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‘Striptease’ por la unidad de España
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Federico Quevedo

Dos Palabras

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‘Striptease’ por la unidad de España

Se llama Sandra Boix, @sandraboix, tiene 22 años, es militante de Nuevas Generaciones del PP catalán y le ha echado un par. En una sociedad tan

Se llama Sandra Boix, @sandraboix, tiene 22 años, es militante de Nuevas Generaciones del PP catalán y le ha echado un par. En una sociedad tan tremendamente mediatizada y tan radicalmente superficial como es la nuestra, a veces para que te hagan caso sobran la profundidad de los argumentos y la racionalidad de las reflexiones y basta un gesto, un simple gesto, como es llevarse un dedo índice con un 12-O pintado a la boca para reclamar la atención. Y si ese gesto lo hace una chica joven, guapa… y desnuda, ni te cuento.

A mí no me calla nadie! #ParlaLaCatalunyaSilenciosa #12-O pic.twitter.com/p7lFt0gllJ

El caso es que de la noche a la mañana Sandra Boix pasó de ser nada más que una joven militante del PP en la localidad tarraconense de Alcanar, gobernada por las huestes independentistas y fanáticas de ERC, desconocida salvo para su círculo más próximo, a convertirse en trending topic en Twitter. Su gesto –que recuerda a aquel otro de Albert Rivera en su primera campaña electoral cuando apareció en pelota picada en su cartel e incluso en sus anuncios–, no ha pasado desapercibido para el sectarismo reinante en Cataluña. Prueba de que a veces, en efecto, hace falta despelotarse para llamar la atención ha sido el aluvión de insultos, desprecios e incluso amenazas que ha sufrido en unos pocos días en las redes sociales, que últimamente dan cobijo a demasiado descerebrado junto.

Pero como en aquella otra ocasión le ocurrió a Albert Rivera, en Cataluña en ocasiones es necesario despojarse de la ropa para dejar constancia precisamente de lo desnuda que está esa mayoría silenciosa que no quiere saber nada de la independencia, frente al fanatismo nacionalista que se ha adueñado de los sentimientos y de las emociones de la totalidad del pueblo catalán en un ejercicio indecente de totalitarismo.

“A mí no me calla nadie”, escribía Sandra Boix en ese tuit que hacía viral su gesto del dedo índice llevado a los labios mientras su mano izquierda tapaba sus intimidades. Pero la realidad es que en Cataluña hay una mayoría callada, silenciosa, que no se atreve a abrir la boca porque enseguida se desata contra el no nacionalista la virulencia verbal, e incluso física, del fanatismo.

Salvando las distancias, lo que el sectarismo nacionalista hace con los disidentes es lo mismo que hace el IS en Siria y en Irak: la decapitación verbal, o lo que es lo mismo, el recurrente uso del insulto violento –“facha”, “guarra”, “practicas la Constitución” y otras lindezas– para callar definitivamente al discrepante. Lo que se está viviendo en Cataluña es terrible, y a algunos nos recuerda los peores años del plomo en el País Vasco, cuando ni te atrevías a decir una palabra en defensa de la españolidad porque enseguida eras tachado de maketo y señalado como un enemigo de la patria vasca. Eso cuando no te amenazaban de muerte, claro.

Pero este es el gran éxito de Artur Mas al haber permitido que la excitación de los sentimientos condujera irremediablemente a la fractura social y a la violencia casi étnica. En la génesis del nacionalismo está la exclusión de los que ellos consideran como no parte de la raza, aunque en este caso la raza sea sentimental –son catalanes los que se sientan independentistas, aunque hayan nacido en Talavera de la Reina, y dejan de serlo los españolistas aunque toda su familia y sus ocho apellidos catalanes provengan del Baix Llobregat–. Las familias están rotas, las casas divididas, en los bares en los que antes jugaban al dominó unos y otros independientemente de sentimientos, ahora se viven situaciones de tensión.

No, no me lo invento. Es verdad que hace años la sociedad catalana iba por un lado y sus políticos por otro, pero ahora esos mismos políticos han conseguido tensionar hasta el límite la convivencia, y son muchos los catalanes que lo denuncian allende sus límites territoriales. Será difícil volver a recomponer el marco de entendimiento, por no decir casi imposible, pero gestos desnudos como el de Sandra Boix al menos ponen en evidencia hasta qué extremo llega el fanatismo, y supongo que habrá agitado alguna que otra conciencia. Y si no, bueno es haberlo intentado.

Se llama Sandra Boix, @sandraboix, tiene 22 años, es militante de Nuevas Generaciones del PP catalán y le ha echado un par. En una sociedad tan tremendamente mediatizada y tan radicalmente superficial como es la nuestra, a veces para que te hagan caso sobran la profundidad de los argumentos y la racionalidad de las reflexiones y basta un gesto, un simple gesto, como es llevarse un dedo índice con un 12-O pintado a la boca para reclamar la atención. Y si ese gesto lo hace una chica joven, guapa… y desnuda, ni te cuento.

Cataluña Artur Mas Esquerra Republicana de Catalunya (ERC)