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Leopoldo Abadía

Desde San Quirico

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¡Qué ilusión!

No se trata de que los Reyes tiren la casa por la ventana, sino de que echen ilusión en algo, pequeño o grande, caro o barato, que haga que al que recibe el regalo se le iluminen los ojos

Foto: Sus Majestades, los Reyes Magos, a su llegada a caballo por la playa de La Concha de San Sebastián. (EFE)
Sus Majestades, los Reyes Magos, a su llegada a caballo por la playa de La Concha de San Sebastián. (EFE)

Día de Reyes, día de regalos, pero, fundamentalmente, de ilusión.

En casa, me piden que escriba la carta. Los Reyes necesitan ayuda 'mental', porque si no, se encuentran con el sonsonete de "si ya tengo de todo", o "que me pongan unas zapatillas, que las viejas están hechas un asco".

Regalos 'útiles'. Nunca me han gustado. Me hacen más ilusión los 'inútiles', los que suenan a capricho, que, en este caso, es muy bueno. No se trata de que los Reyes tiren la casa por la ventana, sino de que echen ilusión en algo, pequeño o grande, caro o barato, que haga que al que recibe el regalo se le iluminen los ojos: "¡No me lo esperaba!".

Ilusión. No es lo que leo en los periódicos. Estos mozos que viven de la política son capaces de estropear la cabalgata de Reyes. O visten a los Reyes de fantoches o ponen la estelada en los farolillos. ¡Qué tontos, Dios mío, qué tontos! O, peor, ¡qué vida más triste! Háblales de ilusión. ¡Si no la tienen ni para descansar un rato de sus bobadas! Pienso que dedicarse 'full time' a pensar, decir y hacer tonterías debe ser tristísimo.

Aprovecho la fiesta de Reyes para leer el Evangelio de san Mateo, funcionario de la Agencia Tributaria, al que no le querían porque cobraba impuestos para los romanos, con una comisión para él. Lo de la comisión no les debía gustar a los de su pueblo, y lo de los impuestos al romano, tampoco. Les debía recordar que no podían hacer lo que quisieran, porque mandaba otro. Es que esto de que mande otro —otra, en nuestro caso— es molesto. Pero o te enteras o te pasas el año quejándote de Angela.

Hay un punto que me parece fundamental hoy: la ilusión, "la esperanza de algo cuya consecución parece ser especialmente atractiva"

Pues leo la parte del Evangelio de san Mateo en la que habla de los Reyes y de su llegada a Jerusalén. Supongo que el lío que organizaron debió ser importante. Que aparezca una caravana donde vives y pregunten dónde está el rey de los judíos debió poner nerviosa a mucha gente, sobre todo a Herodes, rey de los judíos.

Este tío era bastante expeditivo en su vida familiar y profesional. Se había cargado "a la mayoría de sus mujeres", según dice un comentario fiable que leo para aclararme un poco. Y el que se carga a sus mujeres se carga a todo el que se le ponga por delante. Mandó a los Magos a Belén y les encargó que a la vuelta se lo contasen "para que vaya yo también a adorarle".

Ya sabemos cómo acabó el asunto. Los Reyes volvieron por otro camino; San José se escapó con la Virgen y el Niño a Egipto y Herodes mandó matar a cientos de niños por aquello de que más vale pasarse que no llegar, pensando que entre los cientos estaría el que él pensaba que le podía quitar el puesto.

Todo esto, más o menos, ya lo sabíamos, porque en un país de solera cristiana estas cosas se comentan.

Pero a mí hay un punto que me parece fundamental hoy, en nuestra España y nuestra Europa: la ilusión, o sea, "la esperanza de algo cuya consecución parece ser especialmente atractiva". Y aún me gusta más la palabra 'ilusionar', que significa "despertar esperanzas verdaderamente atractivas".

Yo no he sido nunca político ni parece que lo seré jamás, dada mi edad, mi currículo y, sobre todo, mi carácter. Porque eso de que todos llevamos un dictador dentro se produce claramente en mí. Me costaría Dios y ayuda dedicar tiempo a hablar con la oposición para convencerles de algo que a mí me pareciera clarísimo y para aceptar enmiendas parciales o —qué horror— enmiendas a la totalidad.

Pues ¡anda con ser la oposición! Todo el día diciendo que no, poniendo cara avinagrada mientras habla el del otro partido y tú niegas con la cabeza. Eso no se paga con todo el oro del mundo. Yo perdería unas elecciones y me iría a mi casa, pero no me quedaría en el Congreso ni, claro está, alquilaría un local en Ferraz, Génova o cerca de alguno de los edificios embargados a la antigua Convergència, que ahora se llama de otra manera que no consigo aprender.

Lo más importante del Gobierno es transmitir ilusión. Habría que poner en el Congreso un cuadro de los Reyes Magos, como patronos de la ilusión

Todo lo anterior me lleva a pensar que lo más importante del Gobierno es transmitir ilusión. Habría que poner en el Congreso un cuadro de los Reyes Magos, como patronos de la ilusión. Hace falta estar un poco chalao para ponerse en marcha porque has visto una estrella que se mueve. Y, cuando es difícil dar marcha atrás porque a ver quién detiene tres caravanas y les dice que volvemos a casa, que nos hemos equivocado, la estrella desaparece. ¡Y ellos siguen! Y, claro, la estrella vuelve a aparecer.

Como mi Evangelio de san Mateo también viene en latín, lo leo. Aún me acuerdo del latín que estudié en el colegio. Dice que cuando vieron la estrella, 'gavisi sunt gaudio magno valde'. O sea, que se alegraron con una gran alegría y mucho.

Pedir a los Magos que me traigan ilusión es una ilusión, porque la ilusión es para quien la trabaja, como el taxi, según ha dicho hace poco un político en México. Y hay que trabajarla mucho, porque con frecuencia, como la estrella de los Magos, desaparece. Pero si los Magos aquel día dan la vuelta y vuelven a casa, al llegar hubieran dicho que todo fue un espejismo, que se equivocaron. Y no lo era.

Ya tengo clara mi carta a los Reyes. Tiene las siguientes peticiones:

1. Que tengan Ilusión los políticos que mandan.

2. Que sepan transmitirla con un trabajo serio, no ocultando las dificultades, que las habrá, y gordas.

3. Que tengan Ilusión los políticos que se oponen a los que mandan, no buscando el titular exitoso/populachero que produce grandes aplausos entre los de su partido, sino pretendiendo ayudar —he dicho ayudar— a solventar las dificultades.

4. Que yo esté dispuesto a trabajar para seguir adelante cuando la estrella se oculte y que en esta buena disposición mía me ayuden los que mandan y los que quizá mandarán algún día.

5. Que eviten todo enfrentamiento y toda crispación, que solo sirve para amargar la vida a la gente y convencerles de que todo fue una ilusión y que lo bueno es refocilarse en lo mal que está todo, quejarse continuamente de mi pueblo, de mi ayuntamiento, de mi comunidad autónoma, de mi nación y de la Unión Europea, que se disolverá como un azucarillo.

Mientras tanto, alguien trabajará con ilusión y sacará adelante mi pueblo, mi ayuntamiento y así, hasta llegar a una Unión Europea fuerte, que pueda hablar con Trump, con Putin, con China, sin ningún complejo.

Les doy un encargo difícil a los Reyes, pero para algo son Reyes y son Magos.

Lo malo, que no es malo, es que lo que pido a los Reyes exige esfuerzo por mi parte, para seguir y seguir y seguir.

Ya me quejaré otro día.

O no.

Día de Reyes, día de regalos, pero, fundamentalmente, de ilusión.