Podemos se queda sin pizza

Podemos está empezando a ver cómo la intención de voto de hasta el 25% que le asignaban algunas encuestas a finales del año pasado se desinfla lentamente conforme avanzan las semanas. La recta final de la legislatura se le está haciendo larga al partido de Pablo Iglesias. Los sondeos han convertido a Albert Rivera en el nuevo político revelación y comienzan a pasarle factura los diferentes escándalos en los que se han visto envueltos sus dirigentes.

Pero Podemos también está experimentando en la calle la pérdida de ese respaldo popular. Esta semana, el número dos de Iglesias, su amigo y escudero Íñigo Errejón, se acercó a comer con siete amigos a un conocido restaurante italiano del municipio madrileño de Pozuelo de Alarcón, situado al oeste de la capital.

El establecimiento se encuentra a menos de un kilómetro de distancia de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociología de la Universidad Complutense de Madrid, el cuartel general de la corriente dominante de Podemos. Tanto Errejón como su amigo Iglesias han sido profesores de ese centro, al igual que otros integrantes de la dirección del partido.

Errejón quería comer con sus amigos en ese restaurante, pero no pudo, según ha podido saber este diario. Antes de que el grupo entrara en el local, el propietario les informó de que ya estaba completamente lleno. El secretario Político de Podemos miró hacia dentro y vio que, en realidad, la mayoría de las mesas estaban vacías, así que volvió a pedirle al dueño que les dejara pasar. Pero el propietario del restaurante afirmó que tenía todas las mesas reservadas y que no podía ofrecerles ninguna.

Esta vez, Errejón no se salió con la suya. El dirigente de Podemos y sus amigos tuvieron finalmente que buscar otro establecimiento. El propietario del restaurante no quería dar de comer al representante de un partido con el que discrepaba profundamente, según ha podido saber este diario. En las últimas semanas, Podemos ha renunciado públicamente a parte de sus postulados iniciales para tratar de llegar a un electorado más amplio. Pero el dueño del restaurante no estaba dispuesto a renunciar a sus principios para facturar más ese día.