Fiesta por todo lo alto en el Bellas Artes para celebrar el éxito de Aena

La privatización de Aena ha dejado un excelente sabor de boca en todos los que han participado en la oferta pública de venta (OPV). Desde el vendedor, el Estado, que apenas dos meses atrás no sabía si podía llevar a puerto la operación, hasta los bancos vendedores de las acciones pasando por los inversores, que en apenas unas horas obtuvieron una rentabilidad del 20%.

Tras el toque de campana en la sede de la Bolsa de Madrid, en la Plaza de la Lealtad, Aena ofreció un cocktail servido en el propio parqué para festejar el éxito. Directivos, empleados, banqueros, abogados, políticos y periodistas degustaron el tradicional ágape posterior al evento. Pero José Manuel Vargas, presidente de la compañía privatizada, quería tener un detalle con las personas que durante cerca de un año habían estado involucradas en la operación.

Por ello,unos 150 invitados se desplazaron calle Alcalá arriba –a 500 metros de la Bolsa– hacía los salones del Círculo de Bellas Artes, uno de los centros culturales más importantes de Europa, donde se paga un sobreprecio por sentarse a tomar un café. Allí, en el emblemático edificio inaugurado en 1926 por Alfonso XIII, se sirvió un ágape organizado por la misma compañía que había dirigido toda la ronda de presentaciones de Aena entre inversores por medio mundo.

Sobre quién pagará la factura, las fuentes no se ponen de acuerdo. Algunas dicen que correrá a cargo de los bancos coordinadores de la OPV –Morgan Stanley, Bank of America Merrill Lynch, Goldman Sachs, Santander y BBVA–, los cuales, pese a lo que se pueda pensar,no han ganado precisamente mucho dinero en la operación, debido a las bajas comisiones pagadas por el Estado por la colocación (0,19%, mínimo histórico). Otras dicen que el piscolabis lo abonará la propia Aena, es decir, todos los ciudadanos.

Dado el grado de felicidad de todos los implicados, el paganini queda en un segundo plano pormuy estricto que esté el Estado con los gastos no corrientes. Más aún, la satisfacción es tal que dentro de un mes tienen otra fiesta, esta ya por la noche, más desenfrenada, en lo que se conoce como el closing dinner o cena de cierre de la OPV.