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¿En qué se parece Federico Quevedo a Galileo Galilei?
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¿En qué se parece Federico Quevedo a Galileo Galilei?

Leo con cierto asombro un artículo en El Confidencial lleno de confusas y erradas referencias económicas que sólo pueden partir de la desinformación, y cuyas citas

Leo con cierto asombro un artículo en El Confidencial lleno de confusas y erradas referencias económicas que sólo pueden partir de la desinformación, y cuyas citas mal traídas pueden dar lugar a que numerosos ciudadanos incurran en la confusión. Se trata de la respuesta que nos da el señor Quevedo a una discusión que tuvimos en un programa de televisión sobre la existencia o no del multiplicador keynesiano en la ciencia económica.

 

En primer lugar, las formas:

-          No es de recibo que el señor Quevedo se refiera al Premio Nobel de Economía, Paul Krugman, como aquel que ha hecho pocas aportaciones a la teoría macroeconómica. Hemos tenido que leer esta frase varios profesores con detenimiento antes de creer que un periodista haga esta afirmación: el oro hace soberbios, y la soberbia necios.

-          Tampoco es práctica habitual que una discusión en un programa de televisión entre dos personas sea respondida por una de esas personas –guiada por un cierta versión pueril de la venganza-, de forma unilateral en un medio de comunicación sin que el otro se pueda defender, no atreviéndose, parece, a hacerlo cara a cara en el mismo medio televisivo u otro.

-          Tampoco es de recibo que se ponga en cuestión mi capacidad profesional como economista y como docente, exigiendo a mi universidad un reciclaje de su profesorado, cuando yo en ningún momento he puesto en cuestión la capacidad como profesional de Federico Quevedo tantas veces conocido por sus numerosas nominaciones al Premio Pulitzer.

-          Tampoco es de recibo que diga el señor Quevedo que yo leí un SMS de mi decano, cuando yo lo que dije es que había recibido un SMS de un decano de otra universidad, amigo y compañero, por cierto muy liberal, que no leí, y simplemente comenté en el intermedio que se mofaba del señor Quevedo. Como decía Cleóbulo de Lindos, filósofo griego, “nada hay en el mundo tan común como la ignorancia y los charlatanes”.

-          Tampoco es de recibo que el señor Quevedo fuera el único en ese programa que no entendiera mis explicaciones sobre el multiplicador, porque tanto Carmen Tomás, como Alejo Vidal Cuadras, Isabel Durán y Antonio Jiménez las entendieron, a lo que Carmen Tomás señaló que “efectivamente eso es así, pero el Gobierno miente porque su cálculo es muy exagerado”.

Por ende, recomendaría al señor Quevedo, desde la amistad y el aprecio que sabe que le tengo, la mínima educación que debe sostenerse en responder al otro contertulio cuando éste esté delante, nunca por la espalda, manipulando citas, cuestionando la profesionalidad de profesores y premios Nobel, y llevando a cabo todo un ejercicio de no querer aprender sino simplemente llevar razón como sea.

En cuanto al fondo de la cuestión, tal como expliqué en el programa, el multiplicador y el acelerador, no son conceptos que estén en discusión: el aumento del gasto autónomo (A) provoca expansiones en la producción y la renta (Y). Dicho en otras palabras, cuando aumenta el gasto autónomo (consumo, inversión, gasto público, transferencias o sector exterior), cuando por ejemplo un empresario o el Estado invierte un euro en una máquina para hacer un solo caramelo, la producción no sólo aumenta en un euro (el caramelo), sino que además aumenta la producción de azúcar, la producción de colorante de caramelos, la producción del palo para sostener el caramelo, y todo ello hace que con el dinero que ganan los que han hecho el caramelo se lo gasten en otros productos como tomarse una cerveza que, a su vez, hay que producir, etcétera. Es decir, que si el gasto autónomo aumenta en una unidad, la producción aumenta en 1,4 unidades.

Esto se explica con la siguiente fórmula que viene en todos los manuales de Economía y Macroeconomía:

Y = a x A, siendo “Y” la producción, “a” el multiplicador y “A” el gasto autónomo.

¿Y qué es el gasto autónomo A? Pues la suma del Consumo autónomo, la inversión autónoma de los empresarios, el Gasto del Gobierno, las Transferencias del Gobierno y el sector exterior.

