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¿Resistencia o rescate? Europa rompe España
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Federico Quevedo

Dos Palabras

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¿Resistencia o rescate? Europa rompe España

“Nunca pensamos que a seis meses de ganar unas elecciones con mayoría absoluta, con un poder como nunca había tenido un partido político en España, íbamos

“Nunca pensamos que a seis meses de ganar unas elecciones con mayoría absoluta, con un poder como nunca había tenido un partido político en España, íbamos a sufrir un desgaste tan brutal hasta el punto de que se cuestione nuestra continuidad. Y lo peor es que no sabemos qué hacer”. Así se expresaba la semana pasada un importantísimo ministro del Gobierno de Mariano Rajoy ante un reducido grupo de empresarios.

Las dos últimas semanas de mayo han sido como un cataclismo que amenaza con llevarse por delante a un Gobierno aparentemente sólido y bien asentado, que sin embargo ha dado síntomas de una excepcional debilidad y que, además, se encuentra en estos momentos dividido en dos frentes sin que nadie sepa muy bien a qué atenerse. No se trata ya solo de un problema de comunicación, que también, sino de la naturaleza misma de la acción de gobierno, de la total ausencia de una clara estrategia política y de la sensación razonada de que el Gobierno actúa zarandeado por los acontecimientos, como un barco a la deriva en medio de la tormenta perfecta, a punto de que las olas se lo traguen sin ninguna esperanza de que el temporal amaine antes de que eso ocurra.

Da la impresión, además, de que el capitán ha perdido el mando de la nave y la tripulación se debate entre los partidarios de abandonarla y quienes se resisten hasta el último minuto y creen que todavía hay una oportunidad de esquivar la muerte y llegar a puerto aunque sea maltrechos, las velas hechas jirones y el casco del barco al borde del hundimiento. ¿Cómo se ha llegado hasta aquí? “Probablemente la mayor equivocación que cometió Mariano Rajoy al diseñar su Gobierno, un Gobierno de mucho peso, con figuras de calado político que ensombrecían lo conocido hasta ese momento (se refiere mi interlocutor al Gobierno de Zapatero), fue no nombrar un Vicepresidente económico”, me dice un alto cargo del Gobierno.

Es verdad que Rajoy se dejó llevar en aquel momento por dos argumentos que parecían bastante sólidos desde su punto de vista: el primero, que situar a uno de los dos ministros económicos -Montoro y Guindos- por encima del otro hubiera implicado que el no elegido para el cargo renunciara a ser ministro, y el segundo, que la única vicepresidenta, Soraya Sáenz de Santamaría, quería ejercer en solitario el papel de ‘mujer fuerte’ del Gobierno de Rajoy. “Lo lógico –dice mi interlocutor-, es que Luis de Guindos hubiese sido vicepresidente económico, porque es el único capaz de mantener un alto nivel de interlocución en Bruselas y el único que piensa en clave exclusivamente económica, y no política”. De hecho, el no hacerlo llevó al Gobierno a cometer tres errores de bulto:

Primero: De Guindos defendía, al principio, la creación de un banco malo que, de haber salido adelante, hubiera culminado de una vez por todas la reforma del sistema financiero y nos hubiera ahorrado la posterior crisis de Bankia. No se hizo y se apostó por un primer decreto de reforma -el tercero desde 2008- que claramente se demostró insuficiente.

Segundo: El ministro de Economía era partidario de que los Presupuestos Generales del Estado se aprobaran nada más llegar al Gobierno, a ser posible en el mes de enero, y que incluyeran reformas profundas que afectaran al control del gasto público y el adelgazamiento de las administraciones. Tampoco se hizo y los Presupuestos se retrasaron hasta finales de marzo incluyendo una amnistía fiscal que provocó el descrédito de los mercados y más dolores de cabeza para el titular de Economía.

Tercero: La subida del IVA debía de haberse producido nada más llegar al Gobierno y no apostar aumentar el IRPF, ya que el IVA es un impuesto al consumo y, por lo tanto, fuertemente recaudatorio mientras que el IRPF es un impuesto sobre las rentas del trabajo, inexplicable en un país en el que cada vez hay más parados y menos contribuyentes. Eso también lo defendía Luis de Guindos.

Mariano Rajoy, sin embargo, se dejó aconsejar por quienes creyeron que tomar esas medidas mermarían las posibilidades del PP para ganar las elecciones en Andalucía, unas elecciones que la gente de Javier Arenas daban por hechas. La realidad se impuso y a partir de ahí el Gobierno entró en barrena. Desde entonces, no ha sido capaz de levantar cabeza hasta llegar a donde estamos.

