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Problemas de nomenclatura

Rescate, bail out, pérdida de soberanía, hasta "humillación" se ha llegado a escribir en algún periódico internacional... En estos momentos tan críticos para España y para

Rescate, bail out, pérdida de soberanía, hasta "humillación" se ha llegado a escribir en algún periódico internacional... En estos momentos tan críticos para España y para Europa en los que se debate una posible asistencia financiera, es difícil para los electorados ser conscientes de lo que está pasando, y en buena medida las impresiones vienen muy condicionadas por toda la terminología corriente al uso. Los acreedores no solo ponen el dinero, también definen la nomenclatura, la semántica de todo el proceso, y lo hacen obviamente en función de sus intereses. Es por tanto importante no perder el norte.

¿Es necesario el "rescate"? La propia opcionalidad abierta por el BCE con la compra de bonos hasta tres años accionable con la solicitud al ESM, se ha recogido en mercado con una contracción  sustancial en los spreads en la curva de tipos hasta niveles en apariencia sostenibles, o no de infarto como los sufridos en julio. Es posible que, de no producirse una negación expresa por las partes interesadas de la necesidad concreta de acción por parte del ECB, los mercados aguantaran estos niveles -el valor de la put del ECB como se conoce en mercado-. Pero conviene no engañarse, la posibilidad de que España -o Italia-, tengan éxito en sus reformas  estructurales y planes de consolidación  presupuestarias, con este credit crunch es prácticamente nula.

Prolongar estas pautas depresivas en un 30% de la UE, la periferia gangrenándose, consumaría una recesión brutal en toda Europa y eventualmente podría inducir la insolvencia allí donde hace un par de años era impensable, España e ItaliaSi de lo que se trata a medio plazo es de converger en competitividad con nuestros socios europeos, es imposible pretenderlo con un mercado financiero que de facto sigue fragmentado -sirva de ejemplo el bono a tres años con Alemania y Francia por debajo de 30 puntos básicos y  España en torno al 3,5%-. Y por el lado de la economía real, tras un par de años de ajustes y estancamiento, la actividad  está ciertamente al borde de entrar en barrena, la espiral de la muerte, donde la austeridad, pasado un punto de no retorno, induce cada vez una mayor contracción de la economía.

Un problema existencial. Y es aquí, en una potencial depresión prolongada de España e Italia, donde el rescate español y/o italiano lo es también, en toda su extensión y naturaleza, de la arquitectura euro y de Alemania o Francia, y por tanto una cuestión existencial para toda Europa. Allí las economías llevan goteando a la baja y desacelerándose sin remedio desde la entrada de la primavera. Prolongar estas pautas depresivas en un 30% de la UE, la periferia gangrenándose, consumaría una recesión brutal en toda Europa y, eventualmente, podría inducir la insolvencia allí donde hace un par de años era impensable, España e Italia. No es de extrañar pues que Frau Merkel haya decidido abrir la mano con el ECB y holgar los ajustes fiscales. Finalmente hay conciencia de estar todos en el mismo barco.

Estos y aquellos rescates

El sentido común pide equiparar rescates y reacciones de mercado con la experiencia habida en Grecia, Portugal e Irlanda. Si bien la estructura de estos nuevos acuerdos sigue el guión solidaridad-transferencia-responsabilidad-disciplina, el diseño de los términos, la asistencia y el precio, es sustancialmente distinto. Ahora la UE, con los resortes del ECB y el ESM, pretende meter a los países solicitantes más en mercado -en el corto el ECB empujaría los tipos a la baja con sus compras y en el largo el ESM asegura una demanda estructural de las emisiones soberanas en primario tras además quizás haber presionado a la baja el secundario-. En los "rescates" anteriores los países eran sacados literalmente de mercado y sus curvas de tipos se perdían en la distancia. Ahora se busca revertir la fragmentación.

Por el lado de la condicionalidad -o el ejercicio de la responsabilidad, control y disciplina-, las diferencias son potencialmente esenciales. En primer lugar, el punto de partida es más fuerte, desde una crisis inmobiliaria española frente a una irlandesa, o un estándar en aplicación de ley portugués frente a uno griego -o, más sencilla y coincidentemente  mayores niveles de riqueza, y por ende menores necesidades de ajuste-. Pero además debemos contar con la experiencia fallida en provocar ajustes inasumibles. Esto es lo que ha llevado al FMI a declarar en junio que si España  estuviera bajo un programa de rescate total poco más habría que exigirle, o a la UE, más recientemente, que España habría cumplido ya con éxito todas sus sugerencias. Queda evidentemente concretizar a cambio de qué y sujeto a qué eventualidades se puede activar el programa del ECB por los socios europeos acreedores, y aquí la letra pequeña y el propio rigor y determinación alemanes al cumplimiento importan y mucho... Una de las razones claves del retraso en la solicitud del programa.

Pero si en lo económico estamos ya perfilando detalles de segunda derivada, la cuestión más crítica y peliaguda es puramente política y de cara a los distintos grupos de electores. En España, Rajoy duda por evitar la estigmatización de la solicitud. En prensa anglosajona se habla interesada y vilmente de "humillación". En prensa francesa, mas consecuentes -y participes en la problemática- de "cuestión de orgullo". ¿Y en Alemania? Pues es poca la prensa que se atreve a nombrar las cosas por su nombre, es decir, una incipiente y cada vez mas reglada "unión de transferencias", un autentico anatema entre la opinión pública. Y es allí, en la explicación que ha dado Frau Merkel a su electorado de las políticas europeas, donde la gestión de la crisis está más retrasada. Sin duda, constituirá una línea de disputa clave en las elecciones del año que viene

Pero lo cierto es que, como señalamos arriba, el "rescate" o  la "transferencia" tiene un carácter existencial tanto para una parte como para la otra, y desde luego para el conjunto de la Eurozona, lo cual deja toda la nomenclatura sino vacía de contenido, muy difusa y esencialmente sujeta a la interpretación y evolución de acontecimientos y, sobre todo, de instituciones.

El rescate o transferencia a España y/o Italia serían pues muy positivos no solo desde un punto de visto puramente económico por lo que supondrán en convergencia de costes de financiación y shock monetario a economías en depresión, sino sobre todo político, con la constitución incipiente de una soberanía Europea transfronteriza sui generis.  Recordemos que, a pesar de todo el ruido y exasperación de la crisis, el proyecto político del euro sigue recibiendo apoyo por mayorías cualificadas en todos los arcos parlamentarios de la Eurozona.

Así pues, si bien el formato económico  sigue una estructura de transferencia acreedor/ deudor, se están sentando  las bases para una gobernanza  Europea desde el ESM que eventualmente podría ser el embrión de un tesoro Europeo, una "European Financial Agency" en palabras de Soros. Veremos ademas en que quedan las propuestas de unión bancaria y fiscal... Es en la interacción entre estas realidades económicas y esta creatividad política propia de la UE donde grandes facciones de la prensa internacional, sobre todo anglosajona,   se encuentran claramente perdidos y en proceso no ya de digerir sino de simplemente masticar el devenir trepidante de acontecimientos . Ni que decir tiene que una consumación con  éxito en el proceso de integración Euro, es una alteración sustancial al statu quo geopolítico hasta entonces predominante, y por tanto un bocado difícil de tragar. 

Rescate, bail out, pérdida de soberanía, hasta "humillación" se ha llegado a escribir en algún periódico internacional... En estos momentos tan críticos para España y para Europa en los que se debate una posible asistencia financiera, es difícil para los electorados ser conscientes de lo que está pasando, y en buena medida las impresiones vienen muy condicionadas por toda la terminología corriente al uso. Los acreedores no solo ponen el dinero, también definen la nomenclatura, la semántica de todo el proceso, y lo hacen obviamente en función de sus intereses. Es por tanto importante no perder el norte.