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La prima y el primo
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Pilar García de la Granja

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Pilar García de la Granja

La prima y el primo

 Era lunes 23 de julio, el diferencial de la prima de riesgo española frente a la alemana era de 632 puntos básicos. El bono español a

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Era lunes 23 de julio, el diferencial de la prima de riesgo española frente a la alemana era de 632 puntos básicos. El bono español a 10 años cotizaba por encima del 7,5% frente al Bund alemán. En ese momento saltan todas las alarmas en Moncloa y en medio mundo, el colapso de la economía española por la incapacidad de financiarse a esos precios sobrevuela a todos los mandatarios, especialmente en la UE.

No era la primera vez; el 5 de mayo del 2010 sucedía algo parecido con el presidente Zapatero en el gobierno. En aquella ocasión se le impuso a España el mayor recorte social jamás realizado en Democracia hasta el momento, el adelanto de las elecciones generales (al 20N) y un cambio sin precedentes en la Constitución española, que se realizó en diez días para incluir el límite de endeudamiento de forma constitucional.

Desde entonces, mucho ha llovido en España (y mucho queda aún por llover). A las reformas estructurales llevadas a cabo se le unen dos reformas laborales (la de Celestino Corbacho en 2010 y la de Fátima Báñez en 2012), cinco reformas del sector financiero (sector que todavía planta cara al Ejecutivo por la valoración de sus activos tóxicos y el famoso ‘banco malo’ y su implantación), la reforma del sistema de cobro del desempleo y de subvenciones, así como el alargamiento de la vida laboral. Además, se ha llevado a cabo una reforma fiscal, por la cual se han subido todos los impuestos posibles, desde el de las rentas por el trabajo hasta el IVA, pasando por una reforma del sector energético -que es básicamente fiscal-, y la liberalización de los horarios comerciales.  Todo ello, para sentar las bases de un país que está en su segunda recesión, en el que se han destruido desde 2008 unos tres millones y medio de puestos de trabajo, han desaparecido medio millón de autónomos y  en donde cierran cada día entorno a 350 PYMES.

Con todo, el peor efecto de la crisis es la destrucción de empleo que, aunque continúa, gracias a la flexibilización de los acuerdos entre empresas y empleados estamos viendo un ajuste más intensivo vía salarios que vía despidos. Desde febrero de 2012 hasta septiembre el sector privado en España, según los datos del Ministerio de Empleo, creó 45.000 nuevos puestos de trabajo.

Estas múltiples reformas, sin embargo, no han conseguido rebajar la presión del diferencial de la prima de riesgo. La famosa prima está más controlada gracias al anuncio del BCE de intervenir en el mercado de la deuda, para comprar bonos, en caso de que un país solicite el rescate. Solo entonces se activará el mecanismo. En el Gobierno del presidente Rajoy hay dos teorías sobre esta cuestión: aquellos que consideran que la prima de riesgo “es la enfermedad” y por lo tanto, mientras se mantenga controlada, las necesidades de financiación se pueden cumplir; y aquellos que creen que la prima de riesgo es la “fiebre”, pero que la enfermedad se llama déficit público.

El gasto en desempleo, pensiones, sanidad, educación y dependencia (es decir, el 80% del gasto público) prácticamente no se ha reducido. De hecho, en los PGE actuales el gasto público se incrementa el 5,3%, y en los PGE de 2013 se mantiene esta tasa.

Es verdad que en España la deuda de las empresas y familias casi triplica a la deuda del Estado. Pero no es menos cierto que quien está encontrando los problemas graves de financiación es el Estado español. Qué España tenga una deuda que alcanza el PIB de un año no es ninguna tontería. Que nuestro ritmo de endeudamiento se haya triplicado desde 2007 (con superávit) hasta una tasa de 90.000 millones de euros más de los que ingresamos al año es una barbaridad. Y éste es el problema. Para reducir el endeudamiento hay que devolver las deudas contraídas, y hay que impedir que los llamados “costes estructurales” sigan creciendo al mismo ritmo.

El gasto en desempleo, pensiones, sanidad, educación y dependencia,  es decir, en donde se va el 80% del gasto público, prácticamente no se ha reducido. De hecho, en los PGE actuales el gasto público se incrementa el 5,3%, y en los PGE de 2013 se mantiene esta tasa. Y esta es la única razón que explica por qué la deuda pública y los costes estructurales son los que verdaderamente lastran nuestra prima de riesgo y la confianza sobre España. Traducción: no es la deuda privada (con un ritmo de desendeudamiento histórico, y crédito negativo al consumidor desde 2009), es la deuda pública la realmente preocupante.

Llegados a éste punto se presenta la cuestión del “rescate”.  Para España hay sobre la mesa tres rescates diferentes, y un tercero complementario (en realidad hay que hacer un máster para entenderlo). El primer rescate sería el “bancario”, a través de una línea de crédito europea de hasta 100.000 millones de euros (de los que, parece, solo utilizaríamos 40.000). Este rescate “bancario” ahora resulta que es un préstamo a España y no directamente a la banca. Al menos es lo que se interpreta de las palabras del presidente Rajoy tras la Cumbre Europea de la semana pasada; “4 puntos más de PIB de déficit, no es lo que más me preocupa”, dijo. En todo caso, este mecanismo bancario no se ha activado de momento.

El segundo rescate sería “el de país”, a través del MEDE, y que implicaría que representantes de la troika, en vez de visitarnos cada mes, se instalaran en el Ministerio de Economía y en el de Hacienda. La tercera vía tiene que ver con el “rescate virtual”: España hace la petición formal, pero no usa el dinero, y a cambio el BCE compra deuda en los mercados para controlar el diferencial de la prima. El cuarto tipo de rescate en cuestión se refiere en exclusiva al FMI, y se trataría de buscar una línea de ayuda de la Institución multilateral (que, en mi modesta opinión, vendría siempre de la mano de la UE). Total, un lío, porque la cuestión es siempre la misma: ¿Rescate para qué? ¿Para desendeudar al sector privado? No. Para reestructurar la deuda pública. Por lo tanto, el diferencial de la prima de riesgo es solo la fiebre, el síntoma de la enfermedad. Hay que atacar la enfermedad para controlar la prima y dejar de hacer el primo. Por muy duro que sea, no queda otra. 

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Era lunes 23 de julio, el diferencial de la prima de riesgo española frente a la alemana era de 632 puntos básicos. El bono español a 10 años cotizaba por encima del 7,5% frente al Bund alemán. En ese momento saltan todas las alarmas en Moncloa y en medio mundo, el colapso de la economía española por la incapacidad de financiarse a esos precios sobrevuela a todos los mandatarios, especialmente en la UE.

Prima de riesgo