Lo lógico –dice mi interlocutor-, es que Luis de Guindos hubiese sido vicepresidente económico, porque es el único capaz de mantener un alto nivel de interlocución en Bruselas y el único que piensa en clave exclusivamente económica, y no política”. De hecho, el no hacerlo llevó al Gobierno a cometer tres errores de bulto

Y, ¿dónde estamos? Pues a nadie se le escapa que en la peor de las situaciones posibles, con una absoluta ausencia de crédito internacional, con la prima de riesgo al borde del colapso y una amenaza cada vez más cierta de rescate, da igual que sea un rescate financiero o un rescate al Estado, porque en ambos casos va a suponer que desde fuera se nos va a decir lo que tenemos que hacer y el Gobierno va a perder toda su capacidad de acción y, lo que es peor, el país va a perder su soberanía. Hay en el Gobierno y en el PP quienes prefieren, sin embargo, saltar por la borda y aceptar ese riesgo de intervención de manera que sean otros los que no solo nos pongan los deberes sino que, además, los ejecuten.

Es la opinión de los ministros más ‘políticos’ del Ejecutivo y que al mismo tiempo forman parte del Parlamento. Alguno de ellos se ve, incluso, con capacidad de recoger el testigo que en una situación así dejaría Mariano Rajoy y cumplir con una vieja ambición de ser presidente del Gobierno que le acompaña desde hace mucho tiempo. De esa misma tesis participa también Javier Arenas, que todavía conserva un importante ascendente sobre el presidente del Gobierno a pesar de los resultados en Andalucía. Luis de Guindos, por el contrario, casi en solitario en el seno del Consejo de Ministros –tiene la compañía leal de su amigo José Manuel Soria-, cree que llegado a este extremo no cabe abandonar la nave y lo que hay que hacer es intentar doblegar a los vientos que pretenden tumbarla, con la amenaza cada vez más urgente de soltar el lastre del Euro y navegar en solitario.

Rajoy, que considera –no sin parte de razón- muy injusto lo que le está ocurriendo, ha actuado esta misma semana, el jueves por la mañana sin ir más lejos en una conversación telefónica con Ángela Merkel, en esa dirección.

La realidad es que el debate sobre la permanencia de España en el Euro se ha puesto sobre la mesa desde hace varios días –aunque éste que suscribe lo adelantó ya hace semanas-, y está abriendo una brecha muy consistente dentro del Ejecutivo. Nadie discute que lo mejor para España sea seguir en el Euro, pero unos consideran inevitable hacerlo bajo la losa de una intervención, y otros creen que es posible salir del atolladero si se consigue doblegar la resistencia alemana, aunque para ello sea necesario recurrir a lo que el jueves llame un chantaje diplomático.

Frente a la postura de Luis de Guindos, se encuentran Margallo, Montoro, Gallardón, Arenas… Guindos tiene, sin embargo, un importantísimo aliado en el corazón mismo del Palacio de la Moncloa, el jefe de la Oficina Económica de Presidencia del Gobierno, Álvaro Nadal, una de las personas a las que mas escucha el Presidente, y que tiene un amplio conocimiento sobre la realidad alemana porque su mujer trabajó durante varios años en la embajada española de aquel país. Y una aliada de mucho coraje en el partido: la secretaria general, María Dolores de Cospedal. ¿Y la vicepresidenta? “Tiene el alma dividida porque por una parte sabe que el rescate supondría que este Gobierno dijera adiós y su lealtad a Rajoy no le permite plantear tal posibilidad, pero por otro lado no cree en órdagos y piensa que tensar demasiado la cuerda puede acabar rompiéndola y que lo que aparentemente es solo una amenaza se convierta en una realidad”, señalan fuentes de Moncloa.

El artículo escrito ayer en el diario El País por los profesores Luis Garicano, Tano Santos y Fernández-Villaverde venía a completar los argumentos de los partidarios de que España se dejé rescatar para acabar con esta tortura. En él se viene a decir que la salida del España del Euro nos retrotraería a los años 50 y en un tono absolutamente apocalíptico amenazan con la peor de las catástrofes si eso llega a ocurrir. “El artículo –asegura un economista muy próximo a las tesis de Nadal y Guindos- parte de un error de bulto, porque si España sale del Euro, el Euro desaparece, luego las condiciones de competitividad ya no serían las mismas que si España vuelve a la peseta y el Euro permanece. Además –añade-, ya hemos vivido y prosperado mucho sin el Euro, y es muy difícil que el país vuelva a retroceder tanto como ellos aseguran pero la intervención, el rescate, si que nos llevaría a unos niveles alarmantes de empobrecimiento y de tensión social, se pasaría auténtica hambre en España, tal y como está ocurriendo en Grecia”.

