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El Credo Liberal y la constante tensión ‘familiar’ en la derecha
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Federico Quevedo

Dos Palabras

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El Credo Liberal y la constante tensión ‘familiar’ en la derecha

Hace unos días en la red social Twitter se creo un grupo denominado #LET (Liberales en Twitter) que pretendía agrupar a gente de pensamiento liberal y

Hace unos días en la red social Twitter se creo un grupo denominado #LET (Liberales en Twitter) que pretendía agrupar a gente de pensamiento liberal y defensores de la idea de libertad individual como premisa básica de una acción política concreta. Yo, al menos, creía que era así, pero el caso es que las primeras noticias sobre el nacimiento de este grupo las tuve cuando una serie de tuits me advertían de que ni se me ocurriera asomarme por ahí. El origen de los mismos partía, en la mayoría de los casos, de la misma gente que en anteriores ocasiones había afeado mi conducta con insultos y descalificaciones intolerables a cuenta de mi posición sobre asuntos como el 15M, el final de ETA o, mucho más recientemente, la subida de impuestos que ha llevado a cabo el PP nada más llegar al poder.

Semejante ejercicio de intolerancia ya daba mucho que pensar sobre el verdadero alcance del contenido ‘liberal’ del pensamiento de determinadas personas que se habían sumado al grupo tuitero y, en principio, no le di mayor importancia. Pero como el debate seguía, me pareció necesario señalar dos hechos que son la antítesis del liberalismo: el primero, que quienes se dicen liberales practicaran un ejercicio sectario de exclusión y, segundo, que esos mismos se arrogaran el derecho de conceder carnés de liberales a quienes ellos les diera la gana, lo cual choca frontalmente también con la idea misma del liberalismo.

Definitivamente, una vez más volvía a encontrarme con las raíces más profundas del sectarismo, pero había que intentar aportar algo de luz esclarecedora al debate sobre qué significa ser liberal cuando, en estas, mi amiga y follower @libanabel me hizo llegar un enlace a un artículo de Carlos Alberto Montaner que me pareció sumamente interesante para aclarar algunos conceptos y entender porque alguien que se autodefine liberal, como es mi caso, ha tenido los gestos que ha tenido hacia determinados asuntos. Esas razones se resumen en los ocho mandamientos del Credo Liberal que el propio Montaner enumera en su exposición, y que traigo a colación porque me parecen impecables:

Creemos en la libertad y la responsabilidad individuales como valores supremos de la comunidad.

Creemos en la importancia de la tolerancia y en la aceptación de las diferencias y la pluralidad como virtudes esenciales para preservar la convivencia pacífica.

Creemos en la existencia de la propiedad privada, y en una legislación que la ampare, para que ambas -libertad y responsabilidad- puedan ser realmente ejercidas.

Creemos en la convivencia dentro de un Estado de Derecho regido por una Constitución que salvaguarde los derechos inalienables de la persona y en la que las leyes sean neutrales y universales para fomentar la meritocracia y que nadie tenga privilegios.

Creemos en que el mercado -un mercado abierto a la competencia y sin controles de precios- es la forma más eficaz de realizar las transacciones económicas y de asignar recursos. Al menos, mucho más eficaz y moralmente justa que la arbitraria designación de ganadores y perdedores que se da en las sociedades colectivistas diseñadas por “ingenieros sociales” y dirigidas por comisarios.

Creemos en la supremacía de una sociedad civil formada por ciudadanos, no por súbditos, que voluntaria y libremente segrega cierto tipo de Estado para su disfrute y beneficio, y no al revés.

Creemos en la democracia representativa como método para la toma de decisiones colectivas, con garantías de que los derechos de las minorías no puedan ser atropellados.

Creemos en que el gobierno -mientras menos, mejor-, siempre compuesto por servidores públicos, totalmente obediente a las leyes, debe rendir cuentas con arreglo a la ley y estar sujeto a la inspección constante de los ciudadanos”.

Por esas ocho razones me considero un liberal, y no me considero un conservador porque, como decía Hayeck, “los verdaderos conservadores merecen el descrédito en que se encuentran, puesto que su característica esencial es que aman la autoridad y temen y resisten el cambio. Los liberales amamos la libertad y sabemos que implica cambios constantes, a la vez que confiamos en que los cambios que ocurran mediante el ejercicio de la libertad serán los que más convengan o los que menos daño hagan a la sociedad”.

Una de las esencias del liberalismo es que, frente a otras ideologías, no es dogmático, luego permite un amplio abanico de posicionamientos políticos que pueden encuadrarse bajo esa premisa, siempre que de una u otra manera se sostengan sobre esos principios básicos que Montaner llama Credo Liberal

¿Se puede ser liberal y de derechas? Sí, por supuesto, igual que se puede ser liberal y de izquierdas. De hecho, una de las esencias del liberalismo es que, frente a otras ideologías, no es dogmático, luego permite un amplio abanico de posicionamientos políticos que pueden encuadrarse bajo esa premisa, siempre que de una u otra manera se sostengan sobre esos principios básicos que Montaner llama Credo Liberal. No se puede ser liberal y estar a favor de la estatalización, pero se puede ser liberal y discutir sobre la naturaleza de los impuestos, porque hasta un liberal como Hayeck era partidario de una cierta presión fiscal por parte del Estado para mantener aquellos servicios básicos que no son rentables para la iniciativa privada. Se puede ser ultraliberal, y se puede ser social-liberal, creer en un Estado reducido a mínimos, o admitir su presencia para garantizar esas prestaciones básicas. Se puede ser liberal y estar a favor del aborto, y ser liberal y estar en contra. Hay liberales que consideran necesario que el Estado regule la inmigración y el comercio, y otros -como es mi caso- que creemos en la utopía de un mundo sin fronteras y sin aranceles comerciales. Todas esas almas conviven entre el centro izquierda y la derecha, y especialmente ese conflicto ‘familiar’ se produce en el PP de manera constante en la medida en que el liberalismo no impone ninguna clase de dogma moral. Y ese conflicto se ha vivido de manera clara estos días a cuenta de la subida de impuestos, pero ya se había vivido antes con otros acontecimientos recientes.

Yo me siento liberal, y esta fue la razón, la única razón, por la que en su momento me uní y me ilusioné –ilusión que he perdido después de que el movimiento haya acabado en manos de la extrema izquierda- con el 15M. Y porque, como también dice Montaner, “un liberal no sabe hacia dónde marcha la humanidad y no se propone, por lo tanto, guiarla a sitio alguno”, y “ese destino tendrá que forjarlo libremente cada generación de acuerdo con lo que en cada momento le parezca conveniente hacer”, he creído y sigo creyendo que debemos abrir una puerta a la esperanza de la paz en el País Vasco. Y porque “un liberal tiene que someter su conducta a la tolerancia de los demás criterios y debe estar siempre dispuesto a convivir con lo que no le gusta”, es por lo que intento buscar siempre razones y no descalificaciones para la discrepancia, y encontrar algún punto de acercamiento con el contrario, y por lo que acepto que incluso pensando distinto se puede colaborar y crear proyectos comunes.

Y porque estoy convencido de que el Gobierno no hace las cosas porque tenga un especial interés en jorobar a los ciudadanos sino que busca de la mejor manera posible el interés general, es por lo que intento entender que ha hecho algo que incluso para ellos es muy duro de aceptar como bueno. Y si no es así, tenemos los mecanismos para denunciarlo, y la democracia les hará rendir cuentas. En mi humilde opinión, Mariano Rajoy es un hombre que por educación y por tradición está más cerca de un liberalismo social abierto y tolerante que de las posiciones más antagónicas del ultraliberalismo y, desde luego, a años luz de un conservadurismo inmovilista. Pero el tiempo dirá si tengo razón o no, aunque también serán las circunstancias las que muchas veces obliguen a adaptarse. Pero eso también forma parte del Credo del liberalismo.

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Hace unos días en la red social Twitter se creo un grupo denominado #LET (Liberales en Twitter) que pretendía agrupar a gente de pensamiento liberal y defensores de la idea de libertad individual como premisa básica de una acción política concreta. Yo, al menos, creía que era así, pero el caso es que las primeras noticias sobre el nacimiento de este grupo las tuve cuando una serie de tuits me advertían de que ni se me ocurriera asomarme por ahí. El origen de los mismos partía, en la mayoría de los casos, de la misma gente que en anteriores ocasiones había afeado mi conducta con insultos y descalificaciones intolerables a cuenta de mi posición sobre asuntos como el 15M, el final de ETA o, mucho más recientemente, la subida de impuestos que ha llevado a cabo el PP nada más llegar al poder.