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Antoni Fernàndez Teixidó

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De cabeza al río

Se inaugurará una larga etapa de gobiernos de izquierda en Catalunya. Las opciones de centro catalanistas resultarán inviables por mucho tiempo

Foto: El presidente de la Generalitat, Carles Puigdemont , junto al vicepresidente y conseller de Economía, Oriol Junqueras, durante la reunión semanal del Govern. (EFE)
El presidente de la Generalitat, Carles Puigdemont , junto al vicepresidente y conseller de Economía, Oriol Junqueras, durante la reunión semanal del Govern. (EFE)

El desenlace de las elecciones en Catalunya ha configurado un escenario muy parecido al de la anterior consulta del 20-D. Solo un diputado se ha desplazado del PSC al PP. Es una muestra local de una tendencia más generalizada en España. En Catalunya, no obstante, se da una situación política con un acusado perfil propio. De hecho, admitido con un punto de sorpresa, solo ERC y el PP han mejorado, levemente, sus resultados y la adscripción de diputados, prácticamente, no ha variado.

Estas nuevas elecciones confirman una tendencia apuntada ya en las anteriores: se constata el desplazamiento hacia la izquierda y se mantienen las posiciones independentistas.

En las inmediatas valoraciones poselectorales, los dirigentes de CDC respiraban, manifiestamente aliviados. Se había revertido la negra expectativa que las encuestas electorales auguraban de una importante pérdida de diputados. La satisfacción contenida no puede, no obstante, ocultar el resultado real de los comicios para el nacionalismo convergente catalán.

Estas elecciones confirman una tendencia apuntada en las anteriores: el desplazamiento hacia la izquierda y se mantienen las posiciones independentistas

CDC ha perdido en estas últimas elecciones 85.414 votos a sumar a los 448.438 perdidos en el 2015. ERC se ha impuesto en más de 470 municipios catalanes, 200 más que CDC. Pasa a ser la quinta fuerza política en la ciudad de Barcelona, con 102.912 votos por debajo del PP, y no ha ganado en ninguna de las cuatro demarcaciones territoriales. En el Senado, ha perdido cuatro senadores en beneficio de ERC y ha quedado sin representación en Girona y Lleida.

Valorado el batacazo electoral, me preguntaba porque Homs y los presidentes Puigdemont y Mas se mostraban satisfechos. La respuesta es que los ocho diputados – los mismos que en 2015– permiten enmascarar la auténtica realidad: el acelerado declinar de la opción política que dirigen. Al mismo tiempo, esa lectura interesada ayuda a CDC a afrontar su congreso de refundación con menos ansiedad y dramatismo. Puede que a muchos militantes se les escape el exacto alcance de los resultados electorales, y les aseguro que serán leídos en el congreso de un modo más bien favorable.

La refundación de CDC se celebrará en los términos previstos y su balance, a corto plazo, será razonablemente positivo. No se va a producir, a mi juicio, ningún cambio ni político ni programático de envergadura. La independencia de Catalunya seguirá siendo el objetivo principal. El nuevo partido será liderado por dirigentes que han tenido responsabilidades políticas decisivas hasta la fecha. Cambiará la piel, pero la estrategia, el programa y la táctica no experimentarán un giro significativo.

El legado de CDC de estos últimos cuatro años será recogido y proyectado bajo el espíritu de un soberanismo que ni en la forma ni en el fondo se diferencia del independentismo que Convergencia ha practicado en esta última etapa. Ni que decir tiene que esta es una aspiración legítima, pero entiendo que no se compadece con una lectura atenta de las graves lecciones de este último período y que explican, en buena medida, los adversos resultados electorales de estas dos últimas contiendas.

El 'procés' volverá, inmediatamente, a centrar la principal atención del Govern. La razón de ser del Gobierno de coalición. Llegado el 27S, se salvará la moción de confianza con un acuerdo parcial, pero suficiente, entre Junts pel Sí y la CUP para que el 'president' Puigdemont pueda continuar gobernando. El Gobierno seguirá, pero la CUP condicionará su labor parlamentaria, aunque esté dispuesta a hablar del presupuesto y de alguna medida política y económica para salvar la cara a la XI legislatura. La cuestión determinante es que en 18 meses ésta tiene que acabar porqué es el compromiso explícito de Junts pel Sí y la CUP. Hay, pues, que aguantar hasta entonces. ¿Cómo?

Es estos últimos comicios, ERC ha consolidado un poco más su liderazgo político en el espacio del centro-izquierda catalán, producto de un conjunto de decisiones, en mi opinión, erróneas de la dirección de CDC. Parte de su electorado ha recalado en el proyecto más abiertamente independentista de ERC y otra parte del mismo se ha desplazado hacia Ciutadans, PP y la abstención. Difícilmente, esta situación será reversible a corto plazo. Al contrario. Cabe esperar un crecimiento sostenido de Junqueras y los suyos que, seguirán reclamándose de la hoja de ruta pactada en Junts pel Sí y que apuesta por conseguir la separación de Catalunya. Su aparente firmeza convence a los votantes más radicalizados de CDC.

Parte del electorado de CDC ha recalado en el proyecto más independentista de ERC y otra parte del mismo se ha desplazado hacia Ciutadans, PP y la abstención

El margen de maniobra del 'president' Puigdemont deviene escaso y la capacidad de reacción del partido refundado será más bien pequeña. Los meses que seguirán a la moción de confianza del 27S tendrán un sesgo muy parecido al que hemos vivido durante este primer período de sesiones. Cabe recordar que durante esta etapa no se ha aprobado ni una sola ley y el Govern ha perdido 55 votaciones. Nada cambiará. Solo que el tiempo para elaborar y aprobar las leyes para la desconexión de España se va agotando y los trabajos para la redacción de la Constitución catalana no me consta que hayan comenzado.

¿Cuándo serán las nuevas elecciones constituyentes? Sostengo que, más allá de la voluntad de unos y otros, se celebraran cuando a ERC le interese y le convendrá cuando CDC sea más débil. Entonces y solo entonces, se romperá, sin estridencias, el pacto de 'govern' de Junts pel Sí y las elecciones serán convocadas, independientemente, de la evolución de la hoja de ruta hacia la secesión.

Me gustaría equivocarme, pero creo que asistiremos a un triunfo de las opciones de izquierda que sean capaces de aunar radicalidad social y apuesta por la independencia. Sospecho que será la hora de ERC y de Barcelona en Comú. Se competirá por la victoria electoral en el terreno del centro izquierda y la izquierda catalanista para determinar la hegemonía en el mismo y elegir un 'president' acorde con los resultados electorales. Difícilmente la nueva Convergencia podrá ganar las elecciones anticipadas. Se reconocerá entonces que se ha hecho mucho para que la izquierda nacionalista y la podemista tengan opciones claras de gobierno.

¿Habrá llegado el momento de una variante de Frente Popular? Sospecho que sí. Se rechazará esta nomenclatura, claro, pero se recurrirá a una fórmula política que dé respuesta a la clásica aspiración de un frente que inaugure una larga etapa de gobiernos de izquierda donde la CUP no será, precisamente, un convidado de piedra. Las opciones de centro catalanistas resultarán inviables por mucho tiempo. Se ha trabajado con diligencia para que, finalmente, ese sea el escenario futuro en Catalunya. ¿Se sorprenden?

El desenlace de las elecciones en Catalunya ha configurado un escenario muy parecido al de la anterior consulta del 20-D. Solo un diputado se ha desplazado del PSC al PP. Es una muestra local de una tendencia más generalizada en España. En Catalunya, no obstante, se da una situación política con un acusado perfil propio. De hecho, admitido con un punto de sorpresa, solo ERC y el PP han mejorado, levemente, sus resultados y la adscripción de diputados, prácticamente, no ha variado.

Cataluña Convergència Democràtica de Catalunya (CDC) Esquerra Republicana de Catalunya (ERC)