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Artur Mas prepara elecciones anticipadas para el 25 de enero
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José Antonio Zarzalejos

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Artur Mas prepara elecciones anticipadas para el 25 de enero

El presidente de la Generalitat anunciará antes del próximo 9 de noviembre su compromiso de convocar elecciones autonómicas anticipadas y comunicará, después del sucedáneo de la

Foto: El presidente de la Generalitat, Artur Mas (EFE)
El presidente de la Generalitat, Artur Mas (EFE)

El presidente de la Generalitat anunciará antes del próximo 9 de noviembre su compromiso de convocar elecciones autonómicas anticipadas y comunicará, después del sucedáneo de la consulta, la fecha de los comicios. Según la Ley Orgánica de Régimen Electoral General, entre la publicación del decreto de disolución y las elecciones deben transcurrir cincuenta y cuatro días (artículo 42.1), de modo que Artur Mas dispone de todo el mes de noviembre para citar a los catalanes a las urnas.

La fecha electoral que se maneja en la Generalitat es el 25 de enero, último domingo del mes. Con esta decisión, que habría sido ya comunicada discretamente a Carme Forcadell, presidenta de la ANC, y a Muriel Casals, de Òmnium Cultural, las asociaciones populares independentistas que han organizado las tres últimas Diadas, el presidente atiende sus exigencias y se granjea, además de su posible apoyo para la reelección, el éxito del próximo 9-N.

Ambas organizaciones protagonizaron el domingo un multitudinario acto en la Plaza Catalunya de Barcelona –al que asistieron más de 100.000 personas– en el que Carme Forcadell reclamó abiertamente al presidente de la Generalitat que convocase elecciones “en tres meses”. Ayer lunes, en la Cadena SER, la presidenta de la Asamblea Nacional Catalana dejó claro que Mas debe comprometerse de inmediato a convocar los comicios porque de lo contrario su organización “no se volcará” en la consulta-sucedáneo del 9-N. Tanto Forcadell como Casals eludieron la exigencia de una lista única o “de país”. “De ese tema no hemos hablado” dijo ayer, consciente de que ERC, CDC y UDC no están en condiciones de limar las abismales diferencias que las separan para componer una candidatura única. Ambas dirigentes populares han negado su incorporación a ninguna de las listas electorales en liza.

Vídeo: Los independentistas exigen a Mas que convoqueelecciones

El propósito que alberga el Govern de la Generalitat es que Mas encabece una “lista de país”, enterrando así a Convergència Democràtica de Catalunya, contaminada por el caso Pujol y otros de corrupción y creando un nuevo partido soberanista que ha venido denominándose “el partido del presidente”. Artur Mas, según fuentes consultadas por este diario, tiene la intención de integrar en la lista que encabece a personas de la sociedad civil catalana (empresarios, deportistas, personalidades de la cultura) y a sus colaboradores más estrechos y, a la vez, alejados generacionalmente de la época de Pujol.

Sin el apoyo de la ANC y de Òmnium Cultural y con la hostilidad ya abierta de ERC, Artur Mas no podía encarar con mínimas garantías de éxito la consulta-sucedáneo del 9-N ni tampoco aspirar a ganar las elecciones autonómicas. De momento, los sondeos otorgan una victoria clara –por más de seis puntos– a los republicanos, pero en la Generalitat se valora que el pacto entre el presidente y ANC y Òmnium Cultural para anticipar las elecciones y recabar a los partidos soberanistas un compromiso común sobre la independencia podría alterar la actual orientación de la opinión pública y proporcionar la victoria electoral –sin mayoría absoluta– a la “lista de país” que logre formar el presidente de la Generalitat.

Mas no tenía otra salida que la de anticipar las elecciones porque, además, él mismo se comprometió a consensuar su convocatoria y a día de hoy prácticamente todos los partidos, independentistas o no, las reclaman. Según un estudio publicado en La Vanguardia del pasado domingo, firmado por Carles Castro, las consultas locales por la independencia celebradas en su momento en el ámbito municipal arrastraron a “menos del 20% del electorado” y, según los cálculos del periodista, “una afluencia del 30% del censo equivale a los manifestantes de la Diada de 2014”. Sin la colaboración de ANC y OC, Mas se encontraría el 10 de noviembre con una escasísima participación, que podría llegar a ser ridícula y que le obligaría a dimitir.

Con este giro, el presidente de la Generalitat se garantiza la capacidad de movilización de la Asamblea Nacional Catalana y Òmnium Cultural, que implicará en el 9-N también a los republicanos, cuya vinculación con esas organizaciones es muy estrecha. Unió Democràtica de Catalunya tampoco se unirá formalmente a la “lista de país”, aunque sí asumirá el compromiso de una negociación secesionista con el Estado. Según algunas fuentes, Duran i Lleida se apartará ya de la vida política. No se contempla, en fin, y al menos de momento, que el nuevo Parlamento catalán haga una proclamación unilateral de independencia para evitar que Cataluña quede al margen de la Unión Europea ni que debata los presupuestos de 2015. El Govern se limitará a prorrogarlos.

Todo este plan de Mas está supeditado, sin embargo, a algunas circunstancias que todavía se desconocen. Por ejemplo, la suspensión de la “participación ciudadana” del 9-N si, como sugirió ayer en los Desayunos de TVE el ministro de Justicia, el Gobierno impugna el registro de votantes que va a implementar la Generalitat, en la medida –dijo el responsable ministerial– en que ese registro esté vinculado a una consulta suspendida por el TC y constituya un fraude de ley.

En cualquier caso, y como explicaba ayer en La Vanguardia Enric Sierra, subdirector de la web del periódico, en un artículo titulado "El proceso se la juega en la nueva consulta del 9-N", “todos saben que si esta consulta fracasa en términos cuantitativos el telón empezará a bajar”.

El presidente de la Generalitat anunciará antes del próximo 9 de noviembre su compromiso de convocar elecciones autonómicas anticipadas y comunicará, después del sucedáneo de la consulta, la fecha de los comicios. Según la Ley Orgánica de Régimen Electoral General, entre la publicación del decreto de disolución y las elecciones deben transcurrir cincuenta y cuatro días (artículo 42.1), de modo que Artur Mas dispone de todo el mes de noviembre para citar a los catalanes a las urnas.

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