¿Qué puede pasar? La realidad es que al Gobierno español ya casi no le queda tiempo para reaccionar, y la sensación es que la partida se va a jugar a una sola carta: o intervención o salida del Euro. Las críticas al Ejecutivo de Rajoy y al modo en que se ha gestionado toda esta crisis crecen fuera pero, sobre todo, dentro del Partido y del Gobierno. Fuera, el PSOE intenta superar su propia división interna mientras escucha los llamamientos de sus líderes a la responsabilidad en un momento de verdadera emergencia para el país. Dentro, se echa en cara de Mariano Rajoy la incapacidad para reaccionar a tiempo, para prevenir las situaciones, para hacer eso que se llama ‘comunicación de crisis’. “Hemos dejado que los acontecimientos nos desborden”, asegura un alto cargo, “y hemos hecho eso que siempre criticamos al Gobierno de Zapatero: improvisar”. Pero es más que eso: “Se ha abandonado el camino de las reformas, y se ha abandonado el camino de los gestos”, dicen en Génova 13. Reformas como la de la Administración Pública y la necesaria reducción de cargos públicos y, sobre todo, de cargos políticos: “En un país en el que hay casi medio millón de políticos no se le pueden pedir sacrificios a los ciudadanos sin antes adelgazar esa locura”.

Y gestos que permitan percibir a los ciudadanos que también los políticos se aprietan el cinturón y, sobre todo, que no permiten que quienes nos han llevado a esta situación se vayan, como se dice vulgarmente, de rositas. Nadie entiende por qué el Gobierno le permite a Rodrigo Rato salir vivo de la crisis de Bankia… “¿Cómo es posible que antepongamos el interés personal de Rato al interés general del país?”, dice esta misma fuente del partido. Entre los diputados del Grupo Popular la demanda de una Comisión de Investigación se hace cada más fuerte, y además añaden nombres para que comparezcan en la misma: “Hay que aceptarla, y llamar a MAFO, pero también a Elena Salgado, a Pedro Solbes y a José Luis Rodríguez Zapatero si fuera necesario, porque el Partido Socialista tiene mucho que explicar de lo que ha pasado en Bankia, y no puede ser que este marrón nos lo comamos solo nosotros”, asegura un diputado del PP.

¿Hay salida? Sí, una: Mariano Rajoy debería comparecer ante las Cortes con un discurso que incluyera tres pasos: el primero, un compromiso claro con las reformas y el anuncio de un calendario muy concreto para llevar a cabo una remodelación muy profunda de las estructuras del Estado, con una apuesta muy firme por la consolidación fiscal y el apoyo a la iniciativa privada en todos aquellos ámbitos que supongan inversión y creación de empleo y la adaptación de nuestra estructura productiva a los cambios sociales del siglo XXI; el segundo, la exigencia a la Unión Europea de la apuesta por un país soberano que siempre ha sido fiel y leal a Europa pero que no esta dispuesto a convertirse en un blanco de los mercados para provocar la caída del Euro.

España quiere más Europa, pero al contrario de lo que decía Ortega, nosotros no somos el problema, somos también parte de la solución, y si se quiere contar con nosotros, bienvenido sea, pero si se nos quiere gobernar anulando nuestra soberanía, que no se cuente con nosotros; y tercero, reclamar a la oposición un amplio acuerdo político para llevar adelante este programa de reformas, porque de no hacerlo así tanto el PP como el PSOE se estarán jugando su propio futuro y estarán alimentando el desencanto y que en las próximas elecciones la mayoría del Parlamento la ostenten partidos extremos como Izquierda Unida y UPyD, al igual que está ocurriendo en Grecia. Si el PP y el PSOE quieren sobrevivir a esta crisis, deben hacerlo juntos, deben caminar juntos y deben hacer juntos un ejercicio de absoluta transparencia.

“Nunca pensamos que a seis meses de ganar unas elecciones con mayoría absoluta, con un poder como nunca había tenido un partido político en España, íbamos a sufrir un desgaste tan brutal hasta el punto de que se cuestione nuestra continuidad. Y lo peor es que no sabemos qué hacer”. Así se expresaba la semana pasada un importantísimo ministro del Gobierno de Mariano Rajoy ante un reducido grupo de empresarios.