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¿Al fin dejaremos de ser un país de idiotas?
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Federico Quevedo

Dos Palabras

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¿Al fin dejaremos de ser un país de idiotas?

España es un país con un mal sistema educativo. Esto es un hecho que pocos pueden poner en duda: los Informes PISA que elabora la OCDE

España es un país con un mal sistema educativo. Esto es un hecho que pocos pueden poner en duda: los Informes PISA que elabora la OCDE siempre nos sitúan a la cola de los países desarrollados. Siempre he creído, y así lo he dicho, que buena parte de la responsabilidad de estos malos resultados la tiene un modelo educativo basado en la cultura de la igualdad, en lugar de en la cultura del esfuerzo, como sí ocurre en otros países de nuestro entorno, igual o incluso más democráticos que el nuestro. El segundo error, en mi opinión, ha sido que mientras en otros países el sistema educativo se configuraba como el fruto de un esfuerzo de consenso entre las principales fuerzas políticas, en España la educación siempre ha sido causa de durísimas confrontaciones entre izquierda y derecha.

Hasta ahora, la izquierda había salido siempre victoriosa y su modelo ha imperado en nuestras escuelas durante décadas, con los resultados que todos conocemos y que, si no les importa, voy a resumir con algunos datos. Es verdad que en España se hace un importante esfuerzo financiero en materia educativa, esfuerzo que ha dado resultados en términos de cantidad (mayor nivel formativo de la población) pero no de calidad. La OCDE y la UE-21, con menor gasto público por alumno, alcanzan mejores resultados en PISA que nuestro país. España destina -según datos de 2011- 10.094 dólares al año de dinero público por alumno en la educación pública, un 21% más que la OCDE y la UE. 

El gasto total en educación dividido por el número total de alumnos en España (pública, concertada y privada) se sitúa en 9.800 dólares, esto es, un 6% más que  los 9.252 dólares de media en la OCDE y un 7% más que los 9.122 dólares de la UE-21. La financiación del sistema educativo español es superior a la de los países de nuestro entorno en todos los niveles educativos: infantil, primaria, secundaria y terciaria. Nuestro país tiene una población más envejecida que la media de la OCDE y la UE-21, y por tanto una proporción de jóvenes inferior, de ahí que su gasto en educación en relación al PIB no sea superior a los países de nuestro entorno.

Lo que pretende la reforma es mejorar la calidad de la enseñanza primando la cultura del mérito y del esfuerzo, con un mayor número de evaluaciones que obligarán a los alumnos, pero también a los profesores, a trabajar mucho más duro. Pero la reforma va más allá, porque también hace una apuesta muy fuerte por la formación profesional y por sus interconexiones con los distintos grados y con la universidad.

¿Qué resultados tiene este importante esfuerzo inversor en cuanto a calidad? Lo cierto es que España obtuvo 481 puntos en las últimas pruebas PISA, 12 puntos por debajo de los obtenidos en promedio por la OCDE. Nuestro país se encuentra por debajo de los principales estados miembros de la UE; de hecho, ocupa el puesto 18 entre los 25 países comunitarios evaluados en PISA 2009 (todos los de la UE menos Malta y Chipre) y la posición 26 de los 34 de la OCDE. Los 481 puntos obtenidos por España en PISA 2009 son también 12 puntos menos que los alcanzados por nuestro país en PISA 2000. Pero es que, además, España no es capaz de optimizar sus recursos humanos. Como prueba, baste señalar que el número de estudiantes por profesor es inferior en comparación a la OCDE y a la UE-21, en todos los niveles educativos. La OCDE toma como referencia los datos de la  ESO, donde la ratio alumnos por profesor en  España (10,1) es inferior a las de la OCDE (13,7) y la UE-21 (11,7) en todos los niveles educativos. Esta diferencia es aún mayor en el caso de los centros públicos, en donde la ratio alumnos por profesor en la ESO en España es de 8,6 por los 13,5 de la OCDE y el 11,4 de la UE-21.

Finalmente, desmontemos otra de las falacias típicas de la izquierda, relativa al salario del profesorado y su dedicación: el salario de los profesores es superior en España en todas las etapas. En el salario inicial es donde la diferencia es mayor. Después de 15 años, o en el salario máximo alcanzable, la OCDE y la UE acortan las distancias, pero al final de la carrera docente los salarios de España también se encuentran por encima de las medias de la OCDE y la UE, aunque en nuestro país se necesitan más años de vida profesional para alcanzar el salario máximo. Los salarios máximos en Educación Primaria y Secundaria son un 58% y un 61% respectivamente más elevados que los iniciales en el conjunto de países de la OCDE, y la diferencia tiende a ser mayor cuando se tarda muchos años en alcanzar el nivel máximo. En los países donde se tarda más años en llegar al tope salarial, el incremento medio en la OCDE es de 78%. En España, a pesar de que el nivel salarial más alto se alcanza al final de la vida laboral (estimada en 35 años) este incremento es del 40%.

Con estos datos encima de la mesa, el Gobierno ha aprobado una nueva reforma educativa. Esta vez, al contrario de lo que hizo el Ejecutivo de José María Aznar, no ha esperado al final de su mandato para ponerla en práctica, por lo que podremos ver sus resultados en el tiempo. Básicamente, lo que pretende la reforma, sobre la que pudieron informarse ayer en este diario, es mejorar la calidad de la enseñanza primando la cultura del mérito y del esfuerzo, con un mayor número de evaluaciones que obligarán a los alumnos, pero también a los profesores, a trabajar mucho más duro. Pero la reforma va más allá, porque también hace una apuesta muy fuerte por la formación profesional y por sus interconexiones con los distintos grados y con la universidad. Sería deseable que, por una vez en la historia reciente de este país, esta reforma, que debe tener su tramitación parlamentaria, alcance un importante grado de consenso político. En caso contrario, al menos es esperable que el tiempo le garantice un importante grado de consenso social. 

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España es un país con un mal sistema educativo. Esto es un hecho que pocos pueden poner en duda: los Informes PISA que elabora la OCDE siempre nos sitúan a la cola de los países desarrollados. Siempre he creído, y así lo he dicho, que buena parte de la responsabilidad de estos malos resultados la tiene un modelo educativo basado en la cultura de la igualdad, en lugar de en la cultura del esfuerzo, como sí ocurre en otros países de nuestro entorno, igual o incluso más democráticos que el nuestro. El segundo error, en mi opinión, ha sido que mientras en otros países el sistema educativo se configuraba como el fruto de un esfuerzo de consenso entre las principales fuerzas políticas, en España la educación siempre ha sido causa de durísimas confrontaciones entre izquierda y derecha.