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La eterna corrupción marbellí
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Javier Caraballo

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La eterna corrupción marbellí

Al ritmo de la Justicia en España, Roca, y todos los demás de la trama marbellí, estará ya libre de cárcel y le seguirán cayendo penas que nunca va a cumplir. ¿No resulta irrisorio?

Foto: La exalcaldesa de Marbella Marisol Yagüe. (EFE)
La exalcaldesa de Marbella Marisol Yagüe. (EFE)

La historia reciente de España puede contarse con el nombre de varias cárceles. Cada episodio vivido tiene el título de una cárcel que lo identifica, de forma que la sola mención del centro penitenciario ya nos transporta a una época concreta. ¿Guadalajara? El felipismo en sus estertores de tráfico de influencias, filesas y las cloacas de los GAL. ¿Soto del Real? El peperismo con toda su degeneración aznarista de chulos con gomina, cuentas en Suiza, contabilidades dobles y tramas triples, Púnica, Gürtel y Lezo. ¿Alhaurín de la Torre? Marbella, la pasarela de caspa, corazón y populismo que llegó al ayuntamiento con Jesús Gil al frente, en guayabera, para arramplar con el último céntimo de las arcas municipales en el tiempo en que la recalificación de terrenos, en esa joya de la Costa del Sol, era el negocio más seguro y próspero que se pueda imaginar.

La historia de España de cárcel en cárcel. Por eso, ayer, nada más hizo falta que en algún boletín de la radio mencionaran Alhaurín de la Torre para que, de golpe, se hicieran presentes aquellos años de desfalco de Marbella, consentido o ignorado por las demás administraciones, sobre todo la Junta de Andalucía, que tenían la responsabilidad de controlar y vigilar lo que estaba ocurriendo en el urbanismo marbellí.

Marisol Yagüe sale hoy de la cárcel de Alhaurín de la Torre para someterse a un nuevo juicio por bla, bla, bla…”, decían las noticias, y el sobresalto fue inevitable. Por varios motivos, por la peculiaridad de esta mujer y, sobre todo, porque la Justicia española va tan lenta que los procesos penales se hacen eternos. Marisol Yagüe protagonizó la última etapa del saqueo del gilismo; fue alcaldesa entre 2003 y 2006 tras la moción de censura contra Julián Muñoz que puso de acuerdo a los concejales gilistas, a los socialistas y a los andalucistas, todos ellos ‘patrocinados’ por uno de los mayores enigmas de la historia de la corrupción española, un potentado, ya fallecido, llamado Judah Eleazar Binstock. Y, por supuesto, Juan Antonio Roca en las entretelas de toda la negociación de aquella moción de censura.

"Si se trata de robar, uno trinca a lo grande; no se pone a mangar azulejos y ladrillos de los almacenes municipales". "Sería muy torpe y tan torpe no soy"

Lo mejor que tuvo siempre Marisol Yagüe en su etapa de líder política fue su apabullante espontaneidad. Ella era desgarrada y clara, como los boleros que le gustaba cantar antes de que Jesús Gil la metiera en política. Abría la boca y alcanzaba la apoteosis. Como aquella vez, casi al final de su mandato, cuando en pleno discurso por el Día de la Constitución la alcaldesa se encaró con la Junta de Andalucía, que amagaba con retirar al municipio las competencias urbanísticas. Marisol Yagüe cogió el micrófono y habló para que todo el mundo la entendiera: “¡Vienen a quitarnos la manteca!”, exclamó. Hay políticos que acaban enredados en casos de corrupción y esas cosas solo las dicen de tapadillo, en las conversaciones de teléfono que luego acaban conociéndose porque las graba algún policía. Marisol Yagüe no era así. Quizá por eso, por esa campechanía, en la cárcel las demás reclusas la apodaron ‘la Chanel 2’, porque el título de ‘la Chanel 1’ se lo han dejado a Isabel García Marcos, que dicen que es más fina.

En el juicio de ayer, a la exalcaldesa de Marbella la acusan de haber reformado su casa con dinero y materiales del ayuntamiento, algo que ella niega. Según dijo en su declaración, hacerlo hubiera sido “de torpes”, como si se estuviera reivindicando ante el tribunal con esa naturalidad suya: "Si se trata de robar, uno trinca a lo grande; no se pone a mangar azulejos y ladrillos de los almacenes municipales". “Sería muy torpe y tan torpe no soy”, dijo ayer la exalcaldesa ante el juez. En fin, veremos… Cada vez que emerge a la actualidad el juicio por las obras de la casa, o mansión, de Marisol Yagüe, lo que es inevitable es pensarla, en aquellos días de esplendor, en el jacuzzi de dos plazas que se hizo construir con luz, música y mando a distancia. Y lo mejor: dependiendo de la intensidad de las burbujas, aumentaba o disminuía el volumen de la música. Una ‘escena Torrente’ impagable y real.

El calvario judicial marbellí siempre hay que medirlo por Roca, el ‘cerebro’ de todo, según los jueces

Del anterior juicio, la pieza central del caso Malaya, Marisol Yagüe salió con una condena de seis años de cárcel por cohecho continuado, malversación, alteración de precio de subasta y fraude, muy por debajo de los 16 años de prisión, y multa de 3,78 millones de euros, que le pedía la Fiscalía. Es posible que todavía le queden causas pendientes, aunque el calvario judicial marbellí siempre hay que medirlo por Juan Antonio Roca, el ‘cerebro’ de todo, según los jueces. Con el horizonte penal de Roca es con lo que se comprueba el carácter eterno de la corrupción marbellí. Lleva más de 10 años en prisión, fue detenido en marzo de 2006, y hasta finales del año pasado no ha empezado a disfrutar de permisos carcelarios. Eso es, justamente, lo más llamativo: ya ha cumplido la mitad de la máxima pena de cárcel a la que se le puede condenar y todavía le quedan pendientes 120 juicios. ¡120! Impresionante.

Por muchas razones legales y garantistas que existan, el absurdo al que llega en muchos casos el sistema penal español es irritante. ¿Para qué van a celebrarse, y condenar, otros 120 procesos penales contra Juan Antonio Roca si las sentencias firmes que ya pesan sobre él superan el máximo legal establecido de ingreso en prisión? Con lo que ya tiene de condena por los casos Malaya, Minutas, Saqueo I y Belmonsa, Roca debería estar en la cárcel 27 años y seis meses, pero, como queda dicho, solo cumplirá 20 años. Con lo cual, es de suponer que todos los juicios que vengan a partir de ahora solo servirán para verlo entrar y salir de la Audiencia. Al ritmo de la Justicia en España, Roca, y todos los demás de la trama marbellí, estará ya libre de cárcel y le seguirán cayendo penas que nunca va a cumplir. ¿No resulta irrisorio? Cada vez que sale de la cárcel, hay un momento en el que Roca se queda mirando a los fotógrafos y sonríe. Esa sonrisa siempre ha sido enigmática, indescifrable, aunque a veces no cuesta demasiado trabajo imaginar por qué se ríe.

La historia reciente de España puede contarse con el nombre de varias cárceles. Cada episodio vivido tiene el título de una cárcel que lo identifica, de forma que la sola mención del centro penitenciario ya nos transporta a una época concreta. ¿Guadalajara? El felipismo en sus estertores de tráfico de influencias, filesas y las cloacas de los GAL. ¿Soto del Real? El peperismo con toda su degeneración aznarista de chulos con gomina, cuentas en Suiza, contabilidades dobles y tramas triples, Púnica, Gürtel y Lezo. ¿Alhaurín de la Torre? Marbella, la pasarela de caspa, corazón y populismo que llegó al ayuntamiento con Jesús Gil al frente, en guayabera, para arramplar con el último céntimo de las arcas municipales en el tiempo en que la recalificación de terrenos, en esa joya de la Costa del Sol, era el negocio más seguro y próspero que se pueda imaginar.

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