La estatua de Onésimo Redondo sí tiene quien la quiera (en el Gobierno)

Hace meses que ya no forma parte del horizonte de Valladolid. La nueva alcaldía socialista jugó fuerte hasta conseguir a comienzos de año que el monumento franquista tributo a Onésimo Redondo, el vallisoletano fundador de las JONS, fuera retirado como obliga la Ley de Memoria Histórica. Más allá de los peros iniciales, en este caso por parte del Ministerio de Industria, el principal escollo ha sido buscarle destino.

El conjunto en cuestión, formado por un campesino, un obrero, un estudiante y un combatiente, con las flechas y el yugo en lo alto, levantado en 1961, tenía que haber ido a parar a Salamanca. Su destino era el Centro Documental de Memoría Histórica, pero por distintos motivos ha terminado circunstancialmente almacenado sin pena ni gloria en una nave pública del municipio madrileño de Alcalá de Henares.

Este desenlace ha molestado de forma especial a Miguel Temboury, no por su condición de subsecretario de Economía y Competitividad (hombre de confianza de Luis de Guindos), sino por la de nieto del fundador de las JONS. En efecto, este abogado del Estado es hijo de María de las Mercedes Redondo, única descendiente del político, que dio nombre al pueblo vallisoletano Quintanilla de Onésimo.

El jurista madrileño está disgustado por el deambular del tributo a su abuelo. Es más, en las ultimas fechas, en más de una ocasión ha comentado a sus allegados el interés por realizar las gestiones administrativas necesarias para recuperar el conjunto escultórico. Se entiende que en caso de poder recuperarla nadie podría impedirle que la obra luciera en algún recinto privado de la familia… salvo que lo obstaculice la Ley de Memoria Histórica.