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Primarias contra el PP
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Gonzalo López Alba

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Primarias contra el PP

Si entre la dirigencia del PSOE se celebrara una votación secreta sobre el procedimiento de primarias abiertas, el resultado sería contrario

Si entre la dirigencia del PSOE se celebrara una votación secreta sobre el procedimiento de elecciones primarias abiertas, el resultado sería abrumadoramente contrario. La convocatoria refrendada el sábado por su Comité Federal no responde a un acto de fe democrática sino, como se ha repetido hasta la saciedad desde la dirección, a una decisión de carácter estratégico que se sustenta en un dato empírico: cuando el partido en la oposición celebra primarias, se reducen los apoyos electorales al partido en el Gobierno.

Así lo prueba la investigación del sociólogo Ignacio Urquizu sobre las trece experiencias de primarias autonómicas celebradas en España entre 1998 y 2011, todas en el PSOE salvo la del actual presidente de Baleares, el conservador José Ramón Bauzá. De su estudio, titulado "La supervivencia de los gobiernos autonómicos en España", que constituye un capítulo del libro Pactar para gobernar (Tirant lo Blanch), editado por Josep María Reniu, se extraen dos conclusiones principales: si el partido de la oposición hace primarias, la probabilidad de que el partido gobernante siga en el poder se reduce entre un 42 y un 59%; y las primarias tienen el mismo impacto que la economía a la hora de explicar por qué unos Gobiernos autonómicos siguen en el poder y otros no.

Si el partido de la oposición hace primarias, la probabilidad de que el partido gobernante siga en el poder se reduce entre un 42 y un 59%

El factor diferencial de las primarias presidenciales que hará el PSOE en noviembre es que, por primera vez en España, serán abiertas al conjunto de la ciudadanía que quiera participar suscribiendo un compromiso de adhesión a los principios progresistas. Pero las últimas experiencias en Francia e Italia demuestran que también el modelo abierto constituye una palanca de movilización del electorado y promoción al poder para el candidato electo por este procedimiento.

Temor a los ‘ajustes de cuentas’

No obstante, el procedimiento de primarias suscita no pocos temores internos. Uno de los principales lo explicitó el sábado Alfredo Pérez Rubalcaba ante el Comité Federal: “Os pido que, por favor, en ningún territorio las minorías utilicen las primarias para atacar a la mayoría”. Lo dijo a modo de reproche contra los chaconistas –“no le deseo a nadie que pase por lo que yo he pasado estos dos años”–, pero también con un conocimiento de causa anterior. Él fue quien empujó a Joaquín Almunia a convocarlas en 1998 y lo que vino después, tras el inesperado triunfo de José Borrell, fue un cainita proceso de ajuste de cuentas que se extendió por todas las federaciones.

La opción final por un procedimiento de votación única es también motivo de inquietudes, como las que planteó el sábado el portavoz de Izquierda Socialista, Juan Antonio Barrio. En un escenario de competencia entre más de dos candidatos como el que se prevé, “podemos estar proponiendo como candidato a la Presidencia del Gobierno a alguien que sólo haya obtenido el apoyo del 20 o el 25% de nuestros militantes y simpatizantes”. Contra este argumento se esgrime el precedente de que José Luis Rodríguez Zapatero, aunque aquello fue en un congreso interno, conquistó el liderazgo del partido por sólo nueve votos de ventaja y esto no fue impedimento para que se le reconociera su autoridad como secretario general.

‘Coaliciones negativas’

Pero no es esta la única contraindicación posible de la votación única. Evocando lo ocurrido en el 35º Congreso, el que encumbró a Zapatero, algunos dirigentes apuntan que en noviembre puede ocurrir lo mismo que sucedió entonces, cuando también se optó por la fórmula de una sola vuelta: que prime el voto negativo sobre el voto positivo y la segunda vuelta se haga ya en la primera. Si entonces muchos votaron más en contra de José Bono que a favor de Zapatero, vaciando las candidaturas de Rosa Díez y Matilde Fernández para frenar a quien era presidente de Castilla-La Mancha, ahora podría producirse un fenómeno similar ya que ninguno de los protocandidatos entusiasma ni, hasta ahora, genera amplios consensos.

Si en el 35º Congreso muchos votaron más en contra de José Bono que a favor de Zapatero, ahora podría producirse un fenómeno similar ya que ninguno de los protocandidatos entusiasma ni, hasta ahora, genera amplios consensos

En la pizarra que algunos prefiguran, este esquema se reproduciría en una final anticipada entre Alfredo Pérez Rubalcaba, si el secretario general decide competir, y Carme Chacón –en una suerte del Día de la Marmota del congreso de Sevilla de febrero de 2012– o Eduardo Madina.  Si Rubalcaba da un paso atrás, quienes hacen este pronóstico apuestan a que entonces la concentración de voto se produciría en torno a Patxi López, por un lado, y Chacón o Madina, por otro. Que el joven diputado vasco sigue siendo el objeto de todos los deseos se manifiesta en la insistencia con que algunos intentan convencerle para, igual que Bono ofreció a Zapatero, forme tándem con López o Chacón, pero el secretario general del grupo parlamentario socialista descarta ser el lugarteniente de nadie.

En cuanto al nivel de participación, es una incógnita. El secretario de Organización, Óscar López, ha apuntado que podría ser del entorno de 500.000 personas –los militantes y simpatizantes oficiales del partido, incluido el PSC, suman unos 200.000–, y los críticos con un procedimiento que pasa por la elaboración de un censo previo que debería estar cerrado con al menos seis días de antelación al de la votación sostienen que, para que fueran un éxito, tendrían que movilizar a “millones”. Los expertos opinan que, en un contexto de desconfianza y desafección generalizada hacia los partidos políticos, la participación dependerá de la capacidad que tengan los candidatos para ilusionar durante la campaña interna, que se prevé de quince días y con debates entre los aspirantes.

Si entre la dirigencia del PSOE se celebrara una votación secreta sobre el procedimiento de elecciones primarias abiertas, el resultado sería abrumadoramente contrario. La convocatoria refrendada el sábado por su Comité Federal no responde a un acto de fe democrática sino, como se ha repetido hasta la saciedad desde la dirección, a una decisión de carácter estratégico que se sustenta en un dato empírico: cuando el partido en la oposición celebra primarias, se reducen los apoyos electorales al partido en el Gobierno.

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