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El 'blues' de las cosas establecidas
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Gonzalo López Alba

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El 'blues' de las cosas establecidas

 “Me asomo a la ventana para escuchar las noticias. Suena el blues de las cosas establecidas. Apaga la televisión”. Eso cuenta y aconseja la letra de

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“Me asomo a la ventana para escuchar las noticias. Suena el blues de las cosas establecidas. Apaga la televisión”. Eso cuenta y aconseja la letra de una de las canciones de Sixto Rodríguez, un músico de origen mexicano afincado en EEUU que sólo triunfó en Sudáfrica y que ha sido redescubierto por el director de cine sueco Malik Bendjelloul en Searching for Sugar Man, una película sobre el artista y también sobre la esperanza que está ahora en la cartelera española.

El blues de las cosas establecidas dice que contra la crisis no hay más receta que la austeridad y el recorte de los salarios. Pero, por más que el contrabando de palabras sea consustancial al pensamiento único, esa verdad no es la única posible. Si se apaga la televisión, se pueden escuchar otras letras y otras músicas. Aunque, como Rodríguez, piensan fuera del circuito serio, eso es lo que sostienen los expertos agrupados en “Economistas frente a la crisis”, varios de los cuales acudieron hace unos días a la sede del PSOE para presentar el libro en el que sistematizan sus ideas con el propósito declarado de “influir en la política desde el conocimiento”.

José Moisés Martín Carretero, uno de los miembros de este colectivo de economistas, denuncia que la crisis está siendo “aprovechada como coartada” para ensayar el modelo previamente diseñado en El futuro de Europa: reforma o declive, libro publicado en 2006 por el italiano Alberto Alesina, creador del concepto “austeridad expansiva” y que por algo está catalogado como “economista político”. Según Carretero, “el 90% del programa que se está aplicando en España” está en las páginas de este libro, lo que inevitablemente evoca la doctrina del shock o del “capitalismo del desastre” teorizada por Milton Friedman, que sirvió de patrón al neoliberalismo de Ronald Reagan y Margaret Tthatcher, y cuyas claves desmenuzó Naomi Klein en un libro así titulado.

Algunos economistas sostienen que es posible salir de la crisis “con menos sufrimiento social y erosión de los derechos”

El error del diagnóstico

La asociación de economistas a la que pertenece Carretero, que dice contar con 2.500 miembros en su nube, sostiene que se puede salir de la crisis “con más justicia, menos sufrimiento social y menos erosión de los derechos”. Pero, para eso, habría que empezar por enmendar el diagnóstico. A su juicio, “se está afrontando lo que es una crisis de demanda como si fuera una crisis de oferta”, generando un círculo vicioso en el que las empresas cierran por falta de pedidos y como no tienen demanda despiden trabajadores, que al quedarse sin empleo dejan de consumir. Y vuelta a empezar hasta la consumación del “austericidio”.

Jorge Fabra, promotor de este colectivo que nació en 2011, subraya que los planteamientos económicos que vienen de la Unión Europea, “están siendo refutados por la realidad”, hasta el extremo que el debate ya no es si el camino trazado por Alemania es más o menos injusto, sino que se ha desplazado a la cuestión de si realmente representa “una salida” para la crisis. Y, por si esta creciente duda fuera poca evidencia de fracaso, el optimismo del Gobierno español se ve refutado por las trampas de Montoro y las previsiones del Banco de España.

El carácter injusto que la vía alemana tiene para sus socios queda palmariamente reflejado en el último informe del Consejo Económico y Social sobre la distribución de la renta, cuya reducción ha sido notoriamente más brusca entre los españoles con menos ingresos. Pero es que, además, las medidas del Gobierno están deteriorando severamente la educación y la sanidad públicas, que no de forma casual constituyen las dos palancas más poderosas para corregir las desigualdades. Como señala Carretero, la posibilidad de que un joven se convierta en nini es cuatro veces mayor entre los hijos de padres sin estudios universitarios. Y los jóvenes que se están yendo de España, para aportar a otros países como Alemania la formación y conocimiento que han adquirido aquí, son los mejores.

¿Qué fue de la inteligencia política?

La teoría calvinista que se ha inoculado en dosis masivas de que la culpa de la crisis es de los españolitos de a pie por haber vivido por encima de nuestras posibilidades es un “gran hallazgo” de lo que el historiador inglés Edward P. Thompson llamaba “la manufactura de la opinión”. Antonio González, otro economista del mismo colectivo, la desmonta: “¿Quién ha vivido por encima de sus posibilidades? No los asalariados, porque durante los últimos quince años los salarios no han crecido por encima del IPC. Donde se ha vivido por encima de las posibilidades ha sido en el crédito a la construcción, no en el conjunto de la sociedad”.

Las recetas que aplica Rajoy están escritas en un libro publicado en 2006, antes de la crisis

Pero, como señala González, “buena parte de los economistas se han olvidado de que la economía está para satisfacer las necesidades de la gente, lo que lleva implícita la idea de equidad”. Por tanto, como dice el título del libro de “Economistas frente a la crisis”: No es economía, es ideología. Y, si no es así, ¿cómo se explica que el Fondo Monetario Internacional, cancerbero de la ortodoxia, haya pasado a estar controlado por “peligrosos izquierdistas”desde que empezó a alertar contra los riesgos de la sobredosis de austeridad?

La Europa gobernada por los ministros de Economía y Finanzas, cuando no directamente por el Bundesbank, ha venido rigiéndose por reglas en vez de por inteligencia política. Pero con Chipre se ha visto que ahora las reglas también son de quita y pon, lo que añade incertidumbre a la incertidumbre, el hábitat en el que mejor se mueven los especuladores. Contra ellos sólo puede levantar un muro una Europa federal que vuelva a estar gobernada por políticos con inteligencia, conscientes de la trascendencia de este tiempo histórico que es bisagra entre lo conocido y lo desconocido.

Como profetizó Shakespeare, “la desgracia de estos tiempos es que los locos conducen a los ciegos”.

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“Me asomo a la ventana para escuchar las noticias. Suena el blues de las cosas establecidas. Apaga la televisión”. Eso cuenta y aconseja la letra de una de las canciones de Sixto Rodríguez, un músico de origen mexicano afincado en EEUU que sólo triunfó en Sudáfrica y que ha sido redescubierto por el director de cine sueco Malik Bendjelloul en Searching for Sugar Man, una película sobre el artista y también sobre la esperanza que está ahora en la cartelera española.