¿Quiere trabajar en el Banco de España? Pague 24 euros sólo por intentarlo

Peculiar forma de contratar la del Banco de España: el organismo regulador hace negocio con los aspirantes a ocupar un puesto entre las huestes de Luis María Linde. Si usted es un periodista en paro, desesperado como tantos millones de españoles en estos tiempos de zozobra, tal vez no haya reparado en una convocatoria del BdE para cubrir una plaza del nivel 7 del grupo directivo como experto en comunicación externa. En ese caso puede consultarla en el siguiente enlace. No hay duda de que se llevará una desagradable sorpresa.  

Dicha convocatoria tiene como objeto “la selección de un especialista de reconocida talla y prestigio en comunicación externa”, entre cuyas funciones se incluirían las habituales en ese tipo de puesto: análisis de cualquier información publicada en medios que afecte al organismo regulador, redacción de notas de prensa, discursos y comunicados de todo tipo, organización de actos o el diseño de estrategias para “el mantenimiento de relaciones fluidas entre el Banco de España y los profesionales de la comunicación, por un lado, y los ciudadanos, por otro”.

Se requiere, por cierto, dominar el idioma de Shakespeare cual nativo de Oxford y disponibilidad para desplazarse tanto por la piel de toro como fuera de España. También experiencia de, al menos, cinco años trabajando con información económico-financiera, de los cuales tres deben haberse pasado en la redacción de un medio de la prensa salmón.            

Y aquí llega el punto que habrá hecho encolerizar a más de uno. En el apartado de Admisión al Proceso Selectivo, se advierte de que se debe presentar un “resguardo de haber satisfecho el pago de 24 euros en concepto de derechos de participación, el cual se realizará mediante transferencia bancaria a la cuenta del Banco de España”. Es decir, pese a ser un organismo público, el BdE obliga a apoquinar 24 euros sólo para poder presentar la candidatura. Todo un detalle para los profesionales de un sector muy tocado, si no hundido, por una crisis que ya ha dura demasiado hasta para los más aguerridos o los optimistas más acérrimos.