Es noticia
El héroe de Lazkao
  1. España
  2. Dos Palabras
Federico Quevedo

Dos Palabras

Por

El héroe de Lazkao

Partiendo de la base de que nadie debe tomarse la justicia por su mano, y de que ese es un comportamiento reprobable, ¡hombre!, debo reconocer que

Partiendo de la base de que nadie debe tomarse la justicia por su mano, y de que ese es un comportamiento reprobable, ¡hombre!, debo reconocer que la imagen de Emilio Gutiérrez liándose a mazazos con una de las sedes de la pandilla de canallas que inexplicablemente sigue abierta pese a la orden judicial de cierre que afecta a todas las herriko tabernas, invita a exclamar un ¡ole tus coj…!, y a aplaudir la acción aunque solo sea de manera momentánea porque luego la razón nos dicta cordura. Vaya esto por Emilio, a quien no conozco, pero de quien admiro su valentía, como admiro la de todos aquellos vascos que viven sometidos a la dictadura del terror del nacionalismo violento, y a la no menos amenazante dictadura de la complacencia del nacionalismo gobernante. En Euskadi no existe democracia, y al no existir democracia tampoco existe Estado de Derecho, porque no puede haber ni democracia ni Estado de Derecho cuando un porcentaje muy elevado de la sociedad vasca -ayer me hablaban de un concejal del PP al que le han recomendado que duerma cada noche en un sitio y deambula de casa en casa de amigos y familiares- malvive atemorizada por la amenaza fascista de los violentos y la no menos fascista de la exclusión por parte del poder.

 

El gesto de Emilio no es más que la manifestación de la rabia contenida durante décadas.  Inexplicablemente la sociedad vasca ha reaccionado siempre con una serenidad y un sentido común casi beatificables ante la permanente amenaza y extorsión etarras. En otros países donde el terrorismo ha sangrado la convivencia, el ojo por ojo se ha manifestado enseguida como reacción ante la violencia. Aquí no. Aquí se ha aguantado estoicamente. Muchos simplemente nos hemos ido de allí. Otros se han quedado y han dado un voto de confianza a la democracia y a la Justicia. Pero lo cierto es que ni la democracia ni la justicia han conseguido grandes avances, y el fascismo nacionalista sigue campando a sus anchas como lo demuestra el hecho de que pese a su prohibición siga habiendo locales de reclutamiento de terroristas y violentos en las calles del País Vasco, y de que las personas de bien vivan bajo la amenaza y la provocación permanentes de estos hijos de p… (pido perdón a las meretrices, que no son responsables de los actos de estos vándalos cavernícolas). Por eso hoy todos somos un poco Emilio Gutiérrez, y en el fondo nos hubiéramos puesto en su pellejo y hubiéramos arremetido con toda nuestra rabia contra ese local de adoctrinamiento nazi.

Las calles del País Vasco siguen siendo un territorio peligroso para ciertas actividades. No hay acera, plaza o camino en el que no haya dejado su huella de sangre algunos de los violentos, y que no esté ocupada por esos secuaces que practican el fascismo excluyente. Hace unos días, la portavoz del PP en el Congreso, Soraya Sáenz de Santamaría, sufrió en persona la amenaza y el ataque violento de estos demócratas de metralleta y bomba lapa, y me decía que le hubiera gustado remangarse y liarse a gorrazos con estos energúmenos, pero que se lo impidió su escolta -con bastante sentido común, por otra parte-. Pero a veces lo que te pide el cuerpo no es aguantarte, sino responder a su amenaza y hacerles saber que ni se les tiene miedo ni se les va a permitir campar a sus anchas, que algún día acabaremos con ellos y con su política de muerte y destrucción y la libertad será la que se haga con las calles de Euskadi. Les diré algo, el domingo hay una oportunidad de mandar al nacionalismo al abismo de la soledad. Los no nacionalistas están haciendo una campaña valiente para sacar del poder a Ibarretxe y su ristra de planes soberanistas.

Claro que hay diferencias entre quienes se presentan por primera vez con un discurso antinacionalista poco creíble en quien hasta hace poco compartía mesa y mantel con el nacionalismo y que ahora se deja mimar por la extrema derecha (UPyD), aquellos que no dicen a las claras lo que quieren para el País Vasco porque se empeñan en dejar una puerta abierta a gobernar con el nacionalismo y a una nueva negociación con ETA (PSE), y quienes se han presentado a estas elecciones como la única alternativa constitucional posible al nacionalismo, con candidatos que tienen mucho que ver con la mayoría de la sociedad vasca, moderna, dispuesta a combatir la sinrazón con su trabajo y su amor a la tierra en la que viven, desde el diálogo constructivo y la firmeza de los principios (PP). Emilio nos ha demostrado que es posible luchar, que esa rabia contenida hay que saber encauzarla hacia la derrota política del nacionalismo, el que mata y el que mira para otro lado, pero que quizás sea este el momento en el que la sociedad vasca esté empezando a salir de su letargo y se muestre dispuesta a un cambio que parecía imposible. Emilio es un héroe, no porque se liara a mazazos contra la herriko taberna, sino porque no les ha tenido miedo, y ese es el primer paso para vencerles.

Partiendo de la base de que nadie debe tomarse la justicia por su mano, y de que ese es un comportamiento reprobable, ¡hombre!, debo reconocer que la imagen de Emilio Gutiérrez liándose a mazazos con una de las sedes de la pandilla de canallas que inexplicablemente sigue abierta pese a la orden judicial de cierre que afecta a todas las herriko tabernas, invita a exclamar un ¡ole tus coj…!, y a aplaudir la acción aunque solo sea de manera momentánea porque luego la razón nos dicta cordura. Vaya esto por Emilio, a quien no conozco, pero de quien admiro su valentía, como admiro la de todos aquellos vascos que viven sometidos a la dictadura del terror del nacionalismo violento, y a la no menos amenazante dictadura de la complacencia del nacionalismo gobernante. En Euskadi no existe democracia, y al no existir democracia tampoco existe Estado de Derecho, porque no puede haber ni democracia ni Estado de Derecho cuando un porcentaje muy elevado de la sociedad vasca -ayer me hablaban de un concejal del PP al que le han recomendado que duerma cada noche en un sitio y deambula de casa en casa de amigos y familiares- malvive atemorizada por la amenaza fascista de los violentos y la no menos fascista de la exclusión por parte del poder.