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¿Cuánto cobran las mulas de cocaína?

Algunas drogas son ilegales. Su ilegalidad comporta una insuficiente circulación de información. Sin información perfecta no hay mercados competitivos ni salario de mercado sino monopsonios, monopolios

Algunas drogas son ilegales. Su ilegalidad comporta una insuficiente circulación de información. Sin información perfecta no hay mercados competitivos ni salario de mercado sino monopsonios, monopolios bilaterales y una gran dispersión salarial. Y para los transportistas que trasladan cocaína desde América a Europa en vuelos comerciales eso significa enormes divergencias en los salarios devengados por un trabajo que en sí mismo es muy homogéneo. Unas retribuciones que van desde los mil 200 euros hasta los 48.000 euros que pagaron un español por llevar casi 30 kilogramos de cocaína desde Lima a Barcelona.

Dentro de esas formidables discrepancias, y a partir datos extraídos de 1.416 sentencias dictadas en tribunales españoles entre 2002 y 2013 (que son una muestra nada aleatoria del universo de transportistas), el salario medio de los transportistas de cocaína fue de 5.350 euros, siendo su mediana (el punto que corta la distribución en dos mitades iguales) y su moda (el salario más repetido) de 5.000 euros. Sólo el 4,4% de los juzgados cobraron más de 10.000 euros. En el extremo contrario, el 14% cobraron 2.000 euros o menos. La remuneración total fue de 6,5 euros por gramo de cocaína pura /transportista, lo que viene a significar el 5% del precio final de la droga en el mercado minorista.

El principal elemento que explica las diferencias salariales no son ni las características de la oferta laboral ni del servicio sino la información, los contactos del transportista

El salario mediano para los transportistas transoceánicos de cocaína es de 5.000 euros para quienes se embarcan en casi todos los países de Sudamérica (Bolivia, Colombia, Ecuador, Perú y Venezuela) y de 4.000 euros para quienes parten de los países centroamericanos, en Argentina y en Brasil. Los transportistas procedentes de la República Dominicana, el origen más frecuente a tenor de las detenciones, tienen un salario mediano ligeramente superior: 5.500 euros. Desde otra perspectiva, la remuneración media se sitúa por encima de los 6.000 euros para quienes la trasladan desde Ecuador, Colombia y Perú y muy cercana a ese umbral para quienes lo hacen desde Bolivia y la República Dominicana. En el entorno de los 5.000 euros se coloca para los transportistas procedentes de Venezuela, Chile, Brasil y Costa Rica. En el extremo salarial inferior se da para los transportistas procedentes de Argentina, las Antillas Holandesas y México, donde apenas llega a los 4.000 euros.

Aunque su remuneración mediana fue la misma, los hombres cobraron en promedio 5.427 euros, 300 euros más que las mujeres. Por nacionalidades, fueron los británicos, suizos y estadounidenses los mejor retribuidos, con salarios medianos por encima de los 8.000 euros. Para españoles, italianos y alemanes la remuneración mediana fue de 6.000 euros, 1.000 más que aquellos que ostentaban un pasaporte holandés, portugués o polaco. Dominicanos, ecuatorianos y venezolanos recibieron la misma retribución mediana de 5.000 euros. Los argentinos, bolivianos, colombianos y paraguayos recibieron 4.000 euros como remuneración mediana, 1.000 euros más que brasileños, guatemaltecos, peruanos y rumanos. Los peor pagados, en promedio, fueron mexicanos y búlgaros.

La aparente sobreoferta de transportistas como consecuencia de la crisis y las necesidades individuales adyacentes no ha deprimido los salarios sino al contrario, aunque su efecto ha sido marginal

Al efecto de individualizar dentro de la enorme diversidad los efectos sobre la remuneración de algunas particularidades del individuo y del transporte, se realizó una regresión lineal con características seleccionadas. El rasgo que más evidentemente tiene un efecto sobre la retribución es la cantidad transportada, aunque sólo sea por las costumbres de algunos empleadores de pagar en función de las bolas ingeridas o por kilogramo de cocaína transportada. Este elemento se refleja en la ecuación, ya que, a partir de un fijo de partida, cada kilogramo adicional de cocaína se retribuye, en promedio, con 375 euros.

Pese a que algunos importadores prefieran a las mujeres como transportistas porque perciben que sus probabilidades de éxito son mayores, esa apreciación no se refleja en nómina y las mujeres cobran en promedio 150 euros menos que sus colegas varones una vez descontados otros efectos. Además, los transportistas nacidos en un país rico tienen un premio de casi 1.000 euros en su retribución con respecto a quienes nacieron en países pobres, una sobreprecio muy similar al que reciben los residentes legales en la Unión Europea con independencia de su lugar de nacimiento, lo que podría estar reflejando una percepción bastante extendida sobre las probabilidades de ser detenido en los controles de entrada en España.

Quienes realizan el traslado de la cocaína en su propio organismo, con los riesgos que conlleva para su propia vida, reciben, descontados otros efectos, una remuneración mayor que la de quienes la transportan entre sus ropas o en su equipaje. Los 350 euros de sobreprecio para los boleros, no obstante, es una cantidad que no compensa la menor cantidad de cocaína que transportan en promedio. La retribución media de quienes trasladan la droga en su equipaje es de casi 6.000 euros por los 4.250 de quienes la alojan en su organismo, lo que supone 3,6 y 11,1 euros por gramo de cocaína pura transportada, respectivamente.

El principal elemento que explica las diferencias salariales no son ni las características de la oferta laboral ni del servicio sino la información, los contactos del transportista

A lo largo de la última década la remuneración mediana se ha mantenido estable en los 5.000 euros. No obstante, a partir de la regresión lineal, ha existido una ligera inflación de los salarios a razón de unos 80 euros por año, un efecto que se viene a neutralizar con otros cambios en el contexto temporal. Por una parte, la reforma legal que entró en vigor en 2011 y que redujo en casi tres años la condena promedio para los transportistas (de 7,7 a 5,1 años), apenas ha tenido un efecto negativo sobre los salarios -unos 80 euros- de lo cual puede deducirse que la percepción sobre los costes de oportunidad no es un factor determinante a la hora de tomar la decisión de realizar un transporte ilícito. Por otra, la aparente sobreoferta de transportistas como consecuencia de la crisis y las necesidades individuales adyacentes no ha deprimido los salarios sino al contrario, aunque su efecto ha sido marginal. Descontadas otras características, quienes realizaron el transporte del después de la explosión de la crisis en 2008 recibieron en promedio 24 euros más que quienes lo hicieron con anterioridad a la crisis.

En definitiva, y aunque existen algunas tendencias en cuanto a la retribución de los transportistas de drogas, el principal elemento que explica las diferencias salariales no son ni las características de la oferta laboral ni del servicio sino la información, los contactos del transportista. Es la consecuencia lógica de la inexistencia de un mercado, entendido como la confluencia de la oferta y la demanda, el resultado propio de la ilegalidad de la actividad. No existe casi ningún transportista con capacidad para cambiar de empleador para responder a estímulos salariales ni casi ningún importador tiene una cartera enorme de currículos para discriminar entre sus empleados en función de la remuneración.

Algunas drogas son ilegales. Su ilegalidad comporta una insuficiente circulación de información. Sin información perfecta no hay mercados competitivos ni salario de mercado sino monopsonios, monopolios bilaterales y una gran dispersión salarial. Y para los transportistas que trasladan cocaína desde América a Europa en vuelos comerciales eso significa enormes divergencias en los salarios devengados por un trabajo que en sí mismo es muy homogéneo. Unas retribuciones que van desde los mil 200 euros hasta los 48.000 euros que pagaron un español por llevar casi 30 kilogramos de cocaína desde Lima a Barcelona.

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