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La inútil propuesta de Pablo Iglesias que da oxígeno a Rajoy
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Federico Quevedo

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La inútil propuesta de Pablo Iglesias que da oxígeno a Rajoy

Podemos no sabe actuar con profundidad. No es una alternativa de oposición. Si lo fuera, hubiera salido cualquier otro -¿Íñigo Errejón?- a exigir a Rajoy una moción de confianza

Foto: Pablo Iglesias anuncia la presentación de la moción de censura. (EFE)
Pablo Iglesias anuncia la presentación de la moción de censura. (EFE)

No es la primera vez. De hecho, desde que está al frente de Podemos, Pablo Iglesias no ha hecho otra cosa que facilitarle el camino a Mariano Rajoy. Una semana antes de la primera ronda de contactos del rey Felipe VI tras las elecciones del 20-D, el presidente del Gobierno se reunió a cenar con otros tres comensales, todos ellos de las dirección del PP, a los cuales les vino a decir algo así como “prepararos porque a partir del próximo jueves [día de la consulta real] nos van a machacar y vamos a pasar un tiempo muy duro”. No sabían de qué les hablaba, pero en la mente de Rajoy ya estaba tomada la decisión de no aceptar el encargo real, y era plenamente consciente de lo que eso suponía… Entre otras cosas, abrir la puerta a un Gobierno de izquierdas y que el PP pasara a la oposición. Y, por supuesto, su propio abandono, a medio plazo, de la cabeza del partido.

Sin embargo, ese jueves que tenía que haber sido el del calvario del PP, apareció en escena Pablo Iglesias reclamando toda suerte de cargos en un Gobierno 'vicepresidido' por él mismo y dándole lecciones al PSOE. En el PP no se lo podían creer. Les acababa de salvar el culo, como quien dice, su mayor enemigo. Y a partir de ahí el papel que jugó Pablo Iglesias fue el de muleta de un Mariano Rajoy que cada día que pasaba volvía a ver más cerca la posibilidad de ser presidente del Gobierno. Posibilidad que fue evidente en la fallida investidura de Pedro Sánchez y la posterior convocatoria electoral. Lo demás ya lo saben. Rajoy, que unos meses antes estaba casi desahuciado, resucitó tras esa convocatoria electoral y se convirtió en presidente de nuevo en otoño del año pasado.

El caso Lezo ha tenido un efecto demoledor en el PP. Pero, como le ha ocurrido casi siempre, reaccionó escondiéndose en su caparazón

Pero nada de eso ocultaba una realidad: el PP lograba el Gobierno en minoría y sin haber resuelto muchos de los graves problemas que acumulaba en su mochila, especialmente los derivados de los casos de corrupción. Y esto se ha mostrado con toda su crudeza en los últimos días, primero con la decisión de los jueces de Gürtell de llamar a declarar al presidente como testigo pero, sobre todo, con el estallido del caso Lezo que ha tenido un efecto demoledor en el PP y que amenaza con seguir cobrándose víctimas de mucho renombre en la historia del partido. El PP, como le ha ocurrido casi siempre con estas cosas, reaccionó escondiéndose en su caparazón mientras el alud de informaciones desgastaba la imagen del partido y dañaba considerablemente la figura de un Mariano Rajoy que optó por eludir el problema en lugar de afrontarlo.

Lo conocido hasta el momento era lo suficientemente grave como para que un partido en la oposición con fuerza e imagen de alternativa lo aprovechara para llevar al Gobierno y a su presidente el rincón del ring, pero al PP le acompaña la suerte: el PSOE está inmerso en una crisis sin precedentes y en medio de un proceso de primarias que nadie sabe cómo puede acabar; y los dos partidos emergentes pecan de una extraordinaria bisoñez que les lleva a no saber aprovechar la situación. Y encima aparece Pablo Iglesias y se tira a la piscina anunciando la única medida que tiene en la mano la oposición para derribar al Gobierno, pero que solo puede utilizar cuando de verdad cuente con los apoyos suficientes para que triunfe: la moción de censura.

¿Por qué lo hizo? Sin duda el afán de protagonismo tuvo mucho que ver, como también el hecho de interferir en la campaña de primarias socialistas dándole argumentos a Pedro Sánchez frente a Susana Díaz, pero sobre todo lo hizo porque Podemos se mueve en el terreno de lo superfluo, de los gestos, de la aparatosidad… Pero no sabe actuar con profundidad, no tiene discurso ni estrategia. No es una alternativa de oposición. Si lo fuera, nunca hubiera salido Pablo Iglesias a anunciar una moción de censura: hubiera salido cualquier otro –¿Íñigo Errejón?– a exigir a Rajoy una moción de confianza. ¡Ah! Eso es otra cosa. Eso es actuar con cabeza, con estrategia… ¿Acaso algún partido se hubiera opuesto a esa exigencia, salvo el PP? No, lo hubieran apoyado todos, y habrían conducido a Rajoy a una situación límite. En lugar de eso, le han vuelto a dar oxígeno, le han permitido respirar y encima se concederá el lujo de ningunear a Iglesias no subiendo a la tribuna a responderle. Pero son cosas de la bisoñez. O de la estupidez. Vaya usted a saber.

No es la primera vez. De hecho, desde que está al frente de Podemos, Pablo Iglesias no ha hecho otra cosa que facilitarle el camino a Mariano Rajoy. Una semana antes de la primera ronda de contactos del rey Felipe VI tras las elecciones del 20-D, el presidente del Gobierno se reunió a cenar con otros tres comensales, todos ellos de las dirección del PP, a los cuales les vino a decir algo así como “prepararos porque a partir del próximo jueves [día de la consulta real] nos van a machacar y vamos a pasar un tiempo muy duro”. No sabían de qué les hablaba, pero en la mente de Rajoy ya estaba tomada la decisión de no aceptar el encargo real, y era plenamente consciente de lo que eso suponía… Entre otras cosas, abrir la puerta a un Gobierno de izquierdas y que el PP pasara a la oposición. Y, por supuesto, su propio abandono, a medio plazo, de la cabeza del partido.

Mariano Rajoy