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José Luis González Quirós

Dramatis Personae

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Cualquier Estado que se desarrolle de manera descontrolada, esto es, sin patrón de crecimiento reconocible, de modo acelerado y sin que puedan describirse con claridad los

Cualquier Estado que se desarrolle de manera descontrolada, esto es, sin patrón de crecimiento reconocible, de modo acelerado y sin que puedan describirse con claridad los beneficios inmediatos de su evolución, se comporta de manera enteramente similar a la de los cánceres en los organismos biológicos. Los efectos del cáncer y de sus metástasis son  conocidos  y muy difíciles de combatir, de manera que, aunque no sea exactamente así, la sabiduría popular ha identificado en su imaginario el cáncer con la muerte misma. Las sociedades, sin embargo, son, a su modo, inmortales, pero pueden experimentar largas y profundas agonías, que es palabra con la que también podríamos denominar a lo que llamamos crisis, una situación a la que no se le conoce salida y en la que gobernantes necios no conocen otra solución que la huída enloquecida hacia no se sabe dónde, con la esperanza de que la cosa escampe… porque, hasta ahora, siempre ha sido así.

 

En una de esas estamos, una crisis galopante y un crecimiento incontrolado, pero deliberado, de los servicios públicos, de manera que a la mayoría de las administraciones y al gobierno de ZP ni se le pasa por la cabeza una contención seria del gasto. Este año hemos batido la cifra de empleados dependientes del erario público que ha alcanzado una cifra superior a los 3,7 millones de personas, con un crecimiento de más de 156.000 empleados públicos en el último año. Los españoles deberíamos ser conscientes de que todo esto significa vivir por encima de nuestras posibilidades y gastar el dinero de que disponemos una manera poco inteligente. Una prueba muy simple de ello es que la relación entre el número de funcionarios y el número de ciudadanos a los que supuestamente sirven. Una administración, que difícilmente podría tildarse de liberal, como es la Generalitat de Cataluña, utiliza un 9,8% de ciudadanos en los empleos públicos, mientras que Extremadura ocupa cerca del 29%. Si la ratio catalana se extrapolase al conjunto de España nos podríamos ahorrar cerca de un millón de funcionarios: ¡a saber qué estarán haciendo!

Una administración, que difícilmente podría tildarse de liberal, como es la Generalitat de Cataluña, utiliza un 9,8% de ciudadanos en los empleos públicos, mientras que Extremadura ocupa cerca del 29%

Cualquier Estado que se desarrolle de manera descontrolada, esto es, sin patrón de crecimiento reconocible, de modo acelerado y sin que puedan describirse con claridad los beneficios inmediatos de su evolución, se comporta de manera enteramente similar a la de los cánceres en los organismos biológicos. Los efectos del cáncer y de sus metástasis son  conocidos  y muy difíciles de combatir, de manera que, aunque no sea exactamente así, la sabiduría popular ha identificado en su imaginario el cáncer con la muerte misma. Las sociedades, sin embargo, son, a su modo, inmortales, pero pueden experimentar largas y profundas agonías, que es palabra con la que también podríamos denominar a lo que llamamos crisis, una situación a la que no se le conoce salida y en la que gobernantes necios no conocen otra solución que la huída enloquecida hacia no se sabe dónde, con la esperanza de que la cosa escampe… porque, hasta ahora, siempre ha sido así.

 

En una de esas estamos, una crisis galopante y un crecimiento incontrolado, pero deliberado, de los servicios públicos, de manera que a la mayoría de las administraciones y al gobierno de ZP ni se le pasa por la cabeza una contención seria del gasto. Este año hemos batido la cifra de empleados dependientes del erario público que ha alcanzado una cifra superior a los 3,7 millones de personas, con un crecimiento de más de 156.000 empleados públicos en el último año. Los españoles deberíamos ser conscientes de que todo esto significa vivir por encima de nuestras posibilidades y gastar el dinero de que disponemos una manera poco inteligente. Una prueba muy simple de ello es que la relación entre el número de funcionarios y el número de ciudadanos a los que supuestamente sirven. Una administración, que difícilmente podría tildarse de liberal, como es la Generalitat de Cataluña, utiliza un 9,8% de ciudadanos en los empleos públicos, mientras que Extremadura ocupa cerca del 29%. Si la ratio catalana se extrapolase al conjunto de España nos podríamos ahorrar cerca de un millón de funcionarios: ¡a saber qué estarán haciendo!

Una administración, que difícilmente podría tildarse de liberal, como es la Generalitat de Cataluña, utiliza un 9,8% de ciudadanos en los empleos públicos, mientras que Extremadura ocupa cerca del 29%

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