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A ver, Pedro Sánchez, ¿qué es una nación?
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Federico Quevedo

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A ver, Pedro Sánchez, ¿qué es una nación?

Probablemente la idea del PSOE de un Estado plurinacional no sea la más acertada, pero al menos es un punto de partida

Foto: Pedro Sánchez, secretario general del PSOE, durante el acto de clausura del Congreso Federal del partido. (EFE)
Pedro Sánchez, secretario general del PSOE, durante el acto de clausura del Congreso Federal del partido. (EFE)

La pregunta, no sé si así de literal o con alguna variación –desde luego no incluyó el apellido–, se la hizo Patxi López al hoy reelegido secretario general del PSOE en aquel debate a tres en la sede de Ferraz. En su respuesta, Pedro Sánchez apeló al carácter cultural del término nación, lo cual fue rebatido por López con una acertada definición de nación como figura política. Es más, en las horas y días siguientes se hizo bastante sorna sobre la respuesta de Sánchez y su supuesta laguna intelectual al respecto. Pero lo cierto es que el líder del PSOE no se equivocaba.

El domingo pasado, hace una semana, en la clausura del Congreso socialista, Sánchez retomó el tema de la ‘nacionalidad’ para exponer su propuesta de diálogo con el fin de resolver el problema de Cataluña una vez se supere el bloqueo actual por culpa del referéndum, y se pueda afrontar de una vez por todas la reforma del Título VIII de la Constitución Española. Sánchez habló entonces de la plurinacionalidad como concepto a incluir en nuestro ordenamiento territorial y superar así el actual estado autonómico.

La propuesta, por supuesto, enseguida tuvo detractores fuera –el PP y Ciudadanos– pero también dentro de su partido, donde sigue habiendo una fuerte resistencia a abrir el melón de esa reforma. Yo no soy un experto constitucionalista, ni siquiera un historiador, pero basta recurrir a ciertas fuentes que son accesibles a todo el mundo para tener unos mínimos conocimientos sobre el concepto de nación –que viene del latín 'natio', derivado de ‘nacer’– y comprender que, en efecto, existe una definición cultural del término nación referida a la identidad de una sociedad que se siente unida por sus costumbres, tradiciones, idioma, religión, conciencia como pueblo, etcétera.

Hay que esperar a que se cierre el problema catalán, pero Sánchez es valiente poniendo este asunto sobre la mesa aun a sabiendas del rechazo

Cierto que eso no es una nación política, una figura que se incluyó en nuestro ordenamiento moderno allá por el siglo XVIII y que a su vez se define como una organización común y un territorio, leyes y órganos de gobierno propios, que es soberana e independiente políticamente de otras comunidades. Pero no son incompatibles. Preguntada por este asunto, la flamante nueva vicesecretaria general del PSOE, Adriana Lastra, tuvo la infeliz ocurrencia de poner como ejemplo la plurinacionalidad boliviana, que tiene sentido en la existencia de pueblos indígenas reconocidos como tales por Naciones Unidas algo que, obviamente, no ocurre en España salvo que de pronto nos encontremos con que los catalanes son un pueblo indígena. Es broma.

Lo que no es broma es la constatación de que existe este debate, y de que probablemente desde la centralidad de la política madrileña no se termina de comprender una realidad que está ahí. Permítanme la referencia a una experiencia personal, pero yo he tenido la suerte de vivir en tres comunidades que se caracterizan por tener fuertes señas de identidad propias: Galicia, País Vasco y Comunidad Valenciana. En cualquiera de ellas, y entiendo que en Cataluña pasa lo mismo, encontramos pueblos o sociedades a los que une un idioma, una cultura, unas costumbres, unas tradiciones, una conciencia que no son compartidas por otros pueblos y otras sociedades del mismo territorio nacional.

España es, sin duda, uno de los Estados más diversos de la Unión Europea, y eso que hay otros que se han configurado también con estructuras descentralizadas. En la Constitución del 78 se dio un paso de gigante hacia un modelo descentralizado, pero no se terminó de colmar la satisfacción de aquellas regiones que de verdad se sentían diferentes y diversas respecto de sus hermanas dentro del territorio nacional. En aquel entonces, aunque se votó favorablemente la Constitución, la derecha tuvo muchos reparos y, de hecho, durante bastante tiempo fue muy crítica con el modelo hasta que finalmente lo acabó aceptando.

El deber de un Gobierno es dar respuesta a las aspiraciones sociales, le gusten o no, y eso no lo está haciendo hoy por hoy el partido que gobierna

Ahora, cuando se habla de reformarlo, se vuelve a cerrar en banda porque, en el fondo, le cuesta aceptar esa diversidad. Probablemente la idea de un Estado plurinacional no sea la más acertada, pero al menos es un punto de partida. Creo, humildemente, que la anterior propuesta socialista para avanzar en la configuración de un Estado verdaderamente federal tiene más sentido, y es más acorde a lo que hay a nuestro alrededor. Cierto también que este no es el momento, que hay que esperar a que se cierre el problema catalán, pero al menos es valiente Pedro Sánchez poniendo este asunto sobre la mesa aun a sabiendas de que va a encontrar rechazo.

Pero sin duda hay que abrir ese melón, porque existen en nuestra periferia sociedades que se sienten emocionalmente como una nación, y hay que dar una respuesta a ese impulso. Y no porque vaya a pasar nada si no se hace –no se trata de amenazar con procesos de independencia ni nada parecido, porque nadie piensa que eso vaya a ocurrir vista sobre todo la enorme fractura social que ha provocado el mal llamado 'proces'–, sino porque el deber de un político, de un Gobierno, es dar respuesta a las aspiraciones sociales, le gusten o no, y eso no lo está haciendo hoy por hoy el partido que gobierna.

La pregunta, no sé si así de literal o con alguna variación –desde luego no incluyó el apellido–, se la hizo Patxi López al hoy reelegido secretario general del PSOE en aquel debate a tres en la sede de Ferraz. En su respuesta, Pedro Sánchez apeló al carácter cultural del término nación, lo cual fue rebatido por López con una acertada definición de nación como figura política. Es más, en las horas y días siguientes se hizo bastante sorna sobre la respuesta de Sánchez y su supuesta laguna intelectual al respecto. Pero lo cierto es que el líder del PSOE no se equivocaba.

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