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Arturo Fernández pide árnica a Alierta y que le baje los alquileres
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Arturo Fernández pide árnica a Alierta y que le baje los alquileres

Se ha dado de bruces con los caseros de la Asamblea de Madrid, el Club de Campo, Radio Televisión Española y el Teatro Real

Arturo Fernández, presidente de CEIM y dueño del Grupo Cantoblanco, tiene un problema con sus caseros, que son muchos, casi tantos como restaurantes. Se ha dado de bruces con la Asamblea de Madrid, el Club de Campo, Radio Televisión Española y el Teatro Real, cuatro de los que fueran sus establecimientos más emblemáticos y donde ha tenido que poner pies en polvorosa porque el negocio no da para pagar las rentas que le exigen en las susodichas concesiones.

Los números no salen para la comanda. Ni a Arturo ni a sus rivales, que han renunciado a presentarse para hacerse con el catering de las concesiones antes mencionadas. Todos los concursos desiertos. Nadie los quiere. Son una ruina.

Otros restaurantes que Cantoblanco amenaza con cerrar son los que tiene en la sede de Telefónica, en el madrileño barrio de Las Tablas. Así se lo ha comunicado el presidente de CEIM a César Alierta. El primero se queja al segundo de que las rentas son demasiado elevadas y le echa en cara que la plantilla le 'ponga los cuernos' yéndose a la competencia, esto es, al Telepollo sito en los aledaños de las oficinas.

El Grupo Cantoblanco está haciendo limpia. Se está ajustando al nuevo escenario con el objetivo de ser más pequeño, pero también rentable. Comenzaron el año 2014 con casi 100 establecimientos y quiere acabar el proceso de reestructuración con poco más de treinta. También contaba con casi 1.700 trabajadores y ahora apenas superan los 500. Los que ya no forman parte del grupo han sido liquidados debidamente y traspasados con el negocio. Hay cierta morriña con don Arturo. En la cocina del restaurante del Congreso, por ejemplo, dicen que ya no es lo mismo sin él.

Arturo Fernández, presidente de CEIM y dueño del Grupo Cantoblanco, tiene un problema con sus caseros, que son muchos, casi tantos como restaurantes. Se ha dado de bruces con la Asamblea de Madrid, el Club de Campo, Radio Televisión Española y el Teatro Real, cuatro de los que fueran sus establecimientos más emblemáticos y donde ha tenido que poner pies en polvorosa porque el negocio no da para pagar las rentas que le exigen en las susodichas concesiones.

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