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¿La receta de Mariano? Sentido común
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Pilar García de la Granja

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Pilar García de la Granja

¿La receta de Mariano? Sentido común

Prudencia, prudencia, prudencia. Mariano Rajoy ha presentado por fin lo que será su programa electoral, las líneas maestras de su gobierno en caso de que llegue

Prudencia, prudencia, prudencia. Mariano Rajoy ha presentado por fin lo que será su programa electoral, las líneas maestras de su gobierno en caso de que llegue a la Moncloa. Dadas las encuestas electorales, el líder del PP sabe que entrará en el Palacio dentro de un mes y medio. Recuerda Rajoy cómo era el Palacio de la Moncloa de su época de ministro junto a Aznar, pero no tiene ni idea de qué se va a encontrar dentro del edificio. Él lo dejó, hace ocho años, con muebles, un palacete organizado en donde se pagaban las facturas que llegaban. Y ahora probablemente se va a encontrar un palacio art decó, en el que vaya usted a saber si se han pagado las facturas, si están debajo de las alfombras o si siquiera hay alfombras.

Ese es el principal problema con el que se enfrenta Rajoy: el desconcierto ante las cuentas públicas, las mentiras respecto de los presupuestos y las deudas contraídas, no pagadas y no contabilizadas. Con semejante panorama, Rajoy solo puede ser prudente. Sabe que tendrá que gestionar la catástrofe, pero no sabe hasta qué punto está cuantificada. Cuando eres consciente de tener un cáncer vas al médico, a la espera del diagnóstico. La solución llega cuando se tiene claro el tipo de cáncer. De momento, Rajoy ha presentado un tratamiento de choque, con tres líneas maestras destinadas a crear empleo, ahorrar -en lo público y en lo privado- y devolver la confianza a los mercados sobre España asumiendo el cumplimiento de déficit público el año que viene.

Un plan de choque al fin prudente y que responde a una percepción desconfiada de la situación, y a una forma de ser que garantiza, al menos, sentido común a la hora de gestionar

Este compromiso es clave para que Rajoy pueda tomar las medidas más duras, más dolorosas, en los primeros meses de gobierno. Y es un mensaje tranquilizador: sabiendo como sabe que no se cumple el objetivo de 2011, tendrá que aplicar su recetario sin contemplaciones en seis meses. Rajoy propone reducir la administración pública, eliminar duplicidades administrativas y agilizar los trámites en varios sentidos: administrativos (para crear empresas) y judiciales (para aligerar la justicia). Además, pretende premiar el ahorro, lo que está muy bien, porque lo que tienen que hacer España y los españoles es ahorrar.

Rehabilitar el ‘ladrillo’

Lo explicó ayer estupendamente David Taguas: es necesario gastar menos, aunque no guste, en lo público y en lo privado. Además se bajarán los impuestos sobre la renta para comprar una primera vivienda. Es de sentido común: para reactivar el sector habrá que vender casas, y para que alguien las compre habrá que habilitarle las fórmulas. Rajoy, además, se compromete con la economía de mercado, con la captación de recursos privados y la implantación de mecanismos no bancarios que, como todo el mundo sabe, ya no dan crédito. En materia de empleo, habrá menos contratos y se premiará la contratación -bajando los impuestos en vez de subirlos como propone Rubalcaba-.

Un plan de choque al fin prudente y que responde a una percepción desconfiada de la situación, y a una forma de ser que garantiza, al menos, sentido común a la hora de gestionar. Es inaudito que, a 31 de octubre, el Banco de España explique que la economía española creció 0, cero patatero, en el tercer trimestre del año, el trimestre del turismo y los servicios. Si en el tercer trimestre crecimos cero y el desempleo se disparó hasta los 5 millones de parados, no quiero imaginar cómo va a ser el cuatro trimestre de este año. La suerte que tienen Salgado, Solbes, Campa, Ocaña, Vegara, Gómez, Granado, Mari Luz Rodríguez, Sebastián y todo el ejército de incapaces que hemos sufrido en el Gobierno en materia económica, es que ya no tendrán que dar explicaciones. 

Prudencia, prudencia, prudencia. Mariano Rajoy ha presentado por fin lo que será su programa electoral, las líneas maestras de su gobierno en caso de que llegue a la Moncloa. Dadas las encuestas electorales, el líder del PP sabe que entrará en el Palacio dentro de un mes y medio. Recuerda Rajoy cómo era el Palacio de la Moncloa de su época de ministro junto a Aznar, pero no tiene ni idea de qué se va a encontrar dentro del edificio. Él lo dejó, hace ocho años, con muebles, un palacete organizado en donde se pagaban las facturas que llegaban. Y ahora probablemente se va a encontrar un palacio art decó, en el que vaya usted a saber si se han pagado las facturas, si están debajo de las alfombras o si siquiera hay alfombras.

Mariano Rajoy