Dado que el señor Quevedo tiene menos conocimiento en Economía que su pluma atrevimiento, le recomiendo una explicación mucho más elemental en un manual de economía básica que puede leerse en la siguiente página:

http://www.eumed.net/cursecon/11/la_demanda_de_inversion_y_el_mul.htm

O en cualquier enciclopedia de Economía como por ejemplo:

http://www.economia48.com/spa/d/multiplicador/multiplicador.htm

Decía Aristóteles que “la ignorancia es no saber diferenciar entre lo que necesita demostración de lo que no necesita demostración”. ¿Qué es entonces lo que se discute? No el multiplicador keynesiano como confunde el señor Quevedo, sino que hay economistas que ponen en cuestión la política económica de gasto público –tal como le dije al señor Quevedo en el programa-, es decir, los efectos a largo plazo del gasto público en función de como aumente el gasto autónomo. Ese es el error principal del señor Quevedo más guiado por la ceguera tantas veces fruto del despecho o del ridículo.

Se discute, por ejemplo, que si expandimos el gasto autónomo con aumento de gasto o bajada de impuestos, es decir, con aumento de déficit público, emisión de deuda o de bonos, esto supondrá un efecto expulsión (crowding-out) del sector privado y a largo plazo pueda ser perjudicial, pero no el multiplicador en sí mismo. En ese sentido la confusión y la bibliografía que le han contado al señor Quevedo merece un pequeño detenimiento:

-          En primer lugar, como dije en el programa, el hecho de que el Plan E suponga una inversión inducida de 50.000 millones de euros no es una cifra que la diera yo, sino el Gobierno de la Nación, y así lo cité. Podrá discutírsele a éste que se quedara corto o exagerado (como señaló Carmen Tomás), pero se trata de cifras gubernamentales, no mías, tal como cité y señalé pese a la sordera del señor Quevedo.

-          En segundo lugar, las afirmaciones de Robert Barro que cita el señor Quevedo son sobre la política de gasto, no sobre el multiplicador, es decir sobre los efectos del gasto público disminuyendo el efecto multiplicador (estas cosas pasan por citar lo que no se ha leído).

-          En tercer lugar, las afirmaciones de Mountford y Uhling son sobre la emisión de bonos como respaldo al gasto público, no sobre la existencia del multiplicador.

-          Blanchard y Perotti hablan del impacto de los impuestos y el gasto sobre la inversión privada, no sobre la existencia o no del multiplicador.

-          En cuarto lugar, las afirmaciones de Pethokokis son sobre el gasto público en el caso de generación de déficit (el crowding-out que yo he citado), no sobre la existencia o no del multiplicador.

-          En quinto lugar, la defensa del señor Quevedo de la bajada de impuestos también forma parte de “a”, es decir, planteada por el mismo multiplicador, representa también una expansión.

En definitiva, no hay peor sordo que el que no quiere oír, o de cómo la mentira o las trampas en las citas tienen las patas cortas. Le rogaría al señor Quevedo más prudencia y sobre todo el ánimo de caballerosidad, que sé que tiene, para responderme cuando esté yo delante, si la discusión o la afrenta fue estando juntos, no insultar en los programas y rectificar que por cierto es de sabios, como bien ha hecho ya varias veces en situaciones similares.

Los ataques por la espalda a mi persona pueden ser indoloros, pero bien seguro que el señor Quevedo recapacitará, sin embargo, sobre sus errores, desmontados en este artículo, ya no en el fondo, que son elementales, confundiendo la existencia del multiplicador con la pertinencia o no de la política de gasto, sino sobre todo en la forma.

Decía Galileo Galilei que “nunca había encontrado una persona tan ignorante de la que no se pueda aprender algo”. Claro que el genio de Pisa no había leído a algunos articulistas.

*El profesor Antonio Miguel Carmona es secretario de Economía del PSM.

Leo con cierto asombro un artículo en El Confidencial lleno de confusas y erradas referencias económicas que sólo pueden partir de la desinformación, y cuyas citas mal traídas pueden dar lugar a que numerosos ciudadanos incurran en la confusión. Se trata de la respuesta que nos da el señor Quevedo a una discusión que tuvimos en un programa de televisión sobre la existencia o no del multiplicador keynesiano en la ciencia económica.

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