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Los barones del PSOE: "No nos vamos a abrir en canal a 24 horas de la investidura"
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Gonzalo López Alba

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Los barones del PSOE: "No nos vamos a abrir en canal a 24 horas de la investidura"

Los dirigentes territoriales, aunque discrepan en varios apartados, no vetarán el pacto con Ciudadanos si la militancia lo respalda en la consulta plebiscitaria

Foto: Albert Rivera y Pedro Sánchez, después de firmar su acuerdo PSOE-Ciudadanos, el pasado 24 de febrero en la sala Constitucional del Congreso. (Reuters)
Albert Rivera y Pedro Sánchez, después de firmar su acuerdo PSOE-Ciudadanos, el pasado 24 de febrero en la sala Constitucional del Congreso. (Reuters)

“A veinticuatro horas del debate de investidura no nos vamos a abrir en canal”. Este es el argumento principal para que, a pesar de algunas importantes discrepancias con el acuerdo suscrito por Pedro Sánchez con Albert Rivera, la mayoría de los dirigentes territoriales pronostiquen que el comité federal que debe ratificarlo el lunes no será de alta tensión, aunque habrá ruido porque saldrán a relucir las discrepancias, que no solo son de contenidosupresión de las diputaciones provinciales y reforma laboral, sobre todo– sino también de orientación ideológica.

Eso, claro, si la militancia lo respalda este sábado con amplitud suficiente en la consulta plebiscitaria convocada por Sánchez. Porque lo que tienen interiorizado desde el frustrado motín navideño contra el secretario general es que no pueden tensionar más la organización y nadie va a ir en dirección contraria a lo digan los afiliados, máxime cuando extramuros de Ferraz se ha instalado el fatalismo de que habrá que volver a la casilla de salida con unas nuevas elecciones. Como dice el humorista José Mota, “si hay que ir se va, pero ir para nada es tontería”.

El humor de Mota sirve también para explicar los temores de Ferraz a una baja participación en la consulta, dada la escasa movilización que se ha detectado. No lo dirán, pero la mayoría en el PSOE piensa que la pregunta que se somete a consulta es “una tomadura de pelo” por su ambigua formulación y solo busca el afianzamiento personal de Sánchez. Muchos, como ha deslizado el presidente manchego, Emiliano García-Page, temen incluso que Sánchez utilice después un resultado favorable como si fuera un cheque en blanco.

Presidentes autonómicos y secretarios regionales no fueron informados del contenido del acuerdo hasta poco antes de su anuncio, y tampoco de la pregunta a los afiliados, que consideran “una tomadura de pelo”

La militancia socialista está más a la izquierda que sus dirigentes, así que el pacto con Ciudadanos no les resulta precisamente ilusionante. “Los militantes estarían más ilusionados y motivados si lo que se sometiera a votación fuera un pacto de izquierdas y garantizara la formación de Gobierno”, advierten desde distintas federaciones, que rechazan cualquier responsabilidad en el nivel de participación que se registre en la consulta.

El distanciamiento y la frialdad de las relaciones entre Sánchez y sus barones ha vuelto a manifestarse durante el proceso de la negociación con Ciudadanos. Al menos tres de los siete presidentes autonómicos socialistas, los consultados por El Confidencial, aseguran que no fueron informados de la marcha de las negociaciones y solo conocieron el contenido del acuerdo el miércoles, “casi al mismo tiempo” que se anunciaba públicamente. El muestreo parece suficientemente amplio para concluir que si estos tres –con diferentes grados de confianza en su relación con el secretario general– no fueron informados antes, tampoco los demás. Y otro tanto ocurrió con el contenido de la ambigua pregunta a la militancia.

Las discrepancias sobre el pacto suscrito con Ciudadanos tienen un genérico fundamento ideológico además de una concreción en apartados como los relativos a las diputaciones y la reforma laboral. Algunos presidentes autonómicos, como el aragonés Javier Lambán y el manchego García-Page, no han dejado de mantener que la posibilidad real de gobernar pasa por “algún tipo de entendimiento con Podemos” encapsulando la discrepancia radical en torno a un referéndum de autodeterminación para Cataluña. Pero otros, como la andaluza Susana Díaz, no quieren ver a Podemos ni en pintura. Así que Sánchez debe lidiar también con esta disparidad interna de pareceres, que requiere de un liderazgo orgánico que no se le reconocerá hasta que alcance el poder, lo que a su vez explica por qué apela al respaldo directo de los militantes.

Pero incluso los dirigentes más reacios a pactar con Podemos asumen que el contenido del acuerdo con Ciudadanos ha cegado las posibilidades de entendimiento con el partido de Pablo Iglesias. “Lo pactado con Ciudadanos hace imposible acordar con Podemos en política territorial, fiscal y laboral. ¿En qué otras cosas puede pactar Podemos con nosotros? Los hemos dejado sin margen”, reconoce uno de estos dirigentes, cuya mayor inquietud es que “hemos dejado libre la autopista de la izquierda a Podemos porque Iglesias ya no tiene otra alternativa que intentar conquistar el liderazgo de la izquierda a costa nuestra”.

Si el pacto con Ciudadanos cierra la puerta al entendimiento con Podemos, más inverosímil juzgan estos dirigentes la posibilidad de que prospere el intento de Rivera por arrancar una abstención del PP a la investidura de Sánchez. Entre los militantes del PP, apoyar por activa o pasiva a un candidato del PSOE provoca el mismo rechazo que entre los socialistas apoyar por activa o pasiva a un candidato del PP, pero con una diferencia sustancial que haría más virulenta la reacción de sus bases: el PP fue el partido más votado el 20-D.

En la mayoría del PSOE se ha instalado el “fatalismo” de que habrá que volver a elecciones e inquieta haber “dejado libre a Podemos la autopista de la izquierda”

¿Qué pasará si, como todo apunta, Sánchez no logra apoyos suficientes para su investidura presidencial? “El día 5 termina un capítulo y comienza otro, en el que no se puede descartar nada”, responde la mayoría. Sánchez -que en el plazo de los dos meses que empezara a correr ese día antes de nuevos comicios todavía podría presentarse a un nuevo debate de investidura- y Rivera no tiran la toalla, aparentemente convencidos de su propio relato por más que lo refute la aritmética. Como dice el filósofo de la incertidumbre Nassim Nicholas Taleb ('El cisne negro', Paidós), los seres humanos “funcionamos a la perfección como máquinas de autoengaño”, somos consumidores insaciables de relatos aunque sean falaces y tenemos una nula capacidad de predicción.

Por lo pronto, Sánchez y Rivera han logrado romper la parálisis política provocada por Mariano Rajoy con su desistimiento y han ocupado no sólo el centro del tablero político, sino también el centro ideológico. ¿Quién iba a decir que los dos grandes derrotados del 20-D iban a ser los que llevaran la iniciativa para intentar resolver el rompecabezas postelectoral? Lo malo es que el tiempo pasa –69 días ya– y entre la ciudadanía empieza a cundir un sentimiento ya expresado hace unas semanas por un lector de este diario que escribe con el pseudónimo Enmafa: “Si [Sánchez no consigue la investidura], pues nada. Seguiremos sin Gobierno. Total, hasta puede ser menos negativo que tener uno”.

“A veinticuatro horas del debate de investidura no nos vamos a abrir en canal”. Este es el argumento principal para que, a pesar de algunas importantes discrepancias con el acuerdo suscrito por Pedro Sánchez con Albert Rivera, la mayoría de los dirigentes territoriales pronostiquen que el comité federal que debe ratificarlo el lunes no será de alta tensión, aunque habrá ruido porque saldrán a relucir las discrepancias, que no solo son de contenidosupresión de las diputaciones provinciales y reforma laboral, sobre todo– sino también de orientación ideológica.

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