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Irene Lozano

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Por qué Arias Cañete no puede ser comisario

Las preguntas precisas respecto a Arias Cañete y su temible designación como comisario son en este momento dos: ¿Por qué no va a ser comisario de Clima y Energía? ¿Y por qué no debería serlo de nada? Trataré de contestar a ambas

Foto: Miguel Arias Cañete junto al presidente del Gobierno, Mariano Rajoy (EFE)
Miguel Arias Cañete junto al presidente del Gobierno, Mariano Rajoy (EFE)

Las preguntas precisas respecto a Arias Cañete y su temible designación como comisario son en este momento dos: ¿por qué no va a ser comisario de Clima y Energía? ¿Y por qué no debería serlo de nada? Trataré de contestar a ambas, empezando por la última.

Después de tres años como ministro, Arias nos ha confirmado en tres meses tener una ética bastante laxa, por no decir inexistente. Al poco de llegar a Bruselas, ha vendido sus acciones en la Petrolífera Ducar y en Petrologis Canarias. ¿Por qué? Porque le suponen un conflicto de intereses para ocupar la cartera de Energía en la Comisión Europea. Los conflictos de intereses no se fundan en juicios de intenciones, sino en hechos. Al evitarlos se previene la colusión de intereses públicos y privados, uno de los grandes males de la política española.

¿Se debe la decisión de desprenderse de esas acciones a un súbito arrebato ético? Lamentablemente no. Arias sabe que no pasaría el examen del Parlamento Europeo –que debe darle la idoneidad– si es visto como el ‘comisario del petróleo’. Exactamente la misma razón hubiera debido impedirle ser en España ministro de Medio Ambiente. De hecho, el Código de buenas prácticas de su propio partido le obligaba a renunciar a sus acciones, pues manda a sus cargos públicos expresamente lo siguiente: “Se abstendrán de toda actividad privada que pueda suponer un conflicto de intereses con el ejercicio de su función”, como se puede comprobar aquí.No ocurrió porque el código de buenas prácticas del PP es papel mojado y porque la oficina de conflictos de Intereses depende del Ministerio de Hacienda: ella misma sufre un conflicto de interés evidente para informar sobre miembros del Gobierno, como se ha denunciado en más de una ocasión.

Todas estas cuestiones saldrán a la palestra en su audiencia ante el Parlamento Europeo y van a provocar un más que probable informe negativo. Como se trata de cuestiones básicas, que incapacitan a alguien para un cargo, Arias Cañete no debería ocupar ninguna cartera. Pero como el nuevo presidente de la Comisión, Jean-Claude Juncker, es el pactista por antonomasia, resulta bastante probable que retire a Cañete de Energía para contentar al Parlamento Europeo y lo coloque en otra cartera, pues el Gobierno español insistirá en su nombre como miembro del Colegio de Comisarios. Nuevamente, por pura obstinación y por escasa visión de Estado, perderemos una oportunidad para Europa y para España.

La tensión con Rusia a propósito de Ucrania ha puesto de manifiesto la debilidad geoestratégica en que se sitúa Europa con su dependencia energética de Rusia. Nuestro país puede desempeñar un importante papel en el diseño de una política energética nueva que se diversifique y explote los vínculos con el Norte de África, particularmente con Argelia. Las infraestructuras de que ya disponemos nos convertirían en un puntal en esa nueva política y para hacerlo valer nos vendría bien la cartera de Energía, pero no ocupada por una figura políticamente débil. Perderemos una nueva oportunidad por no haber ofrecido a la Comisión ni el mejor perfil para Europa, ni el mejor para España. Eso sí, resultó conveniente a intereses de partido.

Las preguntas precisas respecto a Arias Cañete y su temible designación como comisario son en este momento dos: ¿por qué no va a ser comisario de Clima y Energía? ¿Y por qué no debería serlo de nada? Trataré de contestar a ambas, empezando por la última.

Miguel Arias Cañete Mariano Rajoy Bruselas