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Un Rajoy reconocible, de la arrogancia a la humildad
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José Antonio Zarzalejos

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Un Rajoy reconocible, de la arrogancia a la humildad

“La humildad es nuestro contacto con la realidad” (Doménico Cieri Estrada) Los acuerdos del último Consejo Europeo son

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“La humildad es nuestro contacto con la realidad” (Doménico Cieri Estrada)

Los acuerdos del último Consejo Europeo son razonablemente funcionales para España, entendiendo que nuestra economía se encuentra en una situación crítica y dependiente de la Unión Europea. Y lo han sido, al menos en alguna medida, gracias a la rectificación de la actitud y al discurso de un Mariano Rajoy que había dejado de ser reconocible. Desde que supeditase los Presupuestos Generales del Estado a las elecciones andaluzas y fueran éstos impugnados por los mercados y la troika y abordase medidas tan incomprensibles como la amnistía fiscal (en vez de una regularización), el incremento de la imposición directa (IRPF, IBI y Sociedades), las tasas y fórmulas de copago, sin incidir en los gastos estructurales de la Administración general del Estado y de las Comunidades Autónomas, el presidente del Gobierno había entrado en una deriva que difuminaba sus mejores atributos. Eran éstos los de la prudencia y la previsibilidad. Y la promesa -solemne pero que no cumplió- de llamar al “pan, pan y al vino, vino”.

A estas decisiones erróneas y desequilibradas, añadió Rajoy -¿por consejo de quién?- un discurso altanero, arrogante y jactancioso. En él habría que incluir la decisión “soberana” de plantear unilateralmente una cifra de déficit para 2012 (5,8%) que hubo de rectificar (5,3%) de inmediato (2 de marzo); la afirmación categórica de que “la banca española no será rescatada” (28 de mayo), la calificación del rescate bancario como un “éxito” por el logro de una “línea de crédito” (10 de junio), tras haber sido él quien presionó a los miembros de la eurozona y la consideración como meras sugerencias las recomendaciones de la Comisión y del Fondo Monetario Internacional (15 de junio) que abogaban por la subida del IVA, rebaja de sueldos de los empleados públicos y supresión de la deducción por compra de vivienda, entre otras medidas. Todos estos pronunciamientos se producían, además, con cierto desdén verbal y un punto de desafío que desconcertaron a los socios europeos de España que esperaban un líder conservador más perito en los códigos de lenguaje y comportamiento en los ámbitos internacionales. Rajoy ha acudido al Consejo parapetado en Monti, pero sin retar a Merkel y con proximidad a Hollande. El presidente ha encontrado el pasillo necesario para un aterrizaje realista sobre la verdadera situación española

Por fortuna, Mariano Rajoy ha retornado a actitudes humildes -su comparecencia de ayer en Bruselas fue diametralmente diferente a la del domingo día 10, en la que dio por “resuelto” el rescate-tomate bancario- y sosegadas, coherente con nuestras necesidades. El presidente ha reconocido que donde había un “éxito” en realidad se producía un hito “tremendamente dañino” para nuestra deuda soberana; ha asumido públicamente que “hay instituciones que no pueden financiarse” y ha acudido al Consejo Europeo parapetado en Mario Monti -lo que ha sido realista e inteligente-, pero sin retar a Merkel y con proximidad a Hollande. El presidente del Gobierno -como era esperable en una persona de su habitual sobriedad- ha encontrado el pasillo necesario para un aterrizaje realista sobre la verdadera situación española. Al margen de la valoración de los acuerdos del Consejo Europeo, este Rajoy, reconocible de nuevo en sus mejores cualidades de cautela y prudencia, es una buena noticia.

Ahora bien, la lucidez del presiente es condición necesaria pero no suficiente. Toca gobernar con bisturí porque la recapitalización bancaria directa desde Bruselas se producirá cuando haya un supervisor común pilotado por el BCE y no de inmediato, sino, como pronto en 2013. Y a España no sólo le faltan fondos sino también tiempo. Lo que conllevará, además de pérdida de soberanía sobre el sector financiero nacional, una fortísima condicionalidad sectorial con derivaciones generales. Es bueno que el MEDE no privilegie con preferencia en el cobro el rescate bancario, pero acudir a este fondo para que adquiera deuda soberana y relaje así la prima de riesgo comportará, además de petición expresa, una condicionalidad macroeconómica muy estricta, emparentada con las características de un rescate convencional, razón por la que Rajoy negó, por el momento, pedir la activación de ese mecanismo. Aunque la pedirá.

Si se lee con detenimiento de la nota emitida por el Consejo, podrá observarse que es a partir de ahora, después de haber despilfarrado el tiempo, cuando Rajoy deberá acometer la cirugía mayor a que debe someterse la economía española. Obligada, si quiere emerger y aprovechar las virtualidades de los acuerdos de la UE, a cumplir con una condicionalidad sectorial (bancaria) y general (macroeconómica), que se plasmarán en sendos memorandos, cercana a las que caracterizan a los países rescatados y cuyo detalle conoceremos el próximo día 9 de julio.

El abatimiento de Rajoy, su circunspección verbal y hasta el modo en que anunció que acudirá mañana a Kiev (Ucrania) para estar en la final de la Eurocopa, aludiendo a que lo consultará con sus socios que tienen en suspenso las relaciones con ese país por el caso Timoshenko, (además de la llamada a Rubalcaba para informarle de los acuerdos alcanzados), marcan un punto de inflexión que anuncia una dolorosa pero imprescindible ofensiva reformista del Gobierno, algunos de cuyos miembros están lamentablemente carbonizados, asunto este que Rajoy tendrá que plantearse para acometer los próximos Presupuestos Generales del Estado, así como remozar las relaciones con Alemania para que en nuestra opinión pública no cunda  una temible germanofobia de la que ya hay síntomas preocupantes.

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“La humildad es nuestro contacto con la realidad” (Doménico Cieri Estrada)

Mariano Rajoy