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Obama no es Kennedy… ni Reagan
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Obama no es Kennedy… ni Reagan

 26 de junio de 1963. El presidente Kennedy y su séquito avanzan entre una marea humana (se calcula medio millón de berlineses) hacia el balcón de

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Por eso Obama ha dicho en su frase más atractiva: “El Muro pertenece a la Historia. Pero también nosotros debemos hacer Historia”. Y en vez de mirar para atrás, ha lanzado un desafío al futuro: reducir un tercio los arsenales atómicos de Estados Unidos y Rusia, que produzca un efecto rebote en los arsenales atómicos de Reino Unido, Francia, China, Israel, India , Pakistán y Corea del Norte. El discurso frente al “muro de cristal blindado” ha sido mucho menos dramático que  los de  sus antecesores ante el muro de piedra. También en su gestación.

12 de junio de 1987. Cuando Ronald Reagan se plantó en Berlín en 1987, el autor de sus discursos, Peter Robinson, tuvo la idea de añadir -al que el anciano presidente debía pronunciar cerca de la Plaza de Brandeburgo- una frase instando a Gorbachov a derribar el muro. Como recuerda Elsa Clairon, la oposición en el seno del Departamento de Estado fue muy dura. Se temía un grave incidente diplomático. Las presiones sobre Reagan para que eliminara del discurso esa referencia fueron fuertes. Cuando el 12 de junio de 1987, el presidente californiano se dirige hacia las cercanías de la Puerta de Brandeburgo, comenta en el coche que le conduce: “Los del Departamento de Estado me van a matar, pero voy a decir la frase que les asusta”. Así que, sin pensárselo dos veces, Ronald Reagan desde un gigantesco estrado, rodeado de banderas americanas, dice en alemán: “Es gibt nur  ein Berlin” (“No hay más que un solo Berlín”) y añade -en inglés- “Señor Gorbachov, abra esa puerta, derribe  este muro”.

Obama, en su discurso, ha ratificado una garantía distinta. La de que las palabras de John F. Kennedy haciendo un llamamiento por “la paz y la justicia”, en su intemporalidad, obligan a los americanos a luchar contra los grandes desafíos contemporáneos, sin dejar solos a los europeos: los extremismos, el calentamiento climático, la amenaza de proliferación nuclear y la pobreza y el hambre

La audacia de Reagan no tuvo consecuencias negativas. La verdad es que, aunque el muro no se derribó, seis meses más tarde Gorbachov y Regan firmaban la “opción cero”, el acuerdo de desmantelar todas las fuerzas nucleares. Menos suerte tuvo Kennedy: la guerra fría continuó durante años, pero los ciudadanos de Berlín- que no sabían inglés- retuvieron esos segundos de su discurso como una garantía  de que, el hombre más poderoso del mundo en los sombríos años 60, era “un berlinés más” dispuesto a defender con uñas y dientes su independencia. Algo que ratificaría el presidente  Richard Nixon el 27 de febrero de 1969, muy cerca también del Muro, al decir: “En la medida en que los berlineses representan la libertad y la paz, todos los habitantes de este planeta son verdaderamente berlineses”

Los nuevos desafíos

Obama, en su discurso, ha ratificado una garantía distinta.  La de que las palabras de John F. Kennedy haciendo un llamamiento  por “la paz y la justicia”, en su intemporalidad, obligan a los americanos a luchar contra los grandes desafíos contemporáneos, sin dejar solos a los europeos: los extremismos, el calentamiento climático, la amenaza de proliferación nuclear y la pobreza y el hambre.

Algo que no pudo hacer Obama -entonces como candidato a la presidencia- cuando el 24 de julio de 2008, a dos kilómetros de la Puerta de Brandeburgo, dijo que el “único camino es derribar muros y tender puentes”. En un discurso que, por momentos, parecía más destinado a convencer a los estadounidenses que a los europeos, Barack Obama dio un portazo a la política unilateral, hizo un guiño a la conciliación entre partidos y con astucia demostró que también era experto en relaciones internacionales. Desmentía  así a sus rivales  en la carrera a la Casa Blanca, Hillary Clinton y John McCain, que lo tachaban de ignorante en la materia.

En todo caso, el Muro -existiendo o derruido- sigue estando en el corazón de todos los ocupantes de la Casa Blanca que visitan Alemania, porque, como dijo Bill Clinton junto a la Puerta de Brandeburgo el 12 de julio de 1994, “todo es posible, Berlín ya es libre”

*Rafael Navarro-Valls es catedrático, académico y analista de la presidencia americana

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