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De Monedero… a billetero: así es la casta de Podemos
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Federico Quevedo

Dos Palabras

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De Monedero… a billetero: así es la casta de Podemos

Podemos es casta, y casta de la peor especie. Todo lo que estos días estamos conociendo alrededor del que es uno de los fundadores de este

Foto: Juan Carlos Monedero en un acto de Podemos. (Gtres)
Juan Carlos Monedero en un acto de Podemos. (Gtres)

Podemos es casta, y casta de la peor especie. Todo lo que estos días estamos conociendo alrededor del que es uno de los fundadores de este partido radical, Juan Carlos Monedero, pone de manifiesto hasta que punto él y sus colegas de formación están dentro de los circuitos de la casta. Y no de cualquier casta. Verán, existen muchas clases de casta en función de los diferentes grupos sociales. Según el diccionario de la Real Academia, casta es el “grupo que forma una clase especial y tiende a permanecer separado de los demás por su raza, religión, etc.”, pero también señala que en la India, casta es un “grupo social de una unidad étnica mayor que se diferencia por su rango, que impone la endogamia y donde la pertenencia es un derecho de nacimiento”.

Cuando desde Podemos se señala como casta al resto de la clase dirigente de este país, desde los políticos hasta los sindicatos, pasando por empresarios, banqueros, periodistas, funcionarios de alto rango, etcétera, etcétera, claramente enmarcan a todos ellos en esa primera definición. Salvo a ellos mismos. Ellos pertenecen a una clase de casta intelectual, formada y desarrollada en los despachos de las universidades, absolutamente endogámica, opaca y que, aun no siendo hereditaria por sanguinidad, sí lo es por proximidad ideológica. Es casta de la peor especie porque suele considerarse a sí misma superior al resto de los estratos sociales, y actúa con una absoluta impunidad creyendo que por ser casta nunca podrán ser acusados de ningún delito, falta o irregularidad.

Monedero y, por supuesto, Pablo Iglesias y el resto de su gente, incluido Íñigo Errejón –todavía está fresca su peripecia en la Universidad de Málaga cobrando del erario público por tocarse la moldura de las gafas–, son esa clase de casta y actúan como tales, creyendo que el simple hecho de estar ahí y de que las encuestas –nadie niega que sea así, por otro lado– los sitúan como la primera o segunda fuerza política del país según quien la haga, les da derecho a comportarse como si ya fueran de la otra clase de casta, la dirigente. Además, dejándose llevar por su autoritarismo, hasta se permiten el lujo de disponer sobre la trayectoria profesional de tal o cual periodista, por ejemplo. Lo malo es que los medios les hacen caso y permiten que ese autoritarismo se ejerza en sus propios despachos.

El caso de Monedero es sintomático de lo que significaría que estos chicos de Podemos llegaran al poder, si no habiendo llegado ya se comportan como lo peor. Es verdad que se les ha puesto bajo la lupa… Suele pasar cuando uno va por la vida dando lecciones a los demás, cuando se presume en exceso de algo de lo que evidentemente se carece: honestidad. Cuando se separa a los demás en buenos y malos, ellos y la ‘gente’ los buenos, y la ‘casta’ los malos. Es lógico que quienes se sienten ofendidos por esa segregación injusta se defiendan.

Verán, el hecho de que los periodistas y los medios de comunicación denunciaran a Errejón por su comportamiento deshonesto, hayan hecho lo mismo con Monedero por las mismas razones y por las sospechas de que además ha financiado la organización con dinero de oscura procedencia –cuando menos manchado con la sangre de la violenta represión del chavismo–, o hayan puesto en la picota a la pareja sentimental de Pablo Iglesias por algo más que fundadas sospechas de corrupción, nepotismo, etcétera, no necesariamente significa que corramos un tupido velo sobre las corrupciones de otros. En absoluto. Nada más beneficioso para una sociedad como la nuestra que ver a los corruptos, sean de las siglas que sean, en la cárcel y pagando por sus delitos.

Pero el hecho de que Bárcenas se lo haya llevado crudo y haya acumulado millones de euros en sus cuentas suizas, o de que Pujol y su familia nos hayan estafado a todos los españoles tanto política como económicamente, y para qué seguir, no justifica que se defienda el comportamiento antiético y deshonesto de los dirigentes de Podemos. Es más, precisamente porque ellos han querido hacer una virtud de su crítica a la casta es por lo que necesariamente tienen que estar más expuestos a la observación pública. Y si resulta que su comportamiento es igual, o peor, que el de aquellos sobre los que han hecho caer la sospecha generalizada, entonces con más razón la crítica debe ser más dura y exigente.

Podemos es casta, y casta de la peor especie. Todo lo que estos días estamos conociendo alrededor del que es uno de los fundadores de este partido radical, Juan Carlos Monedero, pone de manifiesto hasta que punto él y sus colegas de formación están dentro de los circuitos de la casta. Y no de cualquier casta. Verán, existen muchas clases de casta en función de los diferentes grupos sociales. Según el diccionario de la Real Academia, casta es el “grupo que forma una clase especial y tiende a permanecer separado de los demás por su raza, religión, etc.”, pero también señala que en la India, casta es un “grupo social de una unidad étnica mayor que se diferencia por su rango, que impone la endogamia y donde la pertenencia es un derecho de nacimiento”.

Juan Carlos Monedero