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'Merde, merde, merde'
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Federico Quevedo

Dos Palabras

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'Merde, merde, merde'

La dignidad del cargo de los Reyes conlleva un plus de responsabilidad que alcanza a todos los niveles de su actividad pública y privada. Su 'intimidad' es prácticamente inexistente

Foto: El rey Felipe VI y la reina Letizia el pasado jueves en el Auditorio Nacional de Música de Madrid. (EFE)
El rey Felipe VI y la reina Letizia el pasado jueves en el Auditorio Nacional de Música de Madrid. (EFE)

Si se diera el caso de que, por la razón que sea, mi móvil cayera en malas manos y algún desalmado se dedicara a extraer partes de mis conversaciones por WhatsApp, sin duda alguna habría materia suficiente para jugosos comentarios. Supongo que a cualquiera de ustedes les ocurriría lo mismo. Pero no somos personajes importantes y nuestras conversaciones en sí mismas no tienen ningún interés. Además, hacerlo sería delito, y de hecho como periodista me plantearía un dilema moral el publicar determinadas conversaciones que por sí mismas no indican nada sospechoso.

Entiendo, por tanto, la razón que llevó a algunos medios a no publicar los mensajes que se cruzaron el rey Felipe VI, la reina Letizia y el empresario Javier López Madrid, puesto que no habiendo en ellos ningún indicio que llevara a pensar que detrás de esa relación de amistad pudiera haber connivencia, cuando menos, con los delitos de los que se acusa al empresario, parece lógico que se preservara la intimidad de las conversaciones. Pero también comprendo que es difícil, como periodistas, resistirse a la tentación de publicar una noticia tan ‘sabrosa’ y que, sin duda alguna, iba a tener una importante notoriedad.

El caso es que hemos visto esos mensajes, y los hemos leído. De los mismos solo podemos concluir que a los tres les unía, en aquel momento, una estrecha amistad pero, en efecto, no aportan nada más que eso y, por lo tanto, no son determinantes para la instrucción del caso, o los casos, que afectan al empresario. Lo que sí sabemos es que el Rey y él se conocían desde el colegio y que siguieron manteniendo una intensa relación a lo largo de los años. Es verdad que a los amigos se les escoge, pero también lo es que cualquiera de nosotros puede equivocarse en esa elección, y seguramente casi todos nos habremos equivocado alguna vez. Y seguramente habremos tardado en darnos cuenta, como les ha podido pasar a los Reyes en el caso de López Madrid.

Hasta ahora, Felipe VI había conseguido recuperar el prestigio perdido, pero cosas menores pueden volver a provocar una caída en la valoración de la Monarquía

Cuidado, porque con esto no pretendo justificar nada, entre otras cosas porque en principio no parece que haya nada que justificar, en la medida en que los mensajes son irrelevantes desde el punto de vista judicial. Ahora bien, dicho esto, sí hay algo que creo que es importante añadir, y que tiene que ver con el papel que juegan en un momento tan delicado como este lo actuales Reyes de España: la dignidad del cargo conlleva un plus de responsabilidad que alcanza a todos los niveles de su actividad pública y privada. Dicho de otro modo, su ‘intimidad’ es prácticamente inexistente porque la naturaleza de su cargo hace que la transparencia deba ser absoluta.

Eso era algo que, creo, los Reyes habían entendido así a raíz de los escándalos que han ido minando el prestigio de la institución a los largo de los últimos años, y que llevaron a que Don Juan Carlos abdicara a favor de su hijo. Hasta ahora, Felipe VI había conseguido recuperar en buena parte ese prestigio perdido, pero cosas aparentemente menores como esta, y en un momento en el que la epidermis social es tan sensible, pueden volver a provocar una caída importante en la valoración que los ciudadanos tienen de la Monarquía. Están obligados a tener cuidado, y precisamente por ser Reyes de España probablemente sus conversaciones no puedan tener el mismo componente de superficialidad que pueden tener las de cualquier otro ciudadano normal. No es el primer caso de intimidades reveladas por los medios de comunicación, aún recuerdo aquellas famosas frases sexualmente explícitas entre el Príncipe Carlos y Camila Parker cuando todavía este era el marido, y no el viudo, de Lady Di, y el escándalo que conllevaron.

Y es que hay algo en esos mensajes de la Reina con López Madrid que sí creo que merece la pena ser comentado y reprobado: la forma en que se dirige al suplemento del diario El Mundo, LOC, calificándolo de "mierda". Ese es, probablemente, el mayor error del mensaje. La Reina no puede mostrar una preferencia o una animadversión tan evidente hacia un medio de comunicación, y mucho menos cuando además ella ha formado parte de esta profesión antes de casarse con el ahora Rey de España. Nuestro trabajo puede ser bueno o malo, mejor o peor, pero nunca un Rey o una Reina deberían calificarlo como de "mierda", porque entonces serán ellos los que desciendan a una melé en la que pueden acabar de 'merde' hasta el cuello.

Si se diera el caso de que, por la razón que sea, mi móvil cayera en malas manos y algún desalmado se dedicara a extraer partes de mis conversaciones por WhatsApp, sin duda alguna habría materia suficiente para jugosos comentarios. Supongo que a cualquiera de ustedes les ocurriría lo mismo. Pero no somos personajes importantes y nuestras conversaciones en sí mismas no tienen ningún interés. Además, hacerlo sería delito, y de hecho como periodista me plantearía un dilema moral el publicar determinadas conversaciones que por sí mismas no indican nada sospechoso.

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