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Cospedal se enclaustra 14 horas con todos sus consejeros en una finca de cerdos ibéricos
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Cospedal se enclaustra 14 horas con todos sus consejeros en una finca de cerdos ibéricos

La finca fue un regalo de Felipe IV al duque de Alba por su apoyo en la guerra de Flandes. El Dehesón del Encinar, que así

La finca fue un regalo de Felipe IV al duque de Alba por su apoyo en la guerra de Flandes. El Dehesón del Encinar, que así se llama, es un paraje con mucha historia, repleto de alcornoques, robles y cruzado por un arroyo que fue expropiado por la II República y que pasó a manos de la Junta de Castilla-La Mancha en 1984. En ese lugar, que desde 1944 hasta hace bien poco ha acogido una piara experimental de cerdo ibérico gestionada por el genetista Miguel Odriozola y por el Instituto Nacional de Investigaciones Agrarias (INIA) ha encontrado María Dolores de Cospedal el escondite perfecto en el que desconectar del caso Bárcenas y de otras crisis populares que la afligen.

Pero ni la belleza del paraje, que tiene una superficie de 715 hectáreas, ni la espectacularidad de la fauna que lo rodea (águilas imperiales, grullas o nutrias) sirven para que la presidenta castellano-manchega afloje lo más mínimo el ritmo de trabajo. Lejos de Toledo, Cospedal ha encontrado en esta finca el sitio en el que enclaustrarse con todos su consejeros para planificar el curso y coordinar los grandes proyectos del Gobierno que gestiona.

Los que critican a la número dos del PP por pasar más tiempo en Génova 13 que en la sede de la Junta desconocen hasta qué punto la presidenta está al cabo de todos los detalles que rodean a cada una de las Consejerías de su gabinete. Y es que, periódicamente, Cospedal somete a todo su equipo a verdaderas sesiones maratonianas en las que repasa, uno a uno, todos los temas de interés de cada uno de los departamentos.

Así ocurrió, por ejemplo, el pasado viernes. Cospedal volvió a citar a sus siete consejeros en El Dehesón del Encinar en una jornada que, a buen seguro, no olvidarán con facilidad. Comenzaron la reunión de trabajo poco después de las diez de la mañana y no acabaron hasta pasada la medianoche. Y sólo tuvieron una hora para comer. Fuentes conocedoras del encuentro explican que el interés de la presidenta por ir conociendo los asuntos en los que está cada consejero alargan estos cónclaves sin que haya tiempo para el esparcimiento.

Cuentan que, en otras ocasiones, Cospedal ha citado a su equipo el viernes, han pasado la noche en comandita y, al mediodía del sábado, los maridos y las esposas se han unido a la cita para terminar la reunión con una comida todos juntos. En esta última ocasión no ha habido tiempo para ello. Es más, no hubo un hueco ni para pasear por la finca. Y eso pese a que una de las personas que gestiona el recinto se ofreció a guiar a Cospedal y a su equipo por algunos de los rincones más bellos de El Dehesón, algo que tendrán que dejar para otro próximo encuentro en el que la agenda esté menos sobrecargada. 

La finca fue un regalo de Felipe IV al duque de Alba por su apoyo en la guerra de Flandes. El Dehesón del Encinar, que así se llama, es un paraje con mucha historia, repleto de alcornoques, robles y cruzado por un arroyo que fue expropiado por la II República y que pasó a manos de la Junta de Castilla-La Mancha en 1984. En ese lugar, que desde 1944 hasta hace bien poco ha acogido una piara experimental de cerdo ibérico gestionada por el genetista Miguel Odriozola y por el Instituto Nacional de Investigaciones Agrarias (INIA) ha encontrado María Dolores de Cospedal el escondite perfecto en el que desconectar del caso Bárcenas y de otras crisis populares que la afligen.

María Dolores de Cospedal