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Cocina ‘low cost’ para RbCb y el miedo escénico de Rajoy
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Federico Quevedo

Dos Palabras

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Cocina ‘low cost’ para RbCb y el miedo escénico de Rajoy

Lo del CIS (Centro de Investigaciones Sociológicas) empieza a ser de juzgado de guardia. Es una pena que el PP no lleve ninguna propuesta en su

Lo del CIS (Centro de Investigaciones Sociológicas) empieza a ser de juzgado de guardia. Es una pena que el PP no lleve ninguna propuesta en su programa electoral para suprimir este organismo o, al menos, para prohibir que siga haciendo encuestas electorales y se limite, si acaso, a los clásicos barómetros de análisis de la realidad social ya que eso, aparentemente, es menos codiciado por los amantes de la manipulación, salvo que sea por cuestiones concretas.

Es una pena porque la encuesta de ayer evidencia ya sin tapujos, sin vergüenza ninguna, como este organismo se presta a servir a los intereses partidarios de quien en este momento es su ‘jefe’, o sea, el Gobierno socialista. El PSOE ha cambiado hace pocos días de estrategia y ahora, además de seguir utilizando el cencerro del ‘miedo a la derecha’ y amenazar con la llegada a España de las siete plagas de Egipto si gana Mariano Rajoy, se hace la víctima: “Vamos por detrás”; “Es más fácil que el Madrid le gane al Barcelona que Rubalcaba gane a Rajoy”; “Esto está casi perdido”… Hasta el lema de la nueva plataforma de artistas va en esa dirección: ‘Ojalá’. Ya. Ojalá ocurra el milagro, pero no nos lo creemos ni nosotros, parece querer decir…

Es cierto, no vamos a andarnos ahora con tonterías, que el Partido Popular parte en esta carrera electoral que termina el 20N como claro favorito, y lo es también que las encuestas dicen de manera casi unánime que ganará por mayoría absoluta, y es precisamente eso lo que trata de evitar el PSOE. Está bien, es una estrategia y es comprensible, pero lo que ya no lo es tanto es que se siga utilizando para ayudar a los fines de Ferraz a un organismo que los españoles pagamos con el dinero que sale de nuestros bolsillos de izquierdas, derechas y medio pensionistas. Cierto que la mayoría de las encuestas realizadas por encargo de medios de comunicación privados ya avanzaban una amplia mayoría absoluta para Rajoy, pero la encuesta del CIS del viernes es de escándalo: más de 16 puntos de diferencia entre el PP y el PSOE… ¿Cómo es posible, cuando resulta que el pasado mes de julio el mismo barómetro del CIS solo le daba al PP siete puntos de diferencia, y cuando resulta que en intención directa de voto casi empatan?

A estas alturas de la película está ya todo el pescado vendido y poco va a mover en intención de voto esta campaña, una campaña que se va a caracterizar por un Rubalcaba que va a estar hasta en la sopa, y un Rajoy que va a evitar hacer entrevistas

No es creíble que en tan solo tres meses la distancia entre uno y otro se haya multiplicado por dos en la encuesta del CIS, salvo que el CIS tenga un especial interés en decirle al votante del PSOE que está pensando en quedarse en su casa: “No lo hagas, que va a arrasar el PP”. Ya en ese barómetro de julio hubo cocina, coincidiendo con el estreno de Rubalcaba como candidato del PSOE, a quién le regaló el CIS un recorte de tres puntos en la distancia con el PP… Es decir, que el último dato conocido que realmente nos hace pensar que pueda estar más cerca de la realidad es aquel anterior que cifraba esa diferencia más o menos en diez puntos. Todo hace pensar que por ahí puede andar la cosa, lo cual ya significaría de hecho una mayoría suficiente del PP, aunque no tan abultada como la que ayer pronosticaba el centro de estudios sociológicos.

Lejos, por tanto, de ser una buena noticia para el PP que el CIS prevea su aplastante victoria es justo todo lo contrario, aunque también les diré que a estas alturas de la película está ya todo el pescado vendido y poco va a mover en intención de voto esta campaña, una campaña que se va a caracterizar por un Alfredo Pérez Rubalcaba que va a estar hasta en la sopa, y un Mariano Rajoy que va a escapar en la medida de lo posible de hacer entrevistas y, mucho menos, de dar ruedas de prensa. Ni una en los 15 días que va a durar este despilfarro partidista que, aunque es cierto que nos cuesta menos que otras veces, sigue siendo extraordinariamente caro para la efectividad que realmente se obtiene del mismo porque si, como he dicho antes y ayer reconoció el propio Rajoy en una entrevista que le hizo Melchor Miralles en ABC Punto Radio, esto ya está decidido, ¿para qué diablos hace falta esta hartura de campaña electoral?

Lo cierto es que ésta está siendo la campaña electoral más larga de la historia, desde que el pasado mes de julio Zapatero anunciara la convocatoria de elecciones para el 20N hemos tenido a todos los partidos, pero especialmente a los dos grandes, metidos en harina preelectoral mientras el país se desangraba por los costados del desempleo. Realmente, sería suficiente con una mayor presencia mediática de los candidatos y no uno, sino al menos dos o tres debates que no estuvieran encorsetados por los propios partidos y ahorrarnos tanto mitin, tanta cartelería inservible que no va a hacer cambiar nada…

Pero no quieren. Es más fácil huir de la prensa a sabiendas de que en campaña nada va a pasar desapercibido porque los periodistas estamos obligados a recogerlo aunque no nos guste. Y en eso, permítanme decirlo, Rajoy se equivoca. Probablemente acierte como estrategia para evitar que nada altere su imagen, pero la democracia exige más dosis de transparencia que, espero, vuelva a aparecer en su manual de estilo a la vuelta del 20N, sobre todo si quiere que los medios de comunicación colaboren en esa ambición suya de sumar una amplia mayoría social que permita a este país salir de la crisis con el empuje de todos. Y en circunstancias como ésta, hasta los medios de comunicación –salvo los más radicalizados- tienen el suficiente sentido de la responsabilidad como para hacer valer la urgencia del interés general sobre las ambiciones particulares, porque en ese terreno nos la jugamos todos.

Lo del CIS (Centro de Investigaciones Sociológicas) empieza a ser de juzgado de guardia. Es una pena que el PP no lleve ninguna propuesta en su programa electoral para suprimir este organismo o, al menos, para prohibir que siga haciendo encuestas electorales y se limite, si acaso, a los clásicos barómetros de análisis de la realidad social ya que eso, aparentemente, es menos codiciado por los amantes de la manipulación, salvo que sea por cuestiones concretas.

Mariano Rajoy