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Ayuda capitalista al desarrollo

En el año 2008, justo en el inicio de la crisis, conocí en Nueva York el modelo capitalista de ayuda al desarrollo, y no precisamente en

En el año 2008, justo en el inicio de la crisis, conocí en Nueva York el modelo capitalista de ayuda al desarrollo, y no precisamente en el entorno más liberal. Por aquel entonces trabajaba para el think tank del premio nobel de economía Joseph Stiglitz, The Initiative for Policy Dialogue. Bajo las directrices de la periodista y académica Anya Schiffrin, me encargaba de coordinar seminarios dirigidos a periodistas económicos procedentes de países en vías de desarrollo, a los que les enseñábamos un conjunto de materias relacionadas con la globalización económica.

El seminario “Covering Development and Poverty Reduction” pretendía explorar fundamentalmente cuáles eran las alternativas más efectivas para reducir los niveles de pobreza en el entorno globalizado actual. Conseguimos la asistencia de 14 periodistas especializados en economía provenientes de India, China, Indonesia, Nigeria, Pakistán, Perú, Filipinas, Tanzania, Uganda y Zimbabue, que decidieron ausentarse de sus redacciones para pasar con nosotros una semana en Nueva York.

Entre los ponentes habíamos elegido a Jacqueline Novogratz, la presidenta de Acumen.org, un fondo norteamericano de capital riesgo dirigido a financiar pequeñas y medianas empresas en el tercer mundo. La idea era que compartiera con los periodistas el enfoque emprendedor de Acumen como paliativo efectivo en la lucha contra la pobreza.

En el Wall Street de los 80, Novogratz había sido una joven veinteañera y exitosa banquera de inversión. Pero en un momento determinado su carrera estelar en el mundo de las finanzas dejó de tener sentido para ella y decidió abandonar su Nueva York natal para viajar a África. “Creo que sólo puede sentirse uno bien cuando los demás están bien”, explicaba a los periodistas.

Muy pronto, su pragmatismo la llevó a establecer un banco en Ghana y fue a lo largo de este proceso cuando se dio cuenta de la oportunidad que se abría para canalizar la suerte vital de miles de jóvenes procedentes de países desarrollados hacia la desesperación del tercer mundo. Decidió así fundar Acumen, que ahora financia una amplia red de pequeñas y medianas empresas en países como India, Nigeria, Sudán y Pakistán.

El modelo de Acumen consiste en usar donaciones para realizar inversiones de capital y préstamos en compañías con y sin ánimo de lucro en países subdesarrollados. Se fundamenta en la idea de que los países industrializados, en lugar de apoyarse en ayudas oficiales y burocráticas al desarrollo, deberían involucrarse más directamente en los sistemas financieros y laborales del tercer mundo, e invertir en negocios que sean sostenibles y replicables.

La española GAWA da un paso más en la ayuda capitalista al desarrollo

Acumen introdujo un nuevo paradigma en la ayuda al desarrollo, pero su modelo resulta limitado. El verdadero reto ahora está en atraer capital privado hacia negocios sostenibles en países en vías de desarrollo que puedan generar un retorno financiero.

Y aquí aparece en escena GAWA Capital, la primera y única empresa española cuyo objeto social consiste en promover fondos de inversiones con el doble objetivo de dar un retorno financiero a los inversores y crear un impacto social a personas de bajos ingresos en países en vías de desarrollo y en un futuro en países desarrollados como España.

Foto: GAWA Capital.Sus fundadores y actuales gestores, el italiano Luca Torre y el español Agustín Vitórica, lo tienen claro. Ante la escasez de dinero público, tiene que replantearse la ayuda al desarrollo en países industrializados. “Si no hay dinero para pagar las pensiones, no puede ser prioritaria la ayuda al desarrollo”, me decía Torre recientemente.

A diferencia de la escasa liquidez por parte de los estados, el volumen de activos bajo gestión en los mercados de capitales asciende a 63.000 billones de dólares, según Boston Consulting Group. Pero para llegar a este pool de capital hay que idear modelos que prometan un retorno financiero.

“GAWA tiene esta filosofía,” me explicaba Torre. “Intentar solucionar los problemas de la pobreza mediante el levantamiento del capital privado”. Llevan trabajando desde el año 2010 y han conseguido levantar 21 millones de euros. Son tres los perfiles de los inversores que han apostado por GAWA en España: grandes family offices, congregaciones religiosas e individuos de alta renta. Para atraer a dichos inversores han contado con la ayuda de Popular Banca Privada, la rama de banca privada del Grupo Banco Popular que busca ofrecer a sus clientes productos financieros capaces de generar un impacto social positivo.

Las principales fortalezas de este tipo de inversiones residen en tres pilares: un retorno financiero atractivo, la baja correlación de estas inversiones con el sistema financiero y el impacto social que se genera.

Existen un buen número de firmas como GAWA en Europa y en EEUU, pero en España siguen estando solos. Esperemos que su modelo comience a despertar el interés suficiente en nuestro país como para que se convierta en tendencia.

En el año 2008, justo en el inicio de la crisis, conocí en Nueva York el modelo capitalista de ayuda al desarrollo, y no precisamente en el entorno más liberal. Por aquel entonces trabajaba para el think tank del premio nobel de economía Joseph Stiglitz, The Initiative for Policy Dialogue. Bajo las directrices de la periodista y académica Anya Schiffrin, me encargaba de coordinar seminarios dirigidos a periodistas económicos procedentes de países en vías de desarrollo, a los que les enseñábamos un conjunto de materias relacionadas con la globalización económica.