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Una entrevista y un discurso
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Leopoldo Abadía

Desde San Quirico

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Una entrevista y un discurso

Semana de ver la tele. De fútbol no hablo. Hablo de dos cosas que me han llamado la atención: la entrevista de Henrique Cymerman, todo un

Semana de ver la tele. De fútbol no hablo. Hablo de dos cosas que me han llamado la atención: la entrevista de Henrique Cymerman, todo un señor periodista, con el Papa Francisco, y el primer discurso del Rey Felipe VI.

Me ha gustado el discurso del Rey. Suele ocurrir. Cuando alguien dice lo que te gusta, piensas que qué discurso más bueno.

El contenido, bueno. Los gestos, muy buenos. También me suele ocurrir. Cuando veo gente bien educada, me entusiasmo. Quizá porque abunda la gente grosera, o porque no abunda, pero, a los que hay, se les ve y se les oye mucho. Cuando el Rey le echa piropos a su padre y a su madre, me emociono, porque es de bien nacido el ser agradecido.

Cuando habla de la unidad de España, me encanta. Parece que no les encanta a algunos de los presentes, porque no aplauden. Me gusta eso de que unidad no es uniformidad, porque yo no tengo ningún inconveniente en ser un español, como Artur Mas, y en pensar distinto de él. Y estoy seguro de que al español Mas le pasa lo mismo conmigo, porque un día nos encontramos en un programa de televisión y bien cariñoso que estuvo.

Me gusta mucho que al Rey le preocupe el desempleo, que es el único problema que tenemos ahora. Lo demás, se está arreglando, más o menos, a más velocidad o a menos, pero al desempleo no le estamos metiendo todavía el diente, seguramente porque el tema es muy difícil. Porque ahí tienen que intervenir las empresas, los bancos, los políticos, las patronales, los sindicatos, la honradez...muchas cosas.

Rajoy ha dicho que su primer despacho con el Rey será "prontísimo" y eso me gusta más todavía, por lo que he dicho de los gestos. Hay que ocuparse prontísimo de los problemas importantes, sin distraerse en los problemas que otros dicen que son importantes (para ellos, porque ellos los han inventado).

En su discurso, el Rey dice que moderará y arbitrará (eso es lo que indica la Constitución) y que escuchará y que comprenderá y que aconsejará. Me gustaría mucho que, además, empujase y ayudase a que el gobierno no pierda el oremus, o sea, que no se dediquen a lo que no haya que dedicarse y se dediquen a lo que nos preocupa a todos: muchas familias pasándolo mal mientras vemos cosas inadmisibles.

Los Reyes hacen su primer viaje oficial a Roma, a ver al Papa. Es la costumbre. Entiendo -siempre entiendo lo que casa con lo que pienso- que van a ver al que manda de verdad.

El Papa manda porque nos recuerda a todos, católicos y no católicos, lo que está bien y lo que está mal. Nos recuerda que, en la vida, muchísimas cosas son opinables. Otras, no. Repasando la entrevista de Cymerman, se encuentra lo que no es opinable y que debe ser la tarea de todo gobernante, de todo Rey y de todo hijo de vecino, estemos al nivel que estemos.

Estoy seguro de que nuestros Reyes ya la han leído, la han subrayado en rojo y pueden profundizar en ella en su entrevista con el Papa.

Ya sé que España es un Estado aconfesional, lo cual no quiere decir que los 47 millones seamos aconfesionales. Conozco a muchos que no lo somos.

Y como yo no lo soy, me gusta mucho que un político, un empresario o una vedette de revista (no sé si existen todavía) digan "gracias a Dios", "si Dios quiere" y cosas así.

No olvido que Juan Carlos I, en su primer viaje a América, al llegar a Santo Domingo, dijo: "doy gracias a Dios por ser el primer Rey de España que cruza el Atlántico para visitar las Américas".

Esto fue el 31 de mayo de 1976. Al día siguiente, lo publicaba ABC en primera página, con una noticia encuadrada: "Hoy se decide el nivel para los inmediatos contactos España-CEE".

Los "inmediatos contactos" fructificaron y hoy ya no tenemos contacto con Europa. Somos Europa. Quizá se nos han olvidado los contactos con Dios y está mal visto decir "que Dios os bendiga".

Pero, aunque esté mal visto, estoy seguro de que a nuestros Reyes no les molestará en absoluto que yo, un español como otro cualquiera, les diga, con todo cariño:

Que Dios les bendiga, Majestades.

Al llegar a este punto del artículohe dejado de escribir porque tenía que comprar algo y me cerraban la tienda. Me encuentro con un amigo, que, no sé por qué razón, me dice: "Leopoldo, todo está muy mal". Pongo cara de sorpresa y remata: "Los del gobierno son unos gánsteres". Y, por si acaso la bola no había acabado de entrar, re-remata: "Y los de esta Comunidad Autónoma, más".

No es verdad. Conozco personas del gobierno central y de la comunidad autónoma, que no son gángsteres. Al contrario, que son muy buena gente a la que le repatean esos personajillos. Pero pienso que los Reyes podían aprovechar la entrevista con el Papa para volver con las pilas aún más cargadas. Y así, en sus despachos con Rajoy, en el momento de aconsejar, el Rey podría decirle: "Mariano, limpia prontísimo lo que haya que limpiar, porque el Papa, que es un buen tipo, se pone a cien cuando habla de la inmoralidad de algunos. Y sonríe mucho, pero, cuando dice cosas tales como 'hemos caído en un pecado de idolatría, la idolatría del dinero', no sonríe nada. Mariano, que en España estamos en eso. Por favor, que en tu partido no estéis en eso, porque si estáis en eso, no sé qué hacemos tú y yo aquí, perdiendo el tiempo".

Y esa intervención del Rey sería absolutamente constitucional: arbitrar (sacando una tarjeta amarilla de aviso) y moderar el comportamiento de algunos que hacen que, por su culpa, mi amigo diga que todos son unos gánsteres.

Suerte que tenemos que alguienen Romase ocupe de recordarnos cosas que ya sabíamos, pero que quizá las teníamos un poco oxidadas. Sientre el Papa y el Rey nos ayudan a sacarles brillo, mi optimismo subirá exponencialmente.

Empieza una buena época.

Semana de ver la tele. De fútbol no hablo. Hablo de dos cosas que me han llamado la atención: la entrevista de Henrique Cymerman, todo un señor periodista, con el Papa Francisco, y el primer discurso del Rey Felipe VI.

Me ha gustado el discurso del Rey. Suele ocurrir. Cuando alguien dice lo que te gusta, piensas que qué discurso más bueno.

El contenido, bueno. Los gestos, muy buenos. También me suele ocurrir. Cuando veo gente bien educada, me entusiasmo. Quizá porque abunda la gente grosera, o porque no abunda, pero, a los que hay, se les ve y se les oye mucho. Cuando el Rey le echa piropos a su padre y a su madre, me emociono, porque es de bien nacido el ser agradecido.

Cuando habla de la unidad de España, me encanta. Parece que no les encanta a algunos de los presentes, porque no aplauden. Me gusta eso de que unidad no es uniformidad, porque yo no tengo ningún inconveniente en ser un español, como Artur Mas, y en pensar distinto de él. Y estoy seguro de que al español Mas le pasa lo mismo conmigo, porque un día nos encontramos en un programa de televisión y bien cariñoso que estuvo.

Me gusta mucho que al Rey le preocupe el desempleo, que es el único problema que tenemos ahora. Lo demás, se está arreglando, más o menos, a más velocidad o a menos, pero al desempleo no le estamos metiendo todavía el diente, seguramente porque el tema es muy difícil. Porque ahí tienen que intervenir las empresas, los bancos, los políticos, las patronales, los sindicatos, la honradez...muchas cosas.

Rajoy ha dicho que su primer despacho con el Rey será "prontísimo" y eso me gusta más todavía, por lo que he dicho de los gestos. Hay que ocuparse prontísimo de los problemas importantes, sin distraerse en los problemas que otros dicen que son importantes (para ellos, porque ellos los han inventado).

En su discurso, el Rey dice que moderará y arbitrará (eso es lo que indica la Constitución) y que escuchará y que comprenderá y que aconsejará. Me gustaría mucho que, además, empujase y ayudase a que el gobierno no pierda el oremus, o sea, que no se dediquen a lo que no haya que dedicarse y se dediquen a lo que nos preocupa a todos: muchas familias pasándolo mal mientras vemos cosas inadmisibles.

Los Reyes hacen su primer viaje oficial a Roma, a ver al Papa. Es la costumbre. Entiendo -siempre entiendo lo que casa con lo que pienso- que van a ver al que manda de verdad.

El Papa manda porque nos recuerda a todos, católicos y no católicos, lo que está bien y lo que está mal. Nos recuerda que, en la vida, muchísimas cosas son opinables. Otras, no. Repasando la entrevista de Cymerman, se encuentra lo que no es opinable y que debe ser la tarea de todo gobernante, de todo Rey y de todo hijo de vecino, estemos al nivel que estemos.

Estoy seguro de que nuestros Reyes ya la han leído, la han subrayado en rojo y pueden profundizar en ella en su entrevista con el Papa.

Ya sé que España es un Estado aconfesional, lo cual no quiere decir que los 47 millones seamos aconfesionales. Conozco a muchos que no lo somos.

Y como yo no lo soy, me gusta mucho que un político, un empresario o una vedette de revista (no sé si existen todavía) digan "gracias a Dios", "si Dios quiere" y cosas así.

No olvido que Juan Carlos I, en su primer viaje a América, al llegar a Santo Domingo, dijo: "doy gracias a Dios por ser el primer Rey de España que cruza el Atlántico para visitar las Américas".

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