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Botín y 'El pájaro espino' del etarra O'Shea
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Botín y 'El pájaro espino' del etarra O'Shea

Como en el drama narrado por Colleen McCullough en su famoso El pájaro espino, la vida de Ignacio Iñaki O’Shea, hermano de Paloma y Covadonga O’Shea

Como en el drama narrado por Colleen McCullough en su famoso El pájaro espino, la vida de Ignacio Iñaki O’Shea, hermano de Paloma y Covadonga O’Shea y cuñado, por tanto, del banquero Emilio Botín, también daría para una tormentosa saga novelesca centrada en la vida de un seminarista con el corazón dividido entre su amor a Dios y el odio inoculado por la banda terrorista ETA. Empecemos por decir que Iñaki O’Shea cumple hoy una condena en Soto del Real de 10 años de cárcel por colaboración con banda armada, según la reciente sentencia de la Audiencia Nacional -Sección Tercera de la Sala de lo Penal- que ha impuesto penas por un total de 527 años a una cincuentena de miembros de la Mesa Nacional de HB, de la que el propio O’Shea formó parte.

Como en el caso del héroe terrenal de McCullough, también Iñaki, respondiendo a la llamada del Señor, ingresó en el seminario de Loyola que la Compañía de Jesús mantiene en Azpeitia, Guipúzcoa, cuna de San Ignacio. Pero en lugar de tomar los hábitos y dedicarse a seguir fielmente las ignacianas “Reglas para sentir con la Iglesia”, nuestro hombre se enganchó en las tesis radicales de ETA en un drama muy carlista, muy vasco, sin el cual no sería posible entender los orígenes del terrorismo etarra.

Y cuentan que su padre, José María O’Shea, el suegro de Botín, a cuyo entierro no se atrevió a ir Botín por temor a que ETA pudiera atentar contra él en el propio camposanto, viajó lleno de indignación a Roma para entrevistarse con el general de la Orden, el famoso Padre Arrupe, el papa negro, como se les llama a los generales de la Compañía de Jesús y le espetó con toda crudeza: “Les di un hijo para que hicieran de él un buen jesuita y me lo han convertido en un jesueta...”

Dicen quienes le conocen que el etarra encarcelado O´Shea es el vivo retrato de sus hermanas Covadonga y Paloma, un hombre físicamente distinguido, cuya fama de buena persona aún pervive en la memoria de quienes le conocieron en su juventud bilbaína. Nadie se explica todavía su adscripción al terrorismo. Nadie sabe bien qué motivos le llevaron a traspasar la delgada línea roja que separa las simpatías izquierdistas (sentidas por alguna gente bien del norte, caso de Pedro Ybarra Güell y Carmen Oriol) incluso independentistas, de la pura y dura militancia etarra.

Y es que O´Shea, Ybarra y Oriol secundaron en plena juventud las tesis de los curas progres del Bilbao de los 60, la Acción Católica y todo lo demás, fieles seguidores cual eran de la parábola del Juicio Final que narra el evangelio de San Mateo (“A Cristo se le encuentra entre los oprimidos y no en otra parte”) y del pasaje de San Lucas, el evangelista psicólogo, referido a la parábola del mayordomo infiel y la limosna (“no podéis servir a Dios y al dinero”). Pero Pedro Ybarra y Carmen Oriol, después de coquetear con algunos elementos del entramado etarra, supieron pararse a tiempo, hasta el punto de que cuando la banda secuestró a Javier Ybarra, ambos se movilizaron para intentar salvarlo. Sin éxito, por desgracia.

Iñaki O’Shea, por el contrario, no se limitó a vivir como un pobre, cerca de los oprimidos sociales y los perseguidos por el franquismo, sino que dio el paso definitivo que terminaría convirtiendo a un aspirante a jesuita en jesueta, desoyendo así los consejos del duque Von Wüttemberg que tanto se hicieron valer en Trento, según los cuales “quien por su estamento sea pobre tiene que aguantarse, pero si es pobre por simple pose es lo mismo que si fingiera estar enfermo sin estarlo”.

Cuentan, no obstante, que el etarra O’Shea adora a sus hermanas a pesar de no tener relación con ellas, y hasta dicen en Bilbao que ha exigido siempre a la banda no tocarlas en ningún caso, ni a ellas ni a sus familias, de modo que, por extensión, los Botín tendrían en él la garantía de su seguridad frente a ETA.

Como en el drama narrado por Colleen McCullough en su famoso El pájaro espino, la vida de Ignacio Iñaki O’Shea, hermano de Paloma y Covadonga O’Shea y cuñado, por tanto, del banquero Emilio Botín, también daría para una tormentosa saga novelesca centrada en la vida de un seminarista con el corazón dividido entre su amor a Dios y el odio inoculado por la banda terrorista ETA. Empecemos por decir que Iñaki O’Shea cumple hoy una condena en Soto del Real de 10 años de cárcel por colaboración con banda armada, según la reciente sentencia de la Audiencia Nacional -Sección Tercera de la Sala de lo Penal- que ha impuesto penas por un total de 527 años a una cincuentena de miembros de la Mesa Nacional de HB, de la que el propio O’Shea formó parte.