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Carlos Fonseca

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Carlos Fonseca

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Mario Draghi, presidente del Banco Central Europeo (BCE), ha dicho que las sucesivas reformas laborales que hemos sufrido son insuficientes y ha propuesto a Mariano Rajoy

Mario Draghi, presidente del Banco Central Europeo (BCE), ha dicho que las sucesivas reformas laborales que hemos sufrido son insuficientes y ha propuesto a Mariano Rajoy que vuelva a bajar los salarios, que recorte la prestación por desempleo y rebaje el ridículo salario mínimo. Lo que propiamente es un "fortalecimiento de la flexibilidad en el proceso de fijación de salarios", según sus palabras. Con lo obediente que es nuestro presidente, hay que ponerse en lo peor: que le haga caso.

Draghi es uno de esos excelentísimos señores que desde su pedestal se dedican (y cobran muy bien por ello) a joder la vida a los demás con la excusa de que nos lo tenemos merecido, que es por nuestro bien, y que se hace lo que ellos mandan o es el caos. El miedo como estrategia para que los ciudadanos se resignen y asuman el expolio de sus vidas sin rechistar.

El presidente del BCE forma parte del club de sabios que lo saben todo de macroeconomía, productos financieros, mercados, deuda y déficit, pero que ni previeron la crisis ni saben sacarnos de ella, probablemente por incompetencia y porque tienen mucho que ver con ella. 

Draghi es tan importante que anuncia que va a poner todos los medios para rebajar la presión sobre la prima de riesgo española y ¡zás!, ésta se “relaja”, como dicen los entendidos, y la bolsa sube. Al día siguiente rectifica y vuelta por donde solíamos. Y así llevamos todo el verano, de sobresalto en sobresalto hasta el rescate final. Qué vergüenza que el futuro de un país dependa de lo que diga o deje de decir este y otros personajes.

Esta semana, por ejemplo, hemos vivido uno de los milagros a los que los mercados han terminado por acostumbrarnos, aunque no los entendamos porque los milagros son inexplicables: la cotización de Bankia. Durante meses hemos ido conociendo que la entidad tiene un agujero de 23.000 millones de euros que vamos a pagar los contribuyentes, que ha dejado sin sus ahorros a miles de modestos clientes que depositaron su dinero en preferentes (el producto que les vendió el director de la sucursal de turno, ese hombre próximo que te trata de tú) y sus exdirectivos están imputados por sus desmanes (tienen una causa abierta en la Audiencia Nacional).

Vamos que Bankia está hecha polvo y no vale un duro, pero basta que la Unión Europea (UE) diga que nos van a prestar ya parte del dinero destinado sanear el sistema financiero para que la acción duplique su valor. Para que nos entendamos, que quien invirtió un millón de euros (para qué vamos a andar con miserias) ha ganado otro en cuestión de días. Pura especulación, economía improductiva que sólo beneficia a unos pocos, que en cuestión de horas ganan más de lo que la mayoría de trabajadores a los que hay que bajar el sueldo no ganan en toda su vida laboral.

Y todo esto la misma semana en que el Gobierno se niega a aclarar si va a prorrogar o a eliminar la ayuda de 400 euros mensuales que cobran los trabajadores que han agotado la prestación por desempleo y carecen de medios para subsistir, y el Ministerio del Interior ordena detener a las personas que asaltaron varios que supermercados en Andalucía para facilitar productos de primera necesidad a familias sin recursos. El mismo trato que reciben tantos banqueros sinvergüenzas que se han lucrado a costa de los contribuyentes. Ha sido un hecho puntual que puede repetirse si desde el Ejecutivo no se ofrecen soluciones a quienes ya no tienen nada que perder. ¿Qué harían ustedes si no pueden mantener a su familia y carecen de ayuda oficial o familiar?

La semana nos ha deparado también un gesto del presidente Rajoy con los pobres. El escándalo de las indemnizaciones y pensiones multimillonarias de los banqueros ha obligado al Gobierno a limitar a 600.000 euros el salario anual de los directivos de entidades financieras que han recibido ayudas del FROB, y a 300.000 el de los mandamases de las cajas intervenidas. Como si estuviéramos hablando de sueldos insignificantes que ni siquiera gana, ni de lejos, el presidente del Gobierno. Quienes han hundido el sistema financiero con su codicia no merecen estos salarios; al contrario, tendrían que estar en la cárcel o en el paro. 

Eso sí, el salario mínimo va ya por 21,38 euros por día de trabajo (641,40 euros brutos al mes) ... y bajando. 

Hasta el próximo fin de semana.

Mario Draghi, presidente del Banco Central Europeo (BCE), ha dicho que las sucesivas reformas laborales que hemos sufrido son insuficientes y ha propuesto a Mariano Rajoy que vuelva a bajar los salarios, que recorte la prestación por desempleo y rebaje el ridículo salario mínimo. Lo que propiamente es un "fortalecimiento de la flexibilidad en el proceso de fijación de salarios", según sus palabras. Con lo obediente que es nuestro presidente, hay que ponerse en lo peor: que le haga caso.