pensando que la responsabilidad es suya no se amarga la vida y sale adelante.

Y la empresa que hace eso pensando que la responsabilidad es suya, lo mismo.

Y la nación que hace eso dando gracias a Dios porque hace 52 años dijimos que queríamos ser europeos, y volviendo a dar gracias a Dios porque Europa manda y en Europa hay una señora, mi amiga Angela, que manda, no se amarga la vida. Y esa nación, partiendo de la base de que no somos una unidad de destino en lo universal, piensa que somos unos pobrecicos, pero que, pobres y todo, saldremos adelante.

Mi amigo Yamasaki Sookan aprovechó la luna para ponerle un mango y abanicarse él, su familia y todo su pueblo, porque la luna es grande y, bien manejada, puede dar mucho aire.

Tenemos una luna que se llama Europa. Tenemos un mango, que son todas las instituciones europeas (algunas sobran, seguro, pero ahí están).

¿Por qué no nos abanicamos?

Porque, si no, quejándonos de todo, yendo cada uno a lo suyo, hablando en haiku, diremos que: "Otoño, la desgracia y nada más, yo continúo mí viaje".

Y alguien, menos versado, al que los haikus no le van ni le vienen, puede pensar: "¿Hacia dónde?"

P.S.

1. En mi último libro, para 2013, puse pasar el déficit de 70.000 millones a 63.000, y no a 65.000. Supongo que la diferencia se debe a que yo calculo que el PIB es de un billón y en realidad, es un poco más.

2. Pero las cifras van por ahí, y eso quiere decir que todavía no hemos salido del túnel, que hay que meterse con la Administración Pública y que, en la revisión de la Constitución, que se hará más pronto que tarde, habrá que repensar si el actual modelo de Estado es aguantable (yo estoy convencido de que no).

3. Hoy he hablado sólo del déficit. No podemos olvidar que tenemos una deuda pública muy alta (961.000 millones de euros) y que algún día habrá que empezar a devolver algo. El pobre Mariano, en su discurso de investidura, se comprometió a empezar a reducir la deuda, pero no lleva camino de conseguir sus buenos deseos.

4. Paso el artículo por la censura (mi mujer). Me dice que no hago más que repetir la misma cantinela. Pero es que, si no la repito, no duermo tranquilo. Y a mí, dormir tranquilo me encanta.

En confianza, nunca me había dedicado a leer haikus. Ni sabía que existieran. Ni sabía lo que eran. Y peor aún, resulta que me sabía haikus de memoria y me pasaba lo que al personaje de Molière, que hablaba en prosa sin darse cuenta.

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