Es noticia
Don Felipe, el Rey y la simulación
  1. España
  2. Notebook
José Antonio Zarzalejos

Notebook

Por

Don Felipe, el Rey y la simulación

 El 8 de diciembre de 2003, el príncipe heredero de la corona noruega, Haakon Magnus, casado con la plebeya Mette-Marit, asumía la regencia del reino. Su

placeholder

El 8 de diciembre de 2003, el príncipe heredero de la corona noruega, Haakon Magnus, casado con la plebeya Mette-Marit, asumía la regencia del reino. Su padre, el rey Harald, entonces de 66 años de edad, tenía que ser operado de un cáncer de vejiga. Durante cinco meses, y atendiendo a la Constitución del país, el heredero, de 30 años, se convirtió en jefe del Estado y de la Iglesia en aquel país nórdico. El 29 de marzo de 2005, Haakon Magnus, de nuevo asumió la regencia hasta el 7 de junio de ese mismo año, período de tiempo necesario para que su padre fuese operado de corazón y se restableciera. Los mecanismos del Estado noruego funcionaron con total normalidad

En España debieran también comportarse con la misma normalidad. La Constitución española prevé en su artículo 59.2 que “si el Rey se inhabilitare para el ejercicio de su autoridad y la imposibilidad fuere reconocida por las Cortes generales, entrará a ejercer inmediatamente la Regencia el príncipe heredero de la Corona, si fuese mayor de edad.” La regencia en todo caso se ejerce por mandato constitucional “y siempre en nombre del Rey”. Sin embargo, el Príncipe de Asturias sustituye de facto a su padre el Rey, pero sin que se haya planteado la muy razonable previsión de una regencia. Lo cual desde el punto de vista jurídico plantea, al menos en hipótesis, serios problemas como la protección del propio heredero, el refrendo de sus actos, si estos tienen o no carácter político vinculante y otros. ¿Por qué no se pone en marcha la regencia?

La respuesta es que los partidos políticos mayoritarios y determinados sectores y medios de comunicación practican con una desmesura bananera lo que podría denominarse una democracia del agradecimiento, que consiste en suponer que don Juan Carlos I es un monarca cuyo carisma sustituye toda norma y que, dada su meritoria trayectoria, debemos estarle agradecidos hasta disfrazar las realidades. Sin embargo, hay que plantearse las siguientes cuestiones: ¿Tiene el Rey agenda pública?, ¿recibe en audiencia a personalidades nacionales y extranjeras?, ¿puede acudir a actos públicos en Madrid y fuera de la capital?, ¿está don Juan Carlos en condiciones de desplazarse fuera de España?

¿Tiene el Rey agenda pública?, ¿recibe en audiencia a personalidades nacionales y extranjeras?, ¿puede acudir a actos públicos en Madrid y fuera de la capital?, ¿está don Juan Carlos en condiciones de desplazarse fuera de España?El agradecimiento al Rey y sus méritos nada tienen que ver en este momento con el correcto y eficaz funcionamiento de la jefatura del Estado. Más aún: la regencia es temporal por su propia naturaleza y el Jefe del Estado -el Rey- no pierde mientras dura ni uno sólo de sus atributos constitucionales, entre ellos el de la inviolabilidad, porque la regencia se ejerce en su nombre.

Hemos vistos al Príncipe de Asturias en el funeral de Chaves, en la recepción al comité evaluador del COI para los Juegos Olímpicos de 2020 y en la ceremonia de inicio del pontificado del Papa Francisco. Actos todos ellos importantes. Entre tanto, se ha suspendido el viaje previsto del Rey a Marruecos y se suspenderá, seguramente, el de Mayo a Florida. Este último es muy relevante: se cumplen en abril los 500 años de la llegada a aquellos territorios de Juan Ponce de León. En Florida se van a celebrar 200 actos culturales en sus 67 condados y en los festejos se han involucrado más de diez mil organizaciones. La presencia española ha de ser al máximo nivel, y, desde luego, no con una mera delegación presencial al Príncipe de Asturias.

Los médicos calculan -muy a ojo de buen cubero- que el restablecimiento del Rey se producirá entre dos y seis meses. Más de los que necesitó el rey Harald de Noruega (de su misma edad) para recuperarse de un proceso cancerígeno, primero, y de una intervención cardíaca, después. No hay razón, salvo la simulación en la que se ha envuelto el propio sistema confundiendo el agradecimiento al Rey con el rigor que debe mantenerse en las cuestiones de Estado, para que Don Felipe no asuma la regencia. No es posible dejar de recordar que el propio monarca asumió en julio de 1974 y por 46 días la regencia por enfermedad de Franco al amparo de la entonces Ley Orgánica del Estado.

Es el momento de rememorar a Miguel de Cervantes cuando escribió: “La historia es émula del tiempo, depósito de acciones, testigo de lo pasado, ejemplo y aviso de lo presente, advertencia de lo por venir”. Pese a tan sabios consejos del maestro, un enclaustramiento intelectual de los dirigentes del sistema -y de quienes en vez de iluminar, oscurecen- mantiene a España en la parálisis de la simulación con la que cubren la auténtica situación de la jefatura del Estado. No han aprendido que la historia ha sido muy dura con la monarquía española cuando sus titulares y sus consejeros -Gobiernos incluidos- no quisieron enfrentarse a la realidad. Basta para comprobarlo repasar nuestro devenir en el siglo XIX y en el XX y evocar las vicisitudes tan poco felices  de nuestros monarcas de entonces. 

placeholder

El 8 de diciembre de 2003, el príncipe heredero de la corona noruega, Haakon Magnus, casado con la plebeya Mette-Marit, asumía la regencia del reino. Su padre, el rey Harald, entonces de 66 años de edad, tenía que ser operado de un cáncer de vejiga. Durante cinco meses, y atendiendo a la Constitución del país, el heredero, de 30 años, se convirtió en jefe del Estado y de la Iglesia en aquel país nórdico. El 29 de marzo de 2005, Haakon Magnus, de nuevo asumió la regencia hasta el 7 de junio de ese mismo año, período de tiempo necesario para que su padre fuese operado de corazón y se restableciera. Los mecanismos del Estado noruego funcionaron con total normalidad