Es noticia
Los vulgares Monederos de la vida
  1. España
  2. Notebook
José Antonio Zarzalejos

Notebook

Por

Los vulgares Monederos de la vida

Como Monedero, hay cientos de miles de ciudadanos profesionales que “optimizan” su fiscalidad bien a través de sociedades interpuestas, bien como falsos autónomos

Foto: Juan Carlos Monedero y Pablo Iglesias. (Reuters)
Juan Carlos Monedero y Pablo Iglesias. (Reuters)

No puedo estar más de acuerdo -como me ocurre con frecuencia- con Manuel Conthe. El economista, en un artículo publicado en Expansión el pasado martes (“Monedero y el monofisismo”), constata lo que todos vemos a diario: “Las noticias publicadas estos días muestran que de la facturación de servicios a través de las sociedades interpuestas han abusado no sólo profesionales de convicciones conservadoras, sino también artistas y otros profesionales teóricamente progresistas.”

Cierto. Y por eso propone a Podemos que se pronuncie, mediante declaración o comunicado, con el siguiente tenor en el caso de Juan Carlos Monedero: “Sin pretenderlo, el señor Monedero cometió una infracción cuando atribuyó a una sociedad patrimonial nueva un ingreso profesional anterior sujeto a IRPF. Ya ha presentado una declaración complementaria, y corregido su error. Podemos repudia la interposición fraudulenta de sociedades y otras estratagemas parecidas para defraudar impuestos. Lo sentimos mucho. Nos equivocamos. No volverá a ocurrir”.

En vez de reaccionar como sugiere Manuel Conthe, los dirigentes de la organización liderada por Pablo Iglesias lo han hecho a la manera tradicional: con un absceso conspiranoico tan poco creíble como evidente es la infracción fiscal de uno de los cofundadores de Podemos. Carlos Otto escribió aquí, en El Confidencial, un artículo muy inteligente (“El día que me ofrecieron -y rechace- el fraude fiscal de Monedero”). Si se extraen conclusiones de los dos textos que cito se llega a conclusiones muy aleccionadoras.

La primera y principal es que una legislación con un cedazo muy amplio ha venido permitiendo la creación de sociedades, unipersonales o no, para lo que eufemísticamente se denomina “optimización fiscal”. En realidad se trata de facturar como persona jurídica ingresos obtenidos como persona física. La estructura empresarial es inexistente -ni locales ni empleados- y además la manera de disponer de los ingresos es burda. En vez de asignarse un sueldo y establecer doble tributación, por IRPF y por Sociedades, médicos, abogados, periodistas, artistas de toda condición, arquitectos y hasta fontaneros, facturan a través de sociedades con un ahorro fiscal notabilísimo que absorben a las bravas: sin distinguir sueldo de reserva ni salario de dividendo.

Junto a este feraz crecimiento de sociedades interpuestas que “optimizan” la fiscalidad de los vulgares y corrientes ciudadanos, se ha creado otra figura que en términos de corrección fiscal suscita dudas enormes: la de los llamados “falsos autónomos”. Consisten éstos en trabajadores en todo similares a los que están en plantilla laboral -horario, local de trabajo, sometimiento a jerarquía- que reciben a través de una sociedad o personalmente una cantidad contra factura emitida con IVA (21%) y retención (19% si son profesionales), corriendo a su cargo el pago de la Seguridad Social. Y aquí paz y después gloria.

Como Juan Carlos Monedero hay en España cientos de miles vulgares y corrientes ciudadanos profesionales que “optimizan” su fiscalidad bien a través de sociedades interpuestas, bien como falsos autónomos, y, en muchos casos, superpuestas ambas creatividades. La cuestión es si Juan Carlos Monedero, dada la relevancia social que ostenta, la responsabilidad que desempeña en Podemos y el discurso moralista que proclama merece un juicio venial por hacer lo que hacen otros muchos.

Ignoro -aunque creo que no- si Monedero ha incurrido en ilícito penal, aunque este aspecto sea menor sobre el principal que consiste en cómo se comportó y cómo se comportan ante el episodio sus correligionarios en la dirección de Podemos. Mal de muchos no es consuelo para nadie. Que haya miles y miles de Monederos de la vida no exime de la responsabilidad administrativa y política que ha contraído este dirigente político por la que debería responder cumplidamente.

Monedero y sus colegas, si quieren resultar creíbles, deben renunciar a determinadas vulgaridades que, por serlo, piensan deben serles perdonadas. Incurrirían en lo que advertía el maestro Ortega y Gasset: “Lo característico del momento es que el alma vulgar, sabiéndose vulgar, tiene el denuedo de afirmar su derecho de la vulgaridad y lo impone dondequiera.” Es de suponer que Podemos sea algo distinto al “alma vulgar” orteguiana y se conduzca con Juan Carlos Monedero como prometen lo harán ellos con sus adversarios políticos que incurren en parecidos comportamientos: retirándole de la circulación pública. La ciudadanía bien entendida siempre empieza por apoquinar hasta el último euro en Hacienda. La “optimización fiscal” es un eufemismo y, a más a más, la ignorancia de la ley (poco probable en el caso de Monedero) no exime de su cumplimiento.

No puedo estar más de acuerdo -como me ocurre con frecuencia- con Manuel Conthe. El economista, en un artículo publicado en Expansión el pasado martes (“Monedero y el monofisismo”), constata lo que todos vemos a diario: “Las noticias publicadas estos días muestran que de la facturación de servicios a través de las sociedades interpuestas han abusado no sólo profesionales de convicciones conservadoras, sino también artistas y otros profesionales teóricamente progresistas.”

Juan Carlos Monedero Fiscalidad