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Begoña Villacís

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El momento de actuar, el momento de cambiar

Es el momento de cambiar las cosas, con un discurso nuevo y transparente que desarrolle un proyecto sólido y atractivo para volver a unir a la sociedad catalana y al resto de los españoles

Foto: La presidenta del grupo parlamentario de Ciutadans, Inés Arrimadas. (EFE)
La presidenta del grupo parlamentario de Ciutadans, Inés Arrimadas. (EFE)

El momento que sabíamos que llegaría está aquí. Durante años, nos parecía imposible que algo así sucediera, por esa tendencia humana a creer que todos, pese a nuestras diferencias, conservamos un poco de sentido común. Pero tras las elecciones de septiembre, la primera medida del Parlamento de Cataluña ha planteado comenzar los trámites hacia una supuesta independencia de esta comunidad autónoma. Y lo hace sin escudarse en un lenguaje calculadamente ambiguo. La resolución es tan directa, tan evidentemente inconstitucional, que requiere una reacción inmediata por parte del Estado.

Es el momento de actuar. Con tranquilidad, sosiego y mano firme. Con la ley en la mano e intentando que las medidas que haya que tomar no afecten a los ciudadanos catalanes, que además se han manifestado mayoritariamente en las urnas frente a este desafuero. Le toca actuar a un Gobierno que ha estado abonado durante demasiado tiempo al 'laissez faire', extrañamente convencido de que el tiempo todo lo cura.

Ahora que la situación se torna urgente, eso no debe distraernos de lo esencial, que es detener esta sinrazón. No siendo Rajoy un político de mano firme, ha de saber que una mayoría de españoles vamos a sostenerle esa mano. Ha de saber que tras él, como presidente de España, está la fuerza de nuestro país, un país excepcional, el más antiguo de Europa con sus cinco siglos de unidad a cuestas. No es ni mucho menos el peor momento por el que hemos pasado en nuestro largo periplo como nación, ni siquiera en los últimos 100 años, y viven todavía algunos mayores que pueden contarnos realidades que no queremos repetir. La inmensa mayoría de españoles queremos vivir juntos, en paz y en democracia. Y por eso, quienes tenemos responsabilidades públicas debemos mostrar ahora lealtad institucional.

No nos coge de improviso. El primer episodio se escribió mucho antes. Y es ahora cuando el macroengaño de Artur Mas ha alcanzado su cenit, ahora que le acechan los casos de corrupción con varias sedes de su partido embargadas.

Tenemos que mirar juntos al frente y saber que tenemos un futuro común, y que podemos convertirlo en el mejor de los destinos

La burda táctica de echar la culpa de todos los males a un enemigo externo no es invención del señor Mas. Tampoco es la primera vez que, a fuerza de agitar a los más radicales, se crea un monstruo incontrolado que supera a su propio autor. La memoria es frágil, pero no podemos olvidar que el último capítulo de esta historia comenzó en 2011, cuando un grupo de indignados rodeó el Parlamento catalán. Algunos de ellos, por cierto, se sientan hoy en los escaños y Mas les pide sin sonrojo que apoyen su investidura.

Como concejala madrileña, me preocupa que la última en sumarse a la petición de un referéndum y a la defensa de un derecho a decidir, que no existe, haya sido Manuela Carmena. La alcaldesa ha aparcado su autodeclarada independencia de Podemos para seguir a pies juntillas el discurso de Pablo Iglesias. Lo hace sin ningún argumento jurídico ni democrático. Otorgar solamente el derecho a decidir a una parte de los españoles es quitárselo al resto. Es romper nuestra democracia e impedirnos hacer uso de nuestra soberanía como pueblo. No puede ser que un español sea más o menos soberano según donde resida. Nuestra Constitución afirma con rotundidad que la soberanía reside en el conjunto del pueblo español y me gustaría que mi alcaldesa defendiera ese derecho.

No logro entender el porqué de esas afirmaciones de Carmena. Particularmente, porque ni siquiera Artur Mas cree ya sus propias mentiras. Como inspiradamente apuntó Inés Arrimadas en el Parlamento de Cataluña, lo que realmente quiere Mas es desconectar de la realidad. Y de paso, desconectar a sus ciudadanos de la corrupción, de la falta de transparencia y de un Gobierno que lleva cinco años sin hacerse cargo de sus responsabilidades. Esa intervención llena de fuerza ha sido para mí la única alegría de esta semana de actividad del nuevo Parlamento catalán. Comprobar que la oposición en Cataluña está liderada por una mujer brillante que planta cara firmemente a Artur Mas mientras tiende su mano a todos los catalanes y al resto de los españoles para reformar juntos España y construir entre todos un país mejor.

Sin duda, el Tribunal Constitucional frenará la huida hacia ninguna parte de Mas y los suyos, y el Gobierno tendrá que tomar medidas para recuperar la normalidad. Y a la vez, es el momento de cambiar las cosas, con un discurso nuevo y transparente que desarrolle un proyecto sólido y atractivo para volver a unir a la sociedad catalana y al resto de los españoles. Ese es el proyecto de Ciudadanos liderado por Albert Rivera. Tenemos que mirar juntos al frente y saber que tenemos un futuro común, y que podemos convertirlo en el mejor de los destinos.

El momento que sabíamos que llegaría está aquí. Durante años, nos parecía imposible que algo así sucediera, por esa tendencia humana a creer que todos, pese a nuestras diferencias, conservamos un poco de sentido común. Pero tras las elecciones de septiembre, la primera medida del Parlamento de Cataluña ha planteado comenzar los trámites hacia una supuesta independencia de esta comunidad autónoma. Y lo hace sin escudarse en un lenguaje calculadamente ambiguo. La resolución es tan directa, tan evidentemente inconstitucional, que requiere una reacción inmediata por parte del Estado